Mujeres en la Medicina: las pioneras

mujeres médicas

Las primeras mujeres en la Medicina sortearon todo tipo de dificultades para obtener primero el derecho a estudiar y luego a recibirse. Con su accionar inspiraron y abrieron el camino de muchas otras.


En el mes de la mujer recordamos a las pioneras de la Medicina. Elizabeth Blackwell fue la primera mujer en obtener el título en el mundo. En nuestro país, la primera fue Cecilia Grierson. Ellas comenzaron un camino que hoy, más de un siglo después sigue presentando dificultades para las mujeres que eligen esta profesión.

Elizabeth Blackwell

Cuenta la historia que Elizabeth Blackwell, la primera mujer en recibir el título de médica, pudo estudiar la carrera por la poca fe que los hombres de esa universidad tenían en las mujeres.

La Dra. Blackwell se postuló en numerosas facultades de medicina y fue rechazada por todas menos por la Geneva Medical College, en Nueva York.

No se trataba de una facultad de avanzada, sino todo lo contrario: el cuerpo estudiantil, exclusivamente masculino, nunca estaría de acuerdo con que una mujer se uniera a sus filas, pero la facultad los invitó a votar sobre su admisión. Como broma, el cuerpo votó de manera positiva y así ella obtuvo la admisión en 1847.

Se enfrentó a los prejuicios y al resentimiento y dos años más tarde, Elizabeth Blackwell se convirtió en la primera mujer en recibir un título de médico de una escuela de medicina estadounidense.

Nuestra primera médica

Nació en una época en la que las mujeres eran amas de casa, costureras, cocineras, maestras y eso era Cecilia Grierson, una maestra. Y eso pensaba que sería por el resto de sus días, pero la vida le puso delante otro camino y ella decidió seguirlo.

Comenzó a dar clases con solo 14 años, en Entre Ríos, para ayudar económicamente en su casa, tras la muerte de su padre.

Poco después comenzó a estudiar formalmente en la Escuela Normal de Señoritas de Buenos Aires para convertirse en maestra de grado. En 1878 terminó sus estudios. En una carta, Cecilia escribía:

“…creo que nací para ser maestra, recuerdo algunas escenas desde los dos años de edad, donde siempre en mis juegos era una maestra…”.

El nacimiento de la vocación

Sin embargo, algo la hizo cambiar el rumbo. Su gran amiga, Amalia Kenig sufrió una enfermedad respiratoria y murió.

Este hecho despertó su vocación. Decidió dedicarse a la medicina. No sería nada fácil. La Medicina era un mundo de hombres, pero ella no se dio por vencida.

Ningún reglamento decía que una mujer no podía estudiar en la Universidad. Contaba con el antecedente de Élida Passo que había logrado graduarse en Farmacia y cursar hasta quinto año de medicina hasta que contrajo tuberculosis y murió poco después.

Universidad y primeros pasos

En 1883 ingresó a la universidad y en 1886, durante un brote de cólera en Buenos Aires, la tercera epidemia del siglo, los estudiantes de medicina fueron convocados a prestar servicios:

“Los días agotadores pasados en la casa de Aislamiento me hicieron concebir la idea de educar a enfermeras… El mejor medio de proporcionar alivio a los que sufren es colocar a su lado personas comprensivas, afables y capacitadas que puedan colaborar con el médico en la lucha por recobrar la salud”, escribió.

Durante los seis años de estudio, soportó agresiones y burlas de todo tipo, sin embargo, llegó a ser ayudante del Laboratorio de Histología y el 2 de julio de 1889, se convirtió en la primera mujer en graduarse de la Facultad de Ciencias Médicas de la UBA. Tenía 30 años.

Fundó la Escuela de Enfermeras del Círculo Médico Argentino, la Asociación Médica Argentina, la Sociedad Argentina de Primeros Auxilios y la Asociación Obstétrica Nacional de Parteras.

Trabajó en el hospital San Roque (hoy Ramos Mejía). Y en 1892 colaboró en el primer nacimiento por cesárea del país.

En 1894, se inscribió en un certamen para ser profesora sustituta de la Cátedra de Obstetricia para parteras, pero el concurso fue declarado desierto.

“Fue únicamente a causa de mi condición de mujer, según refirieron oyentes y uno de los miembros de la mesa examinadora, que el jurado dio en este concurso de competencia un extraño y único fallo: no conceder la cátedra ni a mí ni a mi competidor. Las razones y los argumentos expuestos en esa ocasión llenarían un capítulo contra el feminismo”, recordó años más tarde.

Fue una gran luchadora por los derechos de las mujeres. En un estudio que realizó demostró que las mujeres casadas tenían los mismos derechos que los niños.

Junto a Alicia Moreau de Justo, Elvira Rawson y Julieta Lanteri se dedicó a la lucha por los derechos civiles y políticos femeninos, impulsadas por los debates y protestas que se sucedieron durante la primera década del siglo XX.

En 1910 fue elegida como presidenta del Primer Congreso Femenino Internacional.

Dejó numerosos escritos como Masaje práctico, La educación del ciego, Cuidado de enfermos, Primeros auxilios en caso de accidentes y Guía de la enfermera.

Como experta en ginecología y obstetricia presidió congresos en Londres y París, y recorrió hospitales en Viena, Berlín, Leipzig…

Creó el Consejo Nacional de Mujeres, la Escuela Técnica del Ho, la Asociación Médica Argentina, la Sociedad Argentina de Primeros Auxilios y la Asociación Obstétrica Nacional de Parteras.

Inteligente, lúcida como pocos y pocas, comprometida, y sumamente consciente de la realidad de su tiempo. Tuvo y concretó iniciativas prácticas, como el uso del uniforme obligatorio para enfermeras, la utilización de sirena en las ambulancias, el reparto de juguetes a niños hospitalizados y la decoración de salas pediátricas.

En 1927 se trasladó a Los Cocos en las sierras cordobesas, donde pasó sus últimos años. Murió en Buenos Aires el 10 de abril de 1934.

Una de sus frases de cabecera la pintaba de cuerpo entero “Hay que despertar corrientes de bondad”, solía repetir.

Dia de la mujer médica

El 11 de febrero del 2015 la UNESCO y ONU-Mujeres proclamaron ese día como el Día Internacional de la Mujer y la Niña en la Ciencia, y el día Mundial de la Mujer Médica.

El objetivo de la creación de este día conmemorativo es promover el acceso y la participación plena y equitativa en la ciencia para las mujeres y las niñas, y rendir tributo a Elizabeth Blackwell por convertirse en la primera mujer en recibir el título de doctora.