La oreja de Van Gogh, un pacto de silencio

La historia detrás de la oreja de Van Gogh tiene distintas versiones. Algunas incluyen un pacto de silencio con su amigo Paul Gauguin. Espadas, navajas, amores e intensidades se mezclan en esta historia.


van gogh

Afuera, la campiña de soles abrasadores, donde se despliegan los campos de “La cosecha”, descansan los personajes de “La siesta” y se acerca la “Noche estrellada”. Adentro de “La casa amarilla”, frente a un espejo, Vincent Van Gogh pinta uno de los 30 autorretratos que realizó en su vida. El “Autorretrato con la oreja vendada” es uno de sus cuadros más famosos y remite a una de las historias más conocidas del mundo del arte.

Desde el pequeño óleo de 60,5 X 50 cm el pintor nos mira en pinceladas cortas, espesas, luces que atraviesan, pigmentos y texturas que evocan emociones y ponen sobre el lienzo una profunda experimentación subjetiva.

Sentado entre el post impresionismo y con algunos trazos de expresionismo, Vincent lleva puesto un gabán y un gorro y su figura se recorta sobre una pared de la que cuelga una estampa japonesa, de aquellas que pintaba tomando como base pequeñas postales; a su lado la puerta, en tonos malvas. Su mirada parece querer contarnos un secreto, tal vez ese que cuenta cómo días antes de pintarse a sí mismo con esa venda, el pintor perdió su oreja.

La versión más conocida

El 23 de diciembre de 1888 la oreja de Van Gogh se separó de su cabeza. Hasta hace poco tiempo, todos estábamos seguros de que el genial pintor holandés, mentalmente inestable, se la había cortado con una cuchilla después de una pelea con su flemático colega francés Paul Gauguin y se la había regalado a una prostituta de la cual estaba enamorado

Así lo cuenta Irving Stone, autor de “Lujuria de vivir”, una biografía sobre la vida de Van Gogh, que luego llegara a las pantallas con Kirk Douglas como protagonista:

“—Si no tienes cinco francos, Fou-rou, ¿quieres cortarte la oreja y regalármela? Me agradaría tenerla; la colocaría sobre mi escritorio y jugaría con ella todas las noches.” (…)

“Vincent entró en la casa amarilla, subió las escaleras y llegó hasta su cuarto. Tomó un espejo, el mismo ante el cual tantas veces había pintado su propio retrato, y lo colocó sobre la toilette, contra la pared. (…) Elevó la navaja y sintió el frío acero contra su cuello. Le pareció oír extrañas voces. De un golpe seco se cortó la oreja derecha”.

El relato de Stone continúa asegurando que Vincent envolvió la oreja en un pañuelo y se la llevó a su amante quien se desvaneció por la impresión.

Pero ¿es esa la verdadera historia?

Un cold case de una historia caliente

Muchos años después, un libro basado en la investigación policial de la época desmintió la conocida versión.

Durante una visita al Hermitage en San Petersburgo, los académicos alemanes Hans Kaufmann y Rita Wildegans, autores del libro “Van Gogh’s ear: Paul Gauguin and the pact of silence”, se encontraron frente al cuadro “Girasoles en una silla” de Paul Gauguin. La pintura los intrigó. Las flores son sin duda una alusión a su colega muerto. El ojo simbolista en un extraño girasol que hay detrás, les recordó el poema “La conciencia” de Victor Hugo, en el cual el ojo de Dios persigue a Caín, el fratricida.

Este hallazgo despertó su curiosidad y los investigadores reabrieron el cold case.  Realizaron una exhaustiva investigación durante 10 años. Cotejaron las declaraciones de testigos con la correspondencia entre los dos artistas y llegaron a una conclusión: fue el volcánico Gauguin el que, en plena disputa, le seccionó la oreja a su compañero con una espada.

Van Gogh soñaba con formar una comunidad de artistas en Arles. Hasta allí llegó Paul Gauguin. Durante nueve semanas, los pintores trabajaron juntos, su relación era tan intensa como sus cuadros.

Ese 23 de diciembre, los pintores llevaban unos días encerrados en la casa amarilla, refugiados por el Mistral, un viento violento y frío, que contribuye a darle al paisaje de Arles ese brillo característico que cautivó al pintor holandés. Gauguin, harto, decidió salir a la calle para marcharse, Van Gogh lo persiguió, pelearon.

Antes de las investigaciones de Kaufmann y Wildegans, la historia decía que Vincent había vuelto a la casa y se había cortado la oreja con una navaja de afeitar. Sin embargo, las investigaciones muestran algo diferente: la pelea terminó cuando Gauguin – quien era un maestro esgrimista – cortó la oreja de su amigo.

Los investigadores aseguran que no está claro si se trató de un accidente o de un acto intencionado, pero ambos artistas acordaron dar la versión de la auto mutilación a la policía para proteger a Gauguin.

«El comportamiento de ambos después y varias alusiones hechas por los protagonistas indican que escondían la verdad», aseguró Kaufmann en una entrevista con el diario francés Le Figaro.

En la correspondencia con su hermano Theo, por ejemplo, Van Gogh escribió: «Por suerte Gauguin… no está armado con metralletas u otras armas peligrosas».

Un año y medio después, en 1890, Gauguin ya se había mudado a Tahití, en el Pacífico Sur, donde produjo la mayoría de sus cuadros famosos y Van Gogh, internado en un psiquiátrico, se suicidaba disparándose en el pecho.

El corresponsal de la BBC en Berlín, Steve Rosenberg, cuenta que no todos los expertos aceptan los argumentos del libro. Muchos prefieren quedarse con la versión tradicional.

De lo que no hay duda es de que, fuera cual fuera la verdad de lo sucedido, el incidente tuvo un efecto dramático en la vida del genio holandés.