La utilización indiscriminada de suplementos dietéticos multivitamínicos y minerales puede resultar contraproducente. Siempre es conveniente evaluar los casos particulares considerando pros y contras y privilegiando una dieta equilibrada.
Dentro de los suplementos dietéticos, aquellos que contienen vitaminas y minerales son los consumidos con mayor frecuencia. En general son utilizados por personas que no los necesitan, ni para corregir deficiencias, ni para mantener una ingesta adecuada.
Su efecto sobre el riesgo de enfermedades no transmisibles en estas poblaciones sigue siendo controvertido.
La situación ideal es que tanto vitaminas como minerales provengan de los alimentos, tratando de adoptar una alimentación saludable, equilibrada y culturalmente aceptable.
Incorporados desde los alimentos, los nutrientes se absorben mejor y en forma más segura, ya que es muy difícil que con la alimentación se produzca un exceso de vitaminas o minerales.
Por otra parte, también aportan la fibra dietaria y otros micronutrientes necesarios para la salud, que no pueden ser reemplazados por los suplementos.
La palabra de la ANMAT
En la Argentina, los suplementos dietarios se encuentran incorporados al Código Alimentario Argentino (CAA) desde el año 1998. Son definidos como productos destinados a incrementar la ingesta dietaria habitual, suplementando la incorporación de nutrientes en la dieta de las personas sanas que presenten necesidades básicas dietarias no satisfechas o mayores a las habituales.
En cuanto a su composición, deben aportar nutrientes, como proteínas, vitaminas, minerales, lípidos, carbohidratos, fibras, aunque también permite el uso de algunas hierbas (incluidas en el CAA).
Pruebas que no prueban
La evidencia proveniente de ensayos aleatorios no ha demostrado beneficios claros del uso de suplementos de vitaminas, para la prevención primaria o secundaria de enfermedades crónicas no transmisibles no relacionadas con la deficiencia nutricional.
Incluso ciertos estudios sugieren que el uso de suplementos en cantidades superiores a las recomendadas puede tener efectos perjudiciales, como aumento de la mortalidad, cáncer y accidentes cerebrovasculares.
Así, a partir de las investigaciones actuales, no se pueden realizar recomendaciones ya sea a favor o en contra del uso de suplementos combinados de vitaminas y minerales para mantenerse saludable.
El uso de suplementos multivitamínicos/minerales reduce considerablemente el riesgo de una ingesta inadecuada de la mayoría de los nutrientes, pero también puede producir una ingesta excesiva de algunos, como hierro, vitamina A, zinc, niacina, y ácido fólico, sobre todo cuando se usan varios productos diferentes.
Se necesitan más investigaciones para evaluar los efectos a largo plazo de los suplementos en la salud de la población en general y en las personas con necesidades nutricionales específicas, incluidas las de países de ingresos bajos y medios.
Los estudios suelen usar productos diferentes, con distinta composición y cantidades, lo que hace difícil la comparación de sus resultados. Por otra parte, es más probable que quienes lleven dietas y estilos de vida más saludables sean los que toman suplementos dietéticos, lo que dificulta identificar sus beneficios.
En general puede afirmarse que los preparados multivitamínicos/minerales, no agregan ningún beneficio frente a una dieta equilibrada.
Evaluando riesgos y beneficios
Es poco probable que tomar suplementos produzca riesgos para la salud. Pese a ello, el uso amplio de alimentos fortificados y diversas combinaciones de otros complementos pueden contribuir a superar los límites recomendados.
Es en este caso donde pueden producirse algunos problemas ya que el consumo excesivo puede tener efectos indeseables, por ejemplo calcio (reflujo gástrico , estreñimiento, dificultad para la absorción de hierro y zinc, cálculos renales), hierro ( dolor abdominal, náuseas, vómitos, estreñimiento, diarrea y coloración negra de las heces); ácido fólico ( encubrir el déficit de B12, riesgo de cáncer colorrectal ), vitamina D (toxicidad, confusión y problemas en el ritmo cardiaco, hipercalcemia, con síntomas que van desde sed y poliuria hasta convulsiones, coma y muerte); vitamina C (cálculos renales de cisteína, urato u oxalato, interacciones con medicamentos).
El consumo excesivo de suplementos que contienen vitaminas liposolubles (A, E, D, K) aumenta el riesgo de que se depositen en la grasa del organismo y se genere hipervitaminosis.
Además, debe analizarse con cuidado la presentación del producto ya que varios compuestos comerciales incluyen sustancias que no son componentes nutricionales, sino que en general se adicionan por sus propiedades psicoestimulantes, como cafeína, ginseng, guaraná y otros.
Más no siempre es mejor
Diversas encuestas en diferentes países señalan el uso frecuente de los suplementos dietéticos de vitaminas y minerales, en más del 50% de la población adulta y en un tercio de los adolescentes y niños.
Las personas que usan suplementos tienden a ser de mayor edad, mujeres, con educación superior, mejores ingresos y estilos de vida más saludables que las personas que no los usan.
De acuerdo a algunos autores el uso de suplementos en países de altos ingresos contribuye sustancialmente a la ingesta total de vitaminas y minerales a nivel de la población. En consecuencia, el uso de suplementos reduce considerablemente la proporción de la población general con una ingesta inadecuada de nutrientes. Pero el uso generalizado parece contribuir a un aumento en la prevalencia de ingesta de la población por encima del nivel tolerable superior.
Y a pesar del alto uso, la ingesta inadecuada de micronutrientes sigue siendo común en los países de altos ingresos, donde los patrones dietéticos son típicamente ricos en energía, pero pobres en nutrientes.
En países de bajos y medianos ingresos, donde prevalecen deficiencias específicas de micronutrientes (p. Ej., Yodo, hierro, zinc y vitamina A), se recomienda la suplementación cuando los enfoques basados en alimentos, como la modificación de la dieta, la fortificación o el suministro de alimentos no pueden lograr una ingesta adecuada.
En muchos países, como el nuestro, el enriquecimiento de alimentos como la adición de yodo a la sal, la vitamina D a la leche y las vitaminas B1, B3, y ácido fólico a la harina refinada han contribuido a la eliminación virtual de sus síndromes de deficiencia (bocio, raquitismo, beriberi y pelagra, respectivamente).
Paradójicamente, quienes consumen suplementos generalmente son personas con hábitos más saludables, con una tendencia a ingerir más vitaminas y minerales a partir de los alimentos que aquellos que no los toman.
Así, las personas con dietas insuficientes en nutrientes, que podrían obtener beneficios con su utilización, son justamente quienes suelen no tomarlos.
Una respuesta para cada necesidad
Aunque en general el uso de suplementos multicomponente no se recomienda de rutina para la población general, el uso de preparados específicos puede estar justificado en grupos conocidos como de alto riesgo, en quienes la ingesta no alcanza a cubrir los requerimientos. Esto incluye grupos con factores de riesgo específicos y determinadas etapas de la vida, ya que las cantidades recomendadas de nutrientes que deben consumir las personas varía según la edad y el sexo.
Grupos etarios
- Bebés y niños: vitamina D hasta el destete y hierro a partir de los 4-6 meses.
- Mujeres embarazadas: ácido fólico, vitaminas prenatales.
- Mujeres en edad reproductiva: suplemento de hierro.
- Adultos y adultos mayores: considerar suplementos de vitamina B12, vitamina D y / o calcio.
Subgrupos de alto riesgo:
- Condiciones que producen malabsorción intestinal:(cirugía bariátrica, enfermedad celíaca, enfermedad de Crohn, etc.): vitaminas liposolubles, vitaminas B, hierro, calcio, zinc, cobre, multivitaminas / multiminerales.
- Personas con dietas específicas o subóptimas: multivitaminas / multiminerales, vitamina B12, calcio, vitamina D, magnesio.
- Personas con algún déficit específico (déficit de hierro, vitamina B12, vitamina D, calcio).
- Osteoporosis u otros problemas de salud ósea: vitamina D, calcio, magnesio.
- Degeneración macular relacionada con la edad: formulación específica de vitaminas antioxidantes, zinc y cobre.
- Uso crónico de fármacos como inhibidores de la bomba de protones (omeprazol y otros) y metformina: vitamina B12.
Riesgos adicionales
Algunos investigadores han señalado recientemente efectos perjudiciales, no relacionados directamente con la salud, especialmente en quienes padecen algún trastorno patológico.
Entre ellos se incluyen:
- El gasto innecesario, que puede afectar la economía del hogar y su capacidad para pagar otros tratamientos u otros artículos esenciales
- El retraso de la utilización de intervenciones más efectivas, desperdiciando un tiempo valioso y permitiendo que una enfermedad progrese
- Una excesiva carga de medicación, que aumenta el riesgo de efectos secundarios, interacciones entre fármacos o errores de medicación
Conclusiones: frutas, verduras y profesionales
En contraste con la dificultad para demostrar beneficio de los suplementos multivitamínicos en enfermedades crónicas, la ingesta diaria recomendada de 5 porciones de frutas y verduras ha demostrado reducir el riesgo de enfermedades cardiovasculares y algunos tipos de cáncer.
En condiciones normales, la dieta de una persona debe proveer todos los nutrientes necesarios para el mantenimiento de las funciones del organismo. La cantidad de vitaminas y minerales que tienen los suplementos múltiples es variable y puede no ajustarse a las necesidades de cada individuo.
Un suplemento multivitamínico/mineral solo se requiere en circunstancias especiales. Y lo más frecuente es la utilización de suplementos específicos en situaciones de carencia por un estado fisiológico o patológico particular, en el cual la persona necesite un suministro extra de un nutriente determinado.
En caso de decidir tomar un suplemento, lo recomendable es consultar a los profesionales de la salud que lo atienden (médico, nutricionista, etc.).
Los especialistas podrán brindar información sobre la necesidad del mismo y sobre cuál podría ser el más adecuado para su edad o condición de salud general.