
La risa nos acompaña desde que somos pequeños y desde los principios de la historia. Existe en los animales y es una herramienta social de altísimo valor.
Reímos desde el principio de los tiempos, pero no siempre son las mismas cosas las que nos hacen reír.
Reímos desde muy pequeños, pero no todos nos reímos de lo mismo.
Reímos en todos lados, pero no todo el mundo tiene el mismo tipo de humor.
La risa es una de las emociones humanas más misteriosas. Especialmente cuando se trata de definir su causa, o causas.
Qué tiene en común la ironía con el humor físico, el humor inglés con el humor burdo, los juegos de palabras con los trabalenguas, el humor de la tele con el de Shakespeare.
Desde hace siglos, por lo menos desde la época de Platón y Aristóteles, hubo numerosas teorías que intentaron explicar este fenómeno.
En el año 95 DC, el retórico y pedagogo hispanorromano Marco Fabio Quintiliano, escribió en su Institutio oratoria «Nadie aún ha sabido expresar de manera satisfactoria lo que es [la risa], aunque muchos lo han intentado»
En pleno siglo XXI, la risa sigue siendo una incógnita para la ciencia. En las reuniones de la International Society for Humor Studies, una asociación académica que publica su propia revista y todos los años celebra una conferencia en la que participan sociólogos, psicólogos, lingüistas, filólogos y filósofos entre otros, existe poco acuerdo sobre cómo definir el humor o cómo identificar sus causas.
Risa y humor
Risa y humor son dos parientes cercanos, sin embargo, no son lo mismo. El humor no es universal, pero la risa sí lo es.
El humor depende de factores culturales, de la personalidad de cada persona y de desarrollo, es por eso que a cada individuo le provoca risa algo diferente.
Hay personas más serias que otras, pero también influyen otros factores como la edad y el sexo.
Las mujeres se ríen más, se comprobó que en ellas se activan dos áreas concretas del cerebro relacionadas con el cerebro: la del lenguaje y la de la memoria a corto plazo.
Ni de lo mismo, ni todos igual, pero juntos

El psicólogo Paul Ekman, pionero en el estudio de las emociones, diferenció al menos 16 tipos de sonrisas y risas diferentes, cada una con un significado emocional y una interpretación diferente.
Si le preguntamos a la gente qué los hace reír, hablarán de bromas y humor, pero la verdad es que, la risa es una emoción que usamos para mantener lazos sociales: no importa la causa, reímos con mayor frecuencia cuando estamos con otras personas.
Un estudio mostró que, por cada diez minutos de conversación, una persona se ríe aproximadamente siete veces.
Hasta ahora, varias teorías trataron de explicar qué nos hace reír. Y surgieron que las causas podrían agruparse en diferentes categorías como la transgresión, la burla y la incongruencia.
El proceso de la risa se desarrolla en tres pasos: un desconcierto inicial ante una situación extraña, una resolución en la cual se decodifica la situación inicial y finalmente la certeza de la ausencia de peligros en la situación.
Es posible que la risa sea una señal que los seres humanos utilizaron durante mucho tiempo para mostrar que “todo está bien”.
Por eso, la risa es contagiosa, une y es sociables. Es la señal de que no hay que tener miedo, es la confirmación de que la vida continúa. Es de alguna manera, un hogar que nos brinda protección.
Este proceso se ve claramente en los niños muy pequeños que ante una situación inesperada, primero muestran un estado de alerta, pero al ver que la gente alrededor sonríe, se relajan y se ríen ellos también.
La mejor epidemia
La risa es una función reguladora de la conducta grupal, pues -y por eso- se puede contagiar. La risa contagiosa hace que los integrantes de un grupo se sincronicen riendo todos a la vez, aunque no tengan un motivo claro para hacerlo.
La risa se contagia por las neuronas espejo, un tipo de neuronas muy importantes en la conducta humana; son las que permiten replicar los gestos de los demás. Gracias a que estas neuronas se activan al ver a otra persona reír, replicamos su conducta y reímos.
Risas de todas las especies

Sí, los animales también ríen. De acuerdo con un estudio publicado en la revista Science por Jaak Panksepp, la risa animal existe.
Los chimpancés y otros grandes simios, como los orangutanes y los gorilas, pueden reírse, aunque el sonido que emiten es diferente del que producen los seres humanos.
Pero los monos no son los únicos que ríen. Según el estudio de Panksepp, perros y ratas emiten sonidos muy similares a la risa de los bebés en sus juegos.
La risa en el mundo animal sirve para mostrar que una determinada acción no se realiza en serio, como las “peleas” o los mordiscos entre algunos cachorros.
Enamorados de la risa

No se trata sólo de que alguien nos haga reír.
La risa del otro indica que podemos relajarnos, que no hay peligro, que podemos confiar.
Sumado a esto, parte del valor del sentido del humor es su capacidad para contrarrestar las emociones negativas. Por eso, estar con alguien que nos hace reír es algo deseable.
Además, hoy en día, el sentido del humor está asociado a la inteligencia y nos ayuda a que sintamos una sintonía con alguien.
La risa compartida indica, a su vez que hay una cierta compatibilidad entre las dos personas.
La risa es un fenómeno apasionante que puede enseñarnos mucho de nosotros mismos con solo observarla.