La importancia de la actividad física: más que una cuestión de peso

actividad física La importancia de la actividad física crece a la luz de las estadísticas que muestran que la obesidad es una tendencia en ascenso. Entre 1980 y 2014 la obesidad se ha duplicado en todo el mundo.El sedentarismo y la mala alimentación se combinan en un combo peligroso.


La OMS estima que hoy el 39% de los adultos tiene exceso de peso, y el 13% entra en la categoría de obesidad. En Argentina las cifras se acentúan. Según la “4ª Encuesta Nacional de Factores de Riesgo de 2018”, el exceso de peso por autorreporte (la suma del sobrepeso y la obesidad), aumentó de modo continuo a lo largo de las cuatro ediciones de la ENFR: 49%, 53,4%, 57,9% y 61,6% en las ENFR
2005, 2009, 2013 y 2018, respectivamente. Este crecimiento ha sido mayormente a expensas de la obesidad que, aumentó casi un 75% entre el 2005 y el 2018.

Estos números, que aparecen simultáneamente en todos los países, están reflejando modificaciones sustanciales de los modos de vida a escala global, que se traducen en un desequilibrio entre las calorías ingeridas con los alimentos y las que se gastan en la actividad física cotidiana.

Una mala pareja

Abundancia y sedentarismo se combinan y se potencian en los resultados. Por un lado, la disponibilidad (para la mayor parte de la población) de comidas con exceso de calorías, grasas, azúcar y sal, pero pobres en vitaminas y minerales, y por otro una disminución sustancial de la actividad física habitual, fruto de la progresiva urbanización, la disponibilidad de medios de transporte, y el carácter sedentario de muchos trabajos y ciertos tipos de recreación.

Un pequeño desajuste entre las calorías ingeridas y las consumidas alcanza para producir un aumento sostenido del peso, que cada vez con mayor frecuencia comienza en la infancia y alcanza niveles preocupantes en el adulto joven.

Los cambios en la forma de comer y moverse son reflejo de cambios ambientales y sociales a gran escala, que van más allá de decisiones individuales. Sin embargo, las estrategias para afrontar este problema requieren un abanico de políticas de sectores como educación, salud, transporte, planeamiento urbano, medio ambiente, agricultura, producción, distribución y comercialización de los alimentos.

El fin del gordito sano

En la Argentina actual el problema más frecuente de nutrición infantil ya no es el bajo peso sino la obesidad. Como los alimentos más baratos son aquellos ricos en hidratos de carbono y grasas, la población de menores recursos tiene mayor frecuencia de obesidad que los que pueden acceder a una dieta más rica en frutas y verduras.

Incluso en el ámbito rural, donde la provisión de vegetales nutritivos para la mesa podría venir de la propia huerta, faltan el hábito y los conocimientos para concretarla.

Es necesario pensar en políticas que permitan ofrecer frutas y verduras a precios accesibles a toda la población, así como instruir y alentar a quienes puedan cultivar su propia huerta.

Las bebidas azucaradas son una fuente importante de calorías vacías, llamadas así porque no aportan ningún componente valioso y suman calorías. Para muchos chicos el consumo ha pasado de ocasional a diario, sea como bebidas gaseosas o como derivados de jugos de fruta con azúcar añadida. Los resultados más evidentes son el exceso de peso y la aparición de caries.

Entre todos podemos cambiar

A nivel familiar, las madres y los padres pueden acotar el uso de bebidas azucaradas. Las escuelas pueden ofrecer alternativas más saludables. Y el Estado puede gravarlas con un impuesto especial, tal como se ha hecho en México y en algunos estados de Estados Unidos.

Desde chiquitos

Hay una cosa que todo paciente obeso y su médico puede asegurar: bajar de peso y mantener el descenso es muy difícil.  Si bien está comprobado que reducir un modesto 5 a 10% el peso corporal tiene claros beneficios para la salud, es muy baja la probabilidad de lograr con dieta y ejercicio un descenso sostenido que se aproxime más al valor de peso normal.

La clave está en evitar el aumento paulatino de peso que, cada vez con mayor frecuencia, comienza en la niñez.

Por eso es tan importante que las familias cuiden el exceso de peso de los chicos, y adopten hábitos de alimentación y actividad física para prevenir la obesidad. Lo ideal es no esperar a que el pediatra indique el sobrepeso y la necesidad de una dieta, sino incorporar la comida saludable como hábito cotidiano y dejar golosinas, gaseosas y demás como una excepción.

Además, el tiempo diario frente a las pantallas debe limitarse para dar espacio a la actividad física.

La actividad física: razones de peso más allá del peso

Apagar el televisor o la compu y salir a caminar tiene beneficios comprobados que exceden el control del peso. A más tiempo diario de inactividad, crece el riesgo de mortalidad por todas las causas, incluyendo la debida a enfermedades circulatorias y al cáncer.

La actividad física regular tiene beneficios comprobados (incluso mayores a los alcanzados con medicamentos) en personas que tuvieron un infarto de miocardio, un accidente cerebrovascular, o un diagnóstico de diabetes o insuficiencia cardíaca.

En estos casos, el paciente, su familia y los profesionales tratantes deben entender el ejercicio ­–adecuado a la situación clínica– como un pilar esencial del tratamiento, y no limitarse –como ocurre a menudo– a cumplir con los medicamentos recetados.

El ejercicio ayuda a prevenir caídas, alivia el vértigo, atenúa los síntomas menopáusicos, mejora la lumbalgia, reduce los síntomas de artrosis de cadera y rodilla, aventajando en muchos casos a los tratamientos con fármacos. Incluso se ha demostrado que el ejercicio es una terapia complementaria importante en el tratamiento del cáncer ya que reduce el riesgo relativo de mortalidad y recurrencia de la enfermedad, y mejora los efectos adversos de los tratamientos.

La consigna básica es simple: moverse más

Toda actividad suma. Desde caminatas de 10 minutos en adelante, tratando de llegar a 30 minutos diarios la mayor parte de los días de la semana. Mejor aún si se combina esta actividad aeróbica ­–que mejora el rendimiento cardiorrespiratorio­– con algún ejercicio de resistencia, como levantar pesos, un par de veces por semana, para favorecer el desarrollo de la masa muscular, esencial para preservar el funcionamiento en el adulto mayor.

Conviene saber que, a igual tiempo total de sedentarismo, es más perjudicial estar quieto de forma continuada. Es mejor fraccionarlo parándose y caminando un poco cada media hora.

Cuando parar es ponerse en acción

Para poder frenar las consecuencias de la obesidad y el sedentarismo es necesario combinar políticas públicas con decisiones individuales y familiares, que lleven a reconocer el problema y encarar los cambios necesarios. Una mirada crítica sobre las propuestas de nuestra sociedad centrada en el consumo nos ayudará a buscar un camino diferente para nuestros chicos.

Mejor…. apaguemos la tele.