Ya todos somos conscientes de que algo está pasando con el clima en nuestro planeta. Es hora de ser conscientes también de que podemos contribuir a frenar el calentamiento global y su incidencia en el cambio climático.
No hace falta ser tan mayor para recordar las mañanas de pastos escarchadas, el vapor saliendo por la boca al respirar o la necesidad de usar guantes, bufanda y gorro en los inviernos aun en latitudes no tan australes. Pero esas cosas ya no suceden, o suceden solo excepcionalmente, es que “a nivel mundial, los 20 años más cálidos de los que se tienen datos se han registrado en los últimos 22 años, siendo los últimos cuatro los cuatro más cálidos, según la Organización Meteorológica Mundial (OMM)”, afirma Cindy Fernández, comunicadora meteorológica del Servicio Meteorológico Nacional.
Es mucho lo que se habla de los cambios en el clima, de cuál es su origen y cuáles podrían ser sus consecuencias, pero a veces no sabemos a ciencia cierta qué significa cada término. Es común que la gente confunda y utilice “cambio climático, calentamiento global o variabilidad climática como si fueran sinónimos”, aclara Fernández.
Las cosas por su nombre
Para comprender mejor qué es lo que está pasando, siempre es bueno comenzar por el principio, es decir por las definiciones.
“El cambio climático es un cambio de clima que se puede identificar mediante herramientas estadísticas (cambios en la media y/o variabilidad) y que persiste durante un período de tiempo prolongado, de tres décadas o más. Puede ocurrir por procesos internos naturales, por forzantes externos, o por cambios antrópicos persistentes en la composición de la atmósfera o en el uso de la tierra.
El cambio climático incluye modificaciones significativas en temperatura, precipitaciones, patrones de viento, intensidad y frecuencia de olas de frío o de calor, entre otros efectos, que ocurren durante varias décadas o más”, explica Fernández.
El calentamiento global por su parte es solo uno de los aspectos del cambio climático y no debe confundirse con él. Podría definirse como el alza reciente y continua en la temperatura media global cerca de la superficie terrestre.
Es causado mayormente por aumentos en las concentraciones de gases de efecto invernadero en la atmósfera, según indica la Agencia de Protección Ambiental de Estados Unidos, EPA por sus siglas en inglés.
Asimismo, el calentamiento global está provocando cambios en los patrones del clima.
“El clima varía naturalmente, incluso desde antes de que exista el ser humano. El planeta Tierra pasó por eras de hielo y luego fue hacia largos periodos más cálidos.
Esto es lo que se conoce como “variabilidad climática”. Es el término que se utiliza para describir una serie de condiciones meteorológicas que, promediadas, definen el clima de una región.
Las condiciones climáticas pueden variar ampliamente, pasando de temperaturas muy frías a muy cálidas, o de un tiempo muy húmedo a un tiempo muy seco, mostrando por lo tanto una gran variabilidad. Cuando se da dentro de ciertos rangos este tipo de situación, los habitantes de la región son conscientes de esa variabilidad y es una situación previsible.
A veces se produce un fenómeno o una serie de fenómenos que nunca se habían registrado o experimentado. Si este evento excepcional no vuelve a producirse en un largo período, se considerará (retrospectivamente) como excepcional, pero no como un cambio en el clima. Por el contrario, si ese fenómeno vuelve a ocurrir o aumenta la frecuencia en que ocurría, puede sugerir que se ha producido un cambio climático”, explica Fernández.
Ya en el año 2001 el Tercer Informe de Evaluación del Grupo Intergubernamental de Expertos sobre Cambio Climático (IPCC) ponía de manifiesto la evidencia proporcionada por las observaciones de los sistemas físicos y biológicos que mostraba los aumentos de las temperaturas, estaban afectando a los diferentes sistemas y en distintas partes del planeta. Señalaba, en definitiva, que se están acumulando numerosas evidencias de la existencia del cambio climático y de sus impactos.
En el siglo XX, la temperatura ha aumentado y el nivel del mar ha crecido. Los investigadores consideran que esto se debe a la expansión de océanos, cada vez más calientes.
“Las concentraciones de gases de efecto invernadero han alcanzado niveles sin precedentes y, si se mantiene la tendencia actual, es posible que se produzcan aumentos de la temperatura de 3 a 5 °C para finales de siglo. Los eventos extremos, como sequías e inundaciones, son cada vez más frecuentes e intensos. También hay pruebas de un aumento en la velocidad de deshielo y el un aumento en el nivel del mar” asegura la comunicadora meteorológica Fernández.
Un mundo caliente
La Tierra se está calentando. El panorama no es alentador ya que “cada fracción de grado de calentamiento tiene repercusiones en la salud humana y el acceso a los alimentos y el agua dulce, en la extinción de animales y plantas y en la supervivencia de los arrecifes de coral y la vida marina. También, tiene repercusiones en la productividad económica, la seguridad alimentaria y la resiliencia de nuestras infraestructuras y nuestras ciudades”, alerta Fernández.
En 1988 la Organización Meteorológica Mundial (OMM) y el Programa de las Naciones Unidas para el Medio Ambiente (PNUMA) crearon el Grupo Intergubernamental de Expertos sobre el Cambio Climático o Panel Intergubernamental del Cambio Climático, conocido por el acrónimo en inglés IPCC, para proveer evaluaciones científicas exhaustivas sobre la información científica, técnica y socioeconómica actual sobre el riesgo de cambio climático provocado por la actividad humana, sus potenciales consecuencias medioambientales y socioeconómicas, y las posibles opciones para adaptarse a esas consecuencias o mitigar sus efectos.
“El Cuarto Informe de Evaluación (2007) del IPCC prevé para 2100 un aumento del promedio mundial de las temperaturas en superficie de 2,1 a 6,1 grados respecto de mediados del siglo XX. Se prevé que prácticamente toda la masa continental conozca más días y olas de calor y menos días y olas de frío. Como consecuencia del calentamiento, el ciclo hídrico se intensifica: se producen precipitaciones más intensas y frecuentes e inundaciones.
También se predicen veranos más secos, con riesgo de sequías en la mayor parte del interior continental en las latitudes medias.
Se estima también que podrían disminuir los recursos hídricos en las regiones áridas o semiáridas, lo que supondría que en los próximos 30 años podría duplicarse la población que vive con escasez de agua.
Las zonas afectadas por enfermedades como el paludismo (enfermedades transmitidas por el agua) podrían extenderse, mientras que los modelos de cultivos indican que disminuirá el rendimiento de las cosechas en las áreas tropicales y subtropicales. Se ha calculado también que, en caso de que las temperaturas se eleven unos pocos grados más, podría registrarse una menor productividad vegetal en la mayoría de las regiones del mundo”, advierte Fernández desde el Servicio Meteorológico Nacional.
La necesidad de parar
En la década del 90, la ONU creó la Convención Marco de las Naciones Unidas sobre el Cambio Climático, que busca reforzar la conciencia pública. En 1997 se firmó el Protocolo de Kioto, que entró en vigencia en 2005, y estableció medidas para luchar contra el cambio climático.
Actualmente se realizan las Conferencias de las Partes o Cumbres del Clima que buscan un nuevo acuerdo vinculante para que los países limiten la emisión de los gases de efecto invernadero. Sin embargo, cada persona también puede realizar su contribución.
“Los expertos están de acuerdo en que la Tierra se está calentando, aunque no está claro hasta qué punto ese calentamiento es el resultado de las actividades humanas, pues es muy difícil evaluar sus efectos. Sin embargo, muy probablemente, el incremento de gases de efecto invernadero, como el dióxido de carbono, esté pasando factura”, dice Fernández.
De lo individual a lo colectivo
“Cada actividad que realizamos en nuestra vida cotidiana tiene un impacto en el clima, desde que nos levantamos, nos desplazamos al trabajo, cuando comemos e incluso mientras dormimos”, asegura Cindy Fernández.
Es cierto que las políticas de los Estados a nivel global son fundamentales, pero cada uno de nosotros tiene la posibilidad de contribuir con acciones relativamente simples:
- Reducir emisiones: usando transporte público o bicicleta. Por cada litro de combustible que consume un auto, se emiten unos 2,5 kilos de CO2 emitidos a la atmósfera.
- Reducir, reutilizar, reciclar: las tres R: Bajando el consumo de todo tipo de bienes, reciclando envases, residuos electrónicos, etc. Reciclar la mitad de la basura que se genera en el hogar ahorra más de 730 kilos de CO2 al año. Evitar los plásticos de un solo uso como vajilla descartable.
- Ahorrar energía: se puede lograr de diferentes modos, usando termostatos programables que logran reducir hasta un 13% el consumo; eligiendo iluminación LED. Las bombillas LED permiten ahorrar hasta un 90 % de la energía eléctrica en comparación con las incandescentes, con la misma o mejor calidad de luz.
- Elegir energías renovables: si es posible, contratar electricidad procedente de fuentes renovables con cero emisiones de CO2.
- Cuidar el consumo de agua: existen varios dispositivos ahorradores del agua como canillas con reductores de caudal o aireadores que disminuyen hasta un 50% el consumo.
“Es hora de actuar en este sentido, -asegura Cindy Fernández – ¡somos la generación que puede frenar el cambio climático!”.