Doha: de la revolución mundialista a la normalidad

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Doha, la sede del mundial vuelve poco a poco a la normalidad para devolverle la ciudad a sus habitantes.


Por Matías Marcilese, desde Doha

Fue la capital del mundo por un mes. Sus calles estuvieron empapeladas con fotos de las estrellas mundiales y se adaptó para recibir a los fanáticos del fútbol, modificó sus horarios, sus formas de comunicarse y su transporte público, entre otras cosas.

Se hablaba y se escuchaba el árabe, el inglés, y mucho castellano, o más precisamente, argentino. Se jugaban cuatro partidos del mejor fútbol del mundo por día y su pueblo eligió su jugador y su selección: la nuestra, la argentina. La albiceleste fue la que gozó de ese respaldo ciudadano.

Una sede a medida del mundial

La fiesta del campeón y sus seguidores ya es historia y, de a poco, Doha vuelve a la normalidad, a tener el metro con poca gente transitándolo, a vivir sus horarios…

Los qataríes no pierden tiempo y comenzaron a desmontar todo el gran circo creado para el campeonato del mundo masculino de la FIFA. Fue el número 22 y el primero en Medio Oriente.

A diferencia de otros mundiales, en Qatar 2022 hubo que construir siete de los ocho estadios desde cero. El único preexistente era el Khalifa, sede de aquella épica de la Argentina sub 20 de Sorín, Biagini, Pena, etc., comandada por José Néstor Pekerman.

Además, fue necesario acondicionar metros, calles, alojamiento y logística para albergar un mundial en un país con un territorio extremadamente pequeño.

La FIFA fue la encargada de distribuir el alojamiento. A través de una página web especialmente creada vendió los lugares disponibles.

El famoso Barwa quedará para siempre en la memoria de los argentinos. Allí hicieron base muchos fanáticos de la Scaloneta.

Sólo faltó tiempo para terminar el 2 o 3% de lo previsto. Y en los lugares donde que no habían quedado como se esperaba, una alfombra de césped sintético decoró suelos y perfectas gigantografías de la mascota La Eeb o de los signos de Qatar 2022 pusieron glamour donde faltaba obra.

estadios qatar

Una ciudad para (des)armar

Uno de los lugares que más rápidamente empezó su desmantelamiento fue el centro de tickets oficiales. Las veredas que lo rodeaban fueron el escenario de la oferta y demanda diaria de la reventa que para la final tuvo un piso de dos mil dólares.

La final del mundial se podía ver por ese dinero, muy por debajo de los precios internacionales de otras finales anteriores. La falta de europeos demandantes fue notoria para que el valor no trepara.

Otro de los lugares que rápidamente empezó con su vuelta a la rutina fue el Corniche, la gran bahía de Doha, a los pies de sus rascacielos, que el mar del Golfo baña sus playas. Tras la final, comenzaron los trabajos para evacuar las vallas y la cartelería que había en la calle, para luego poder rehabilitar el tránsito.

El aeropuerto tuvo su pico de actividad el lunes, al otro día de la final. Muchos argentinos tenían su vuelo programado para el 19, otros que lo tenían para el 18 a la noche perdieron el suyo y tuvieron que sacar otro pasaje. Algo nada sencillo ya que los vuelos estaban llenos.

Doha vivió un mes como un verdadero cumpleaños. Todos los flashes mundiales estuvieron posados en la capital qatarí. Actores, periodistas, celebridades, mandatarios de diferentes países, la gente más poderosa del mundo caminó sus calles y paseó por sus estadios.

Qatar se mostró al mundo de una manera brillante. Ahora, poco a poco, vemos como la normalidad se apodera de sus calles.