La lectura: una actividad solitaria, un encuentro y un amor compartido

 

La lectura
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El amor por las palabras, por las historias, por los libros enciende un fuego sagrado en los amantes de la lectura. Esta actividad personal e íntima nos ofrece un sinfín de beneficios además de proporcionarnos una experiencia tan única como placentera.


“Muchos años después, frente al pelotón de fusilamiento, el coronel Aureliano Buendía había de recordar aquella tarde remota en que su padre lo llevó a conocer el hielo”.

“La señora Dalloway decidió que ella misma compraría las flores.”

Así comienzan Cien años de soledad, de Gabriel García Márquez y Mrs. Dalloway, de Virginia Woolf.  Tal vez encontrarse con esos dos comienzos de novelas a lo largo de una misma vida sea una razón suficiente para amar la lectura.

Pero como si la sola belleza y el deleite por las palabras y las historias no fuera suficiente, la lectura tiene multiplicidad de beneficios. Leer favorece el aprendizaje no solo porque adquirimos conocimiento, sino porque aumenta nuestra concentración, reflexión, pensamiento crítico y memoria. Es especialmente importante en la infancia ya que despierta la curiosidad, activa el cerebro y alimenta la imaginación.

El pensamiento va más allá del texto y se adentra en nuevos mundos, fomentando la capacidad de crear nuevas realidades. A nivel social a lectura mejora las habilidades de comunicación ampliando el vocabulario, mejorando la gramática y la ortografía, y favoreciendo la adquisición de habilidades verbales, rapidez mental, toma de decisiones y confianza.

La lectura permite empatizar porque nos invita a ponernos en la piel de otras personas, ayudándonos a ser personas más abiertas, a compartir, conversar y enriquecer contactos. La lectura también es salud, ya que retrasa el envejecimiento mental, consiguiendo un cerebro activo y sano y combate el estrés y el insomnio. Incluso se asocia con un menor riesgo posterior de demencia.

Sobran las razones
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Encontrar la posición es difícil; conseguir un buen rato de, al menos relativo silencio, también. Renunciar a la multitarea y enfocarnos en una sola actividad durante un buen período de tiempo tampoco es tarea fácil y la lectura necesita exclusividad, nos necesita completamente dedicados a ella. Sin embargo, los lectores estamos dispuestos a hacer todo tipo de esfuerzos por entregarnos, aunque sea un rato a las manos de un buen libro.

Por qué leen los que escriben

Muchos escritores y críticos citados por el blog Libropatas.com coinciden en que para escribir es necesario leer.

Rebecca Solnit, un acto solitario

“Como muchos otros que acabaron como escritores, -cuenta la ensayista Rebecca Solnit- desaparecí en los libros cuando era muy joven, desaparecí en ellos como alguien que entra corriendo en el bosque. Lo que me sorprendió, y aún me sorprende, es que había otro lado en el bosque de las historias y la soledad, que llegué del otro lado del bosque y allí conocí gente.

Los escritores son solitarios por vocación y necesidad. A veces pienso que la prueba no es tanto el talento, que no es tan raro como la gente cree, sino el propósito o la vocación, que se manifiesta en parte como la habilidad para soportar mucha soledad y seguir trabajando. Antes de que los escritores sean escritores son lectores, viviendo en los libros, a través de los libros, en las vidas de otros que son también las cabezas de otros, en un acto que es tan íntimo y sin embargo tan solitario”.

Bolaño, leer para vivir

Si para para Solnit la lectura es un acto solitario, para Roberto Bolaño, el autor chileno de Los detectives salvajes, es riqueza y salvación.

«Podría dar una respuesta aparentemente poética: «para no morirme», -afirmaba Bolaño en una entrevista en la “Revista de Libros” del diario chileno El Mercurio, en 2003- pero es falso, yo seguiría vivo y probablemente con mejor salud si no hubiera optado por la literatura. A mí la literatura me ha servido básicamente para leer. En el momento en que decido que voy a ser escritor, me pongo a leer.

Y gracias a la literatura he podido leer libros maravillosos, increíbles, como encontrar tesoros. Y en mi vida, que ha sido más bien nómade y de una pobreza extrema en ocasiones, el leer ha contrapesado esa pobreza y ha sido mi soberanía y ha sido mi elegancia. Podía estar en cualquier situación y si leía a Horacio, por ejemplo, el dandy, el que estaba viviendo por encima de sus posibilidades era yo, siempre. La literatura a mí me ha producido riqueza, es riqueza».

Harold Bloom, el placer de la lectura

El crítico norteamericano, Harold Bloom, por su parte, ha publicado un libro llamado ¿Cómo leer y por qué?: “En definitiva, leemos –algo en lo que concuerdan Bacon, Johnson y Emerson- para fortalecer nuestra personalidad y averiguar cuáles son sus auténticos intereses. Este proceso de maduración y aprendizaje nos hace sentir placer, y ello es la causa de que los moralistas sociales, de Platón a nuestros actuales puritanos de campus universitario, siempre hayan reprobado los valores estéticos. Sin duda, los placeres de la lectura son más egoístas que sociales. No se puede mejorar de forma directa la vida de nadie leyendo mejor o más profundamente.

No puedo por menos que sentirme escéptico ante la tradicional esperanza de la sociedad, que da por sentado que el crecimiento de la imaginación individual ha de conllevar inevitablemente una mayor preocupación por los demás, y pongo en cuarentena toda argumentación que relacione los placeres de la lectura personal con el bien común».

El encuentro de los solos
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A la crítica literaria, periodista, docente y escritora, Flavia Pittella, la lectura es una actividad que la acompaña desde la infancia: “Leo desde muy chica y creo que es porque me apasionan las palabras. Físicamente. Cómo se ven escritas, las tipografías, los carteles. Las palabras en línea. La locura del código. Y luego, claro, las palabras en mi cabeza, el efecto que tienen. Me muevo entre palabras, no tengo un mundo muy real fuera de las palabras que conforman el mundo. Leo porque no puedo evitarlo”.

La lectura es a priori, una actividad solitaria, pero ¿qué pasa cuando decidimos compartir la experiencia con otros solitarios? En la actualidad han surgido muchas formas de relacionarse a través de ese amor por los libros: clubes de lectura, influencers literarios, intervenciones lectoras en la calle, talleres, grupos y lecturas compartidas a través de redes sociales como Twitter son algunas de ellas.

En una sociedad en la que hemos perdido la tribu, estas nuevas formas de leer nos congregan alrededor del libro, que se convierte en el gran hechicero de una época que busca en qué creer.

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Flavia Pittella dirige “El tercer lugar”, un espacio cultural con una amplia oferta de actividades; entre ellas, talleres de lectura grupal. “La lectura compartida es el espacio en el que cada uno puede poner en palabras la experiencia personal e intransferible del acto de leer, y ver qué les pasó a los otros. Muchas veces, la coincidencia es hermosa, y auspicia el encuentro y la sensación de comunidad. Cuando la lectura es diversa, disidente, diferente, aparece la magia de la lectura compartida: eso otro que alguien más vio, lo que trae de su mundo, y completa la lectura con ideas impensadas, imágenes nuevas, nuevas lecturas. Leer en grupo es leer de nuevo, de cero, más profundo, más amplio”, cuenta Pittella.

Leer en red

En las redes, también existe toda una gama de alternativas que van desde las simples recomendaciones hasta lecturas conjuntas por Twitter, por ejemplo.

“Las lecturas en Twitter funcionan bajo un hashtag que se define previamente, cuenta Natalia Baz, lectora voraz, quien desde hace unos años sigue estas lecturas. Hay un coordinador que define qué capítulos se leen cada día, cuáles son días de descanso, etc. La lectura de cada uno es solitaria, pero se desarrolla a un ritmo colectivo y cada participante comenta su opinión, sensación o consulta usando el #hashtag, que también sirve para encontrar los aportes de los demás lectores. Las lecturas compartidas por Twitter son gratuitas y no requieren inscripción. Solo las ganas de leer y compartir, debatir, dialogar a través de la red. Es, sin duda, una experiencia enriquecedora”.

Es que, en definitiva, tal como afirma Flavia Pitella, “leemos para saber que no estamos solos”.