Carolina Amoroso: periodismo en el lugar

carolina AmorosoUn cronista es una persona que escribe crónicas sobre hechos históricos que ha presenciado. La mirada, la originalidad, la fidelidad a los datos, la honestidad, el estilo cuidado y maleable, la voluntad de entrar en una conversación con los protagonistas y el decir algo nuevo y decirlo bien y de una forma nueva, es lo que convierte a un periodista en un excelente cronista. Y Carolina Amoroso, sin duda lo es.


 Por Tomás Balmaceda – Fotos gentileza Tito Herrera, Sebastían Romero 

La historia de Carolina Amoroso está marcada por valijas, kilómetros y pasajes. Creció en Brandsen, en la provincia de Buenos Aires, donde comenzó su educación en una amplia escuela que tenía un ceibo centenario en el patio. Pero cuando comenzaba a hacer sus primeras amistades, el trabajo de su padre la obligó a juntar sus cuadernos y juguetes en un equipaje para mudarse al frío de Río Gallegos, en donde su mamá le regaló una valijita “Juliana Periodista” que sería profética.

De aquí para allá

La adolescente se estaba acostumbrando al viento patagónico cuando de nuevo debió reunir sus cosas en un bolso para subirse a un avión, esta vez rumbo al caluroso sopor del Caribe, en donde se enamoraría de la que considera su segunda patria, Venezuela. Una vez más sacó un pasaje e hizo sus valijas a comienzos del 2003 para instalarse en Buenos Aires, donde decidió probar suerte contando historias.

Y hoy recorre el mundo contando y compartiendo lo que viven otros que, como ella, también deben abandonar sus tierras y seguir adelante. Las coberturas periodísticas que realizó desde Ucrania, en medio de la guerra, o desde la selva en el Tapón de Darién, en Panamá, permitieron que argentinos y argentinas conocieran realidades duras y crueles que esta cronista de 36 años entiende mejor que nadie, pero que nunca se imaginó estando frente a una cámara de televisión.

“A mí me gusta pensar que haber vivido la vida en distintos lugares te genera cierto acostumbramiento al desarraigo, pero lo cierto es que en el fondo es una suerte de herida fundamental que va con vos a donde sea que vayas, en cada paso. Es una suerte de añoranza, de ‘saudade’, como dirían los brasileños, que tenés por el resto de tu vida”, le contó la periodista a Somos Médicos con un dejo de nostalgia que es parte inseparable de su persona.

Para Amoroso ir de aquí para allá y armar bolsos y valijas de un momento a otro le ha dado una perspectiva única a la hora de retratar el drama contemporáneo de los migrantes: “Quizás mi vida errante explica mi fascinación con los desarraigos en los demás. Por supuesto que hay una diferencia fundamental entre mi historia personal y las historias que yo cuento, que tienen que ver con el destierro y con el desplazamiento forzado, pero sí hay un denominador común, que es que cuando uno sale de los lugares que le dieron pertenencia hay como una parte de uno que deja de existir, que se queda ahí. Esa parte de uno mismo solo existe en la añoranza y en la nostalgia. Es por eso que, para mí, al menos en mi experiencia, el desarraigo me dio una gran capacidad para reconstruir a partir de fragmentos, para volver a organizar mi vida más allá de los contextos. Pero eso nunca quita el dolor que me acompaña a dónde voy”.

Desde que se consolidó como periodista especializada en temas internacionales, mientras mantiene su ciclo político en las noches de la señal de TN junto a Nicolás Wiñazki, Amoroso pasó muchas horas el aire transmitiendo, muchas veces en vivo y en directo, desde el lugar mismo donde ocurría el dolor: “Los husos horarios no suelen colaborar y quizá estás saliendo en el noticiero central cuando es medianoche en el sitio en el que estás. Me pasó en Ucrania, hacía móviles en plena madrugada y aunque en cámara la sensación era de calma y sosiego, en realidad lo que se vivía en el aire era una electricidad total, una tensión por el miedo de que el silencio puede ser la antesala de una explosión o la muerte”.

“Ves a mujeres cargando bebés sin quizá tener claro a dónde están yendo, a padres que se despiden sin saber cuándo van a volver, personas que tratan de darle sentido a algo que en realidad no tiene ningún sentido, que le ponen fuerza y amor a algo que es desolador”, aseguró. Fueron sus crónicas sobre la invasión rusa a Ucrania las que la acercaron a más personas, pero su figura ya era familiar gracias a su trabajo primero en LN+, la señal de noticias del diario La Nación, y luego en TN, donde debutó en 2018 nada más y nada menos que compartiendo pantalla con el doctor Nelson Castro en un ciclo vespertino.

Y aunque su mamá la había animado de niña a que jugara a ser periodista, en realidad ese camino nunca había estado del todo claro. Cuando en 2003 se instaló con sus dos hermanos en Buenos Aires, mientras sus padres se mudaban de Venezuela a México, pensó que su camino estaría en la crítica cultural. Y eso fue lo que escribió hasta que en un momento de crisis personal y profesional recordó que un profesor le había dicho que le veía “pasta” para comunicar en medios. Y decidió probar suerte, sin jamás imaginar que terminaría en una pantalla líder y como corresponsal de guerra.

Hoy, además de su trabajo en el canal de noticias, Amoroso tiene dos programas de radio y suele compartir sus experiencias en Twitter e Instagram, espacios donde se mueve con precaución: “Por un lado, las redes sociales pueden ser una buena fuente de información o un termómetro de cómo pegan las noticias. Esto, por supuesto, requiere separar la paja del trigo en un caudal de contenidos que no siempre son informativos. Pero para quienes trabajamos para contar la realidad de otras personas es una forma de conexión no sólo con historias sino también con la sensibilidad de quienes ven y siguen nuestro trabajo. En ese sentido es un vínculo súper importante porque profesionalmente me permite estar conectada. No sé si es el sitio en donde yo buscaría, por ejemplo, rigor periodístico, pero sí para conectar y amplificar”.

 

Caro Amoroso«A veces el horror está en los detalles»

En su visión, no siempre son los grandes sucesos transmitidos en vivo los que marcan una cobertura: “Son muchísimas las cosas que te van quedando en la retina y en la memoria. Y muchas veces uno no lo entiende en el momento sino con el tiempo porque no son los eventos más grandilocuentes sino los pequeños.

A veces el horror está en los detalles. Por ejemplo, nunca me voy a olvidar de una mujer de no más de 30 años que estaba haciendo la fila con nosotros en un supermercado con su hija de la mano, que atiende un llamado en su celular y empieza a gritar desconsoladamente. Nadie entendía qué sucedía, mucho menos mi equipo y yo que no conocíamos el idioma. Esta mujer tiró el vaso de café que tenía, cayó al piso, comenzó a arrancarse el cabello, gritaba… y a su lado su hija la miraba y lloraba. Después nos enteramos de que durante el llamado le dijeron que había fallecido su padre y esta mujer no lo pudo soportar”.

Sus primeras transmisiones en Ucrania fueron en pleno éxodo de quienes tenían la posibilidad y los medios para escapar del terror. “Lo mismo sucedía con los primeros toques de queda. Esos momentos previos donde ves el dolor, la humillación, la desesperación de las personas que muchas veces termina en peleas y discusiones”, recordó con dolor. Se trata de imágenes y de escenas, como la que vivió en aquel supermercado, que la acompañarán para siempre.

“Fue la movilización de personas más grande que se dio en el menor tiempo desde la Segunda Guerra Mundial. Nosotros salíamos en vivo desde rutas y caminos mientras veíamos a personas que estaban en el otro carril conduciendo desesperadas o que se quedaban sin combustible e iban dejando tirados sus autos y siguiendo a pie con lo que podían cargar. El dolor es muy fuerte y es una responsabilidad ser testigo de eso. Te da un aprendizaje y te transforma”, puntualizó.

Ucrania, un antes y un después

Son muchos los factores por los cuales Amoroso cree que su cobertura del conflicto bélico en Ucrania marcó un antes y un después en su vida: “Mi trabajo lo tienen que evaluar otros, no me gusta calificarme a mí misma pero sí te puedo asegurar que para mí ha sido una experiencia transformadora increíble. Nada te prepara para cubrir una guerra. Todo lo que quise hacer, o al menos todo lo que intenté, fue estar a la altura, al menos a nivel humano.

Esa es la forma que encontré para contar con profundo respeto el dolor de esas personas que estaban sufriendo un destierro, respeto por la realidad de las familias partidas por esa guerra en la que los hombres debían quedarse peleando mientras que las mujeres debían escaparse con sus hijos en brazos”. A pesar de que ya pasaron algunos meses, para la periodista el saldo de esos momentos aún es una incógnita: “En lo que más pienso hoy es en la memoria de la sangre. Uno ve en todas estas personas, en sus rostros y en sus testimonios lo que significa la actualización y la renovación de un trauma”.

 

Llorarás. Historias del éxodo venezolano»

Pero el siglo XXI demostró en sus primeras dos décadas que no es necesaria una guerra para vivir el desarraigo del exilio. Amoroso tiene una relación muy especial con los centenares de miles de venezolanos que debieron dejar sus tierras en la última década y que recalaron en diferentes países, pero en especial en Argentina.

Y es que aquella tierra la recibió cuando era una púber y nunca la podrá olvidar: “Venezuela fue mi hogar en la adolescencia. De algún modo se puede decir que mi despertar personal, mi primavera, por así decirlo, fue allí.

Es la tierra en la que aprendí a bailar, donde conocí las rumbas, donde tuve mis primeras fiestas. Nunca me sentí extranjera en Venezuela. Y es por eso que es un país al que quiero mucho y que tiene un sitio privilegiado en mi alma. El dolor que siento hoy nace de esa gratitud porque en definitiva un país está hecho de su gente, por eso duele tanto ver a una Venezuela desmembrada, con seis millones de personas empujadas al éxodo. Venezuela es una parte enorme de mi corazón y también de mi identidad, de quién soy así, por eso siempre digo que, con el permiso de los venezolanos, también siento que tengo un poco el alma tricolor”.

Fueron estas experiencias las que la llevaron a escribir «Llorarás. Historias del éxodo venezolano», su primer libro.

“Es un humilde homenaje a la venezolanidad que me enamoró en los años en que vivía allá y también un homenaje a la enorme capacidad de reconstrucción de los venezolanos desplazados, migrantes de América Latina y de distintos lugares del mundo. Son personas que han tenido que empezar de nuevo, dejando atrás todo lo que constituye a su propia identidad: su casa, su familia, sus costumbres, su música, su comida… y lo han hecho con un gran estoicismo y con un enorme sentido de la dignidad. ‘Llorarás’ intenta honrar a ese quebranto que baila porque es el título de una salsa bellísima de Óscar de León que dice ‘sé que tú no quieres que yo a ti te quiera siempre’. Creo que la alegría y la esperanza venezolana prevalecen incluso en las condiciones más tristes o más adversas. Es una esperanza de vida…”

Mucho y buen periodismo 

Lanzada a cubrir historias dolorosas en nuestro país y en todo el mundo, Amoroso siente que siempre está aprendiendo de sus colegas: “En ocasiones en el periodismo los referentes son inesperados y vienen de otros campos, pero soy muy admiradora del trabajo de personas que han hecho muchísimo periodismo internacional o en zonas hostiles y de conflictos como Christiane Amanpour pero también la forma de entrevistar que tenía Oriana Fallaci, que podía acercarse al otro de una manera increíble. Y también tengo colegas que admiro y con los que pude entablar una amistad, como Ángel Sastre, un español que hizo un trabajo extraordinario en Siria y Afganistán o Joaquín Sánchez Mariño, periodista de Infobae que también tiene su propio proyecto periodístico personal. Valoro los periodistas que ponen su alma en juego y me siento identificada con esos valores”.