Cannabis medicinal: naturaleza y ciencia trabajan juntas

El cannabis se ha usado como planta medicinal desde el principio de los tiempos, aunque su uso se limitó con el aumento de los opiáceos. Recientes experiencias, una ley y el descubrimiento del sistema endocannabinoide les dan una nueva oportunidad a estos tratamientos.


Si hay una palabra a la que puede asociarse el uso del cannabis medicinal es polémica. El tema es incipiente y la comunidad médica aún no llega a un acuerdo. Mientras se debate y divide opiniones -sobre todo basándose en la falta de evidencia de casos clínicos y efectos a largo plazo-, una enorme red de pacientes se contacta entre sí compartiendo experiencias y consejos.

Ley 27.350

En marzo de 2017, se promulgó la Ley 27.350 de Uso Medicinal de la Planta de Cannabis y sus derivados. «La presente ley tiene por objeto establecer un marco regulatorio para la investigación médica y científica del uso medicinal, terapéutico y/o paliativo del dolor de la planta de cannabis y sus derivados, garantizando y promoviendo el cuidado integral de la salud«, indica en su primer artículo.

Además, contempla la autorización para que el Conicet y el INTA puedan cultivar cannabis para investigación y para la producción en los laboratorios públicos. A su vez prevé la capacitación médica y la entrega gratuita de marihuana a personas que se inscriban en el programa y cuenten con indicación médica. A diferencia de países como Canadá, donde el autocultivo supervisado está contemplado por la legislación, la nueva Ley argentina aún no la autoriza.

En el mes de septiembre de ese mismo año, dicha ley fue reglamentada y el 5 de mayo de 2022 la Cámara de Diputados de la Nación convirtió en ley el nuevo marco regulatorio para la inversión pública y privada en la cadena de producción y comercialización del cannabis medicinal y cáñamo industrial, y sus derivados.

La norma complementa a la Ley 27.350 (y su Decreto reglamentario N° 883/2020), que instituyó el marco regulatorio para la investigación médica y científica del uso medicinal, terapéutico y/o paliativo del dolor de la planta de cannabis.

Nuestro país no está solo. “Canadá, Israel, Holanda, Alemania, más de 20 Estados de EE. UU., Uruguay, Chile, Colombia y México ya tienen un programa desarrollado de cannabis medicinal”, según asegura el Profesor de la Facultad de Medicina UNLP Marcelo Morante quien es, además, Investigador del área de dolor, especialista jerarquizado en Medicina Interna, internista del instituto de Neurociencias Alexander Luria (221-4217598) y docente autorizado The Group IACM medicina cannábica.

Uso medicinal

cannabis

Algunos de los temores por parte de ciertos sectores radican en la asociación con el uso recreativo y el mensaje para los jóvenes. Sin embargo, la diferencia es clara y “para establecerla -dice el Dr. Morante- debemos definir cannabis medicinal. Esta definición tiene dos requisitos fundamentales: uno es la fuente legal y con estándares de calidad medicinal de la sustancia y el otro es el profesional médico que acompaña su uso”.

Por su parte, el Dr. Martín Cañás, del área de farmacología de FEMEBA nos explica: “El cannabis posee muchos fitocannabinoides de interés, los principales son: THC, el principal constituyente psicoactivo y el cannabidiol (CBD) que tiene muy pocas propiedades psicoactivas. El uso recreativo se basa en plantas con altas concentraciones de THC. El aceite para cannabis medicinal, en general, tiene mayor contenido CBD y bajo de THC, salvo el tratamiento del dolor, donde el cannabinoide más eficaz es el THC”.

Lo que llevamos dentro

En la década del 90 – nos ilustra el Dr. Morante- se descubrió el sistema endocannabinoide, que quizás sea la base para el desarrollo de la medicina cannábica.  Debido a lo reciente del descubrimiento, la información aun no aparece en la currícula de la formación médica”.

Las células receptoras del cuerpo pueden pensarse como un conjunto de cerraduras. El sistema endocannabinoide se compone de dos tipos fundamentales de receptores: CB1 y CB2. Los agonistas o llaves (que encajan en los receptores) son cannabinoides de distinta procedencia: endógenos producidos por el cuerpo, y exógenos como los del cannabis.

Los endógenos se producen de forma natural en el cuerpo e interactúan con receptores cannabinoides para regular funciones básicas, como el estado de ánimo, el apetito, el dolor y el sueño, entre otros.

Incluso, algunos médicos se arriesgan a pensar que niveles deficientes de cannabinoides podrían ser la causa subyacente de numerosas enfermedades.

La diferencia con los cannabinoides exógenos es que estos entran en el cuerpo y se quedan durante períodos de tiempo mucho más largos, lo que produce que el sistema endocannabinoide trabaje con mayor intensidad y productividad.

Mejorar la calidad de vida

cannabis

Madres y padres de niños con epilepsia, autismo y otras enfermedades comenzaron a usarlo y llegaron a los consultorios con preguntas. Esas que la nueva ley se propone responder a los médicos para que puedan tomar una posición y en base a eso recomendarla o no a sus pacientes.

Las indicaciones en la cuales se ha utilizado más – nos informa el Dr. Cañás-, con diferente calidad de evidencias, incluyen tratamiento del dolor crónico, náuseas y vómitos por quimioterapia, estimulación del apetito en infección HIV / SIDA, espasticidad por esclerosis múltiple o paraplejía, síndrome de Tourette y epilepsia refractaria, incluido el síndrome de Dravet.

Sus efectos adversos dependen del preparado, de la vía de administración y de la duración de la exposición. Tanto los beneficios como los riesgos requieren más investigaciones, las que se verán facilitadas a partir de la Ley”.

Además de estas situaciones – completa el Dr. Marcelo Morante- uno la recomendaría en enfermedades crónicas neurodegenerativas como demencia, parkinson, y otras como fibromialgia que impactan mucho en la calidad de vida.

Sus efectos colaterales en comparación a otra molécula como los opiáceos, son de corto plazo y poca gravedad, incluyen somnolencia, boca seca, mareos, hipotensión, palpitaciones. Nos faltaría resolver la pregunta sobre los efectos a largo plazo ya que en ese aspecto tenemos solo los datos del uso recreacional. Como médico y desde los ámbitos de los cuidados paliativos la indicaría en enfermedades crónicas con mucho impacto en calidad de vida como las de origen degenerativo, oncológico e inmunológico. La comunidad médica argentina aún se muestra contraria a su uso, creo que principalmente porque, hasta la nueva ley, era una sustancia prohibida, adictiva y sin ningún uso terapéutico. Se tendrá que debatir aún en nuestras casas de estudios y Sociedades Científicas cuál es el lugar que podría ocupar esta herramienta”, concluye Morante.