Declarada Patrimonio de la Humanidad en la categoría Paisaje Cultural por la UNESCO, la Quebrada de Humahuaca es un extenso valle montañoso de 155 kilómetros de longitud, ubicada en Jujuy, en nuestro NOA. Sus paisajes son el escenario perfecto para revivir la magia de su cultura.
No todas las montañas son iguales. Basta recorrer los Andes, esa fascinante columna vertebral de nuestro país, para descubrirlo. Imponentes picos nevados y volcanes se yerguen en la Patagonia; mientras la historia del Libertador es atestiguada por la presencia del Aconcagua en el centro y al norte, la mística recorre cuestas, valles y pasos. Es allí, al noroeste de nuestro país, donde la Quebrada de Humahuaca despliega sus paisajes y cultura. Acompaña al Río Grande, encajada entre cerros precordilleranos de intensos colores y extrañas formas.
Pueblos llenos de magia, un paisaje incomparable y la presencia de 10.000 años de historia se entretejen en el valle como las fibras de las tejedoras en los telares.
Los caseríos, pueblos y ciudades conservan vestigios precolombinos y coloniales, y exhiben rastros de la cultura omaguaca. Pero también hay testimonios más antiguos como los que se encuentran en la «Inca Cueva», que guarda petroglifos, piedras talladas, y otros elementos de 10 milenios de antigüedad.
Humahuaca antes de nosotros
La Quebrada de Humahuaca tenía un valor fundamental para las civilizaciones de la zona y por eso se convirtió en escenario de importantes desarrollos culturales de la región y de los países vecinos de América del Sur.
Diez milenios atrás, estas tierras eran habitadas por pueblos cazadores y la Quebrada funcionaba como vía de interacción longitudinal y transversal. Era el paso obligado para vincular territorios del Atlántico al Pacífico y de los Andes a las pampas. La utilizaron los Incas y fue luego camino de arrieros y caravanas. Era una importante vía de comercio entre Potosí y el Río de la Plata.
Un nombre con historia
Hay diferentes teorías sobre el nombre de la Quebrada. Una de las más aceptadas indica que se refiere a la etnia Omaguaca, que habitaba la zona.
Pero hay una segunda teoría un poco más dramática que adjudica el nombre a la palabra Humahuacac, “cabeza que llora” y que hace referencia al lugar de sepulcro de cabezas destacadas.
Posteriormente, el nombre se generalizó y los arqueólogos denominaron Humahuaca a la cultura que se desarrolló en la quebrada y las tierras aledañas.
Con la cámara colgada
Argentinos y extranjeros encontrarán en la Quebrada un verdadero atractivo turístico. Puede visitarse todo el año. Aunque enero y febrero es época de lluvias, también es plena temporada alta, sobre todo para carnaval. Pero sin duda, las vacaciones de invierno es la fecha más elegida por todos los visitantes.
Si bien tierra adentro hay innumerables poblaciones que salpican el valle, el recorrido tradicional tiene como eje a la Ruta n°9. El viaje comienza en Volcán a 2.089 m.s.n.m y recorre su camino ascencente pasando por Tumbaya, Purmamarca, Posta de Hornillos, Maimará, Tilcara, Huacalera, Uquía y la propia Humahuaca a 3012 m.s.n.m. El punto final es Tres Cruces, donde se inicia La Puna jujeña, o el altiplano.
Alcanzaría con sentarse y mirar los cardones, esos enormes y extraños habitantes de la zona. Sería suficiente disfrutar el aire diáfano y los colores de la tierra. Cualquiera se contentaría con recorrer uno de los mercados llenos de. Daría por satisfecho a cualquier visitante probar las exquisiteces de la gastronomía. Pero la Quebrada de Humahuaca ofrece mucho más.
Cada pueblo tiene sus encantos. El recorrido más clásico tiene como eje central a Purmamarca, Tilcara y Humahuaca.
Los siete colores de Purmamarca
El “Cerro de los siete colores” es sin dudas, la estrella de Purmamarca. Data de aproximadamente setenta y cinco millones de años atrás y está conformado por sedimentos marinos, lacustres y fluviales que fueron depositándose en la zona durante siglos.
El pueblo es pequeño y está metido entre los cerros con construcciones que se confunden y se mezclan con los colores de la tierra. En su plaza central funciona una feria artesanal con algunos puestos.
Desde Purmamarca se puede ir a las Salinas grandes. El camino es precioso y atraviesa caseríos como Quisquira, Patacal y La Ciénaga. La sinuosa Cuesta de Lipán asciende hasta su abra (paso) a 4140 m.s.n.m. Desde allí se ve por primera vez la salina: 12.000 has. de sal a cielo abierto que encandila por la vastedad infinita del color blanco que las conforman.
Tilcara y su Pucará
Comparado con Purmamarca, Tilcara es bastante más grande. Posee gran oferta hotelera y gastronómica. Varios museos ofreces diferentes colecciones. La feria de la plaza central tiene una importante cantidad de puestos donde se pueden comprar las más variadas artesanías. Además de la feria tiene un mercado de alimentos que vale la pena visitar y donde se puede comer, si se desea una gastronomía más auténtica y menos turística.
A solo un kilómetro del pueblo encontramos el Pucará de Tilcara, el yacimiento arqueológico más importante del país.
Instalado en una zona estratégica, por el cruce de antiguos caminos, servía como defensa y asentamiento. Desde allí se podía vigilar y controlar los accesos a diferentes regiones del noroeste. Las ruinas fueron descubiertas por Juan Bautista Ambrosetti quien comenzó la recuperación del lugar en 1908, la obra fue continuada por Salvador Debenedetti. El área arqueológica tiene una extensión de 15 hectáreas divididas en diferentes sectores como las viviendas, los corrales, el centro ceremonial y el cementerio. La vista desde el Pucará invita a quedarse un buen rato disfrutando el paisaje después de terminar la visita.
A cinco kilómetros, la Garganta del Diablo es el paseo ideal para quienes les gusta el contacto directo con la naturaleza pura. Se trata de una formación geológica de imponente belleza con altos y estrechos cañadones con cascadas y maravillosos paisajes.
Un poco más lejos, está el Pucara de Juella. Se llega en auto, pero el último tramo es a pie.
La Humahuaca colonial
Humahuaca es el más grande de estos pueblos y principal destino turístico de la Quebrada. Invita a caminar por sus estrechas calles, y de noche ofrece las tradicionales peñas.
En la plaza central, la Iglesia Catedral Nuestra Señora de la Candelaria exhibe imágenes de los patronos de la ciudad: San Antonio y la Virgen de la Candelaria. Dentro hay pinturas coloniales de la escuela cuzqueña. En otro costado, el Cabildo funciona como museo, cada mediodía del reloj de su torre sale una imagen móvil de San Francisco Solano a dar la bendición a los presentes.
El Monumento a los Héroes de la Independencia y al Ejército del Norte, obra de Ernesto Soto Avendaño. Recuerda a los pobladores del norte que lucharon por la independencia. Junto a él está la Torre Santa Bárbara, un oratorio colonial de adobe.
En los alrededores, se encuentra el Yacimiento Arqueológico de Coctaca, un área de 40 hectáreas con restos de construcciones precolombinas y el Inca Cueva o Chulí con sus pinturas rupestres.
Para los que les gusta caminar a pesar de la altura, se puede realizar un mini-trekking de 2 Km y conocer el Yacimiento Arqueológico de Peñas Blancas. El recorrido es precioso y llega a una cumbre irregular en forma de escalera, hecha naturalmente por la erosión. Allí se encuentra el Altar de la Virgen de la Medalla Milagrosa y una vista panorámica de toda la Quebrada.
Si bien está fuera de la Quebrada, desde Humahuaca se puede ir a Iruya, un pintoresco pueblo Salteño que vale la pena visitar.