Compostar, el arte de fabricar tierra en casa

Compostar residuos orgánicos hogareños es una de las actividades sustentables que todos tenemos a mano. Nos permite no solo hacer nuestro aporte al cuidado del medio ambiente, sino también obtener un excelente nutriente para nuestras plantas.


Dos mil diez millones de toneladas. La cifra es difícil de leer en números y se refiere a la cantidad de desechos sólidos municipales generados anualmente en el mundo, según datos del informe del Banco Mundial titulado What a Waste 2.0 (Los desechos 2.0) realizado en 2018.

El futuro no promete ser mucho mejor ya que el estudio estima que la rápida urbanización, el crecimiento de la población y el desarrollo económico harán que la cantidad de desechos a nivel mundial aumente un 70% en los próximos 30 años y llegue a un volumen asombroso de 3.400 millones de toneladas de desechos generados anualmente.

Qué tiramos y qué emitimos

El estudio también contempló la composición de esa basura y determinó que la categoría más amplia es la que corresponde a los desechos verdes y de comida que alcanzan el 44% a nivel global.

La mayoría de las personas no dimensionan el significado que tiene tirar a la basura restos de frutas o verduras, pues asumen que se descomponen de forma natural. Sin embargo, el proceso de degradación anaeróbica en los rellenos sanitarios produce la emisión de gases como el dióxido de carbono y el metano, ambos gases de efecto invernadero, causantes del calentamiento global y el cambio climático.

El metano, en concreto, es un gas cuya emisión es especialmente preocupante ya que tiene un potencial de calentamiento global 21 veces superior al del dióxido de carbono.

Compostar y reciclar

Si los residuos orgánicos que generamos en nuestras casas no son separados y reciclados de manera apropiada, terminan en basurales, donde se degradan emitiendo estos gases a la atmósfera.

Según la Global Methane Initiative, las emisiones de metano producidas en estos basurales representan el 11% del total de las emisiones mundiales provocadas por el ser humano.

Además, la basura orgánica puede provocar problemas de contaminación de las aguas, afectando a los ecosistemas.

“En general, el 13,5 % de los desechos a nivel mundial se recicla y el 5,5 % se composta” asegura el informe.

Reciclar los residuos orgánicos contribuye a la reducción de los desechos destinados a rellenos sanitarios, mitigando el Cambio Climático.

El compostaje está cobrando cada vez más importancia en la gestión de los residuos y no solo a gran escala, si no también desde la actividad hogareña.

Cada uno puede poner su granito de compost

El compostaje es un proceso de transformación de la materia orgánica para obtener compost, un abono natural.

“El compost es un producto natural vivo que mejora las propiedades del suelo. Se produce a través de la biotransformación de residuos orgánicos de origen vegetal y animal, por acción de microorganismos como bacterias, hongos y levaduras, y por pequeños animales detritívoros como lombrices, tijeretas y escarabajos.

Más del 50 % de los residuos que generamos en nuestro hogar son orgánicos, y a través del compostaje lo podemos reutilizar”, aseguran en Acción ambiental del Ministerio de Ambiente y Desarrollo Sostenible de la Nación.

El compostaje hogareño puede realizarse en espacios abiertos o en composteras/contenedores. El método dependerá del espacio con que se cuente, la cantidad de material a compostar y las condiciones climáticas.

Compostar no es una tarea difícil, y el principal requisito es estar dispuestos a hacerlo.

El beneficio es alto: según el estudio Food Wastage Footprint: Impacts on Natural Resources (2013) realizado por la FAO (Food and Agriculture Organization), el compostaje doméstico puede recuperar potencialmente hasta 150 kg de residuos de alimentos por hogar por año. Además, ese compost puede ser reutilizado como una importante fuente de nutrientes para las plantas o huertas hogareñas.

La fábrica de tierra en casa

Hacer compost casero es una actividad ideal para toda la familia, una buena manera de acercar la naturaleza, transmitir valores de consumo responsable, reciclaje y respeto por el medio ambiente, etc. sobre todo para los más chicos.

Lo primero que necesitamos es contar con un recipiente adecuado donde iremos poniendo la materia prima que, poco a poco, se convertirá en compost.

Desde las versiones caseras realizadas en tachos grandes de pintura reciclados, con pallets o cajones de verdura, por ejemplo, hasta los más coquetos y originales diseños, podemos encontrar de todo. Las hay de todos los tamaños y materiales como plástico, madera o metal, incluso algunas poseen tecnologías para acelerar el proceso.

El segundo paso es aprender a reconocer los residuos para poder equilibrar el tipo de materiales que iremos incorporando. Los materiales que vamos a compostar se dividen en húmedos y secos y/o verdes y marrones.

Compostar es un arte
Los primeros son las cáscaras de frutas y verduras, restos de té, yerba y café, flores, plantas y hojas verdes. Los secos o marrones son el papel sin tinta, hojas, flores y restos de poda (ya secos), cáscaras de huevo, fósforos usados, pelos, uñas y tierra.

Si bien todas las frutas y verduras son compostables, conviene ser medidos en la cantidad de cítricos ya que le aportan demasiada acidez a la tierra y pueden afectar la calidad del futuro compost.

Es importante tener en cuenta que no se deben agregar restos de carnes, materia fecal, pañuelos o gasas usados, aceites, ni lácteos. Pues, aunque son orgánicos, son más difíciles de descomponer y pueden producir malos olores o patógenos en nuestra compostera.

Para ir sumando materiales a nuestra compostera hay diferentes técnicas. Una de las más recomendadas es poner los residuos por capas. Esto permite llevar un control de la variedad y cantidad de residuos que estamos compostando, y nos ayuda a lograr el porcentaje ideal de volúmenes: 50% verdes y 50% marrones.

Empezamos incorporando un piso de residuos secos, en una capa de dos o tres centímetros de espesor. Y luego colocamos la misma cantidad de húmedos y así sucesivamente, hasta llenar la compostera.

La humedad y la entrada de aire son importantes. Es necesario garantizar que mezcla tenga buena oxigenación y humedad. Por eso la compostera debe estar en un espacio ventilado y protegido del sol directo.

La manera de introducir los residuos nos ayudará a tener resultados más rápidos o más lentos. Para acelerar el proceso, lo ideal es cortar los elementos en trozos más bien pequeños de unos dos centímetros de diámetro.

Conviene mantener la compostera tapada para evitar que aparezcan mosquitas de la humedad. También es recomendable remover la mezcla, al menos una vez por semana para que el compost madure de manera homogénea, rápido y sin ocasionar molestias.

Lombrices a la obra

Las lombrices son nuestras mejores aliadas. La variedad más recomendable es la llamada lombriz californiana. Estas verdaderas estrellas del compost humifican la pila, entregándonos un producto mucho más rico y nutritivo.  Ellas aumentan varias veces la cantidad de bacterias en el compost, acelerando la descomposición de los residuos orgánicos. A cambio solo piden un poco de oscuridad y humedad.

Una vez que la compostera está en marcha, el tiempo de maduración del compost va a depender de la época del año y la atención que le demos al proceso.

Sin embargo, las experiencias dicen que tres meses en verano y cinco meses en temporadas más frías son períodos normales para obtener muy buenos resultados

Red compostaje es una comunidad dedicada a la difusión y promoción del compostaje. En su sitio y sus redes sociales, brindan información y productos para comenzar a realizar esta tarea que nos permitirá cosechar un excelente fertilizante natural para mejorar la salud de nuestra tierra y plantas. Y, por supuesto, para contribuir al cuidado de nuestro planeta.