Tres lugares abandonados en la provincia de Buenos Aires

En estos tres lugares abandonados de la provincia de Buenos Aires encontramos historias, recuerdos, espacios que quedaron definitivamente atrapados en el tiempo en lugares que ya nadie habita. La vegetación crece libremente y lo invade todo.


Ya perdieron su función original, y hoy atraen a fotógrafos, aficionados y algunos turistas audaces. Son lugares abandonados. Cuentan algunas cosas, callan otras muchas. Abundan en el mundo y también en la provincia de Buenos Aires.

Club Hotel Sierra de la Ventana

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Este gigante turístico fue ideado en 1900, inaugurado en 1911 y clausurado en 1920. Está ubicado en el sudoeste de la actual localidad de Villa Ventana, al pie de las sierras más altas y bellas de la pampa húmeda. Fue el primer complejo hotelero de Sudamérica y uno de los primeros casinos en la Argentina. Se trataba nada menos que de 6400 metros cuadrados cubiertos con infraestructura y comodidades de lujo.

Contaba con 173 habitaciones, 4 suites y 58 baños; escalinatas de mármol de carrara; un gran hall central, solárium, restaurante, cine y teatro; 3 salas de Casino, Bar y Night Club; grifería con incrustaciones de oro y plata; cervecero refrigerado con capacidad para 300 litros; capilla y cancha de golf con Club House; confitería sobre el arroyo Belisario; cámara frigorífica y usina a vapor; calefacción central y fábrica de hielo; biblioteca, peluquería, farmacia y enfermería; pileta de natación, cancha de polo, tenis y fútbol; carnicería, Granja y Huerta; un andén cerrado y tren de trocha angosta. Además 120 hectáreas parquizadas y forestación al estilo europeo

La fiesta de inauguración fue elegante y fastuosa, y contó 1.300 invitados. Cuando en 1917, durante la presidencia de Yrigoyen, se prohibieron los juegos de azar, el hotel estuvo abierto por tres años más, hasta que en 1920 cerró y se convirtió en residencia vigilada de 350 marinos del acorazado nazi Admiral Graf Spee durante dos años.

Luego proyectaron hacer colonias, centros educativos y turísticos, pero fueron nunca llevados a cabo. Sin embargo, ninguno de estos proyectos se realizó. En la madrugada del 8 de julio de 1983 el edificio principal fue consumido por un importante incendio, dejándolo en ruinas. El lugar fue declarado Monumento Histórico por la Municipalidad de Tornquist en 1999. Hoy en día sus restos constituyen un atractivo turístico.

El castillo de Egaña, Rauch

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La mansión que nació abandonada tiene una historia trágica. Fue construida por Eugenio Díaz Vélez entre 1918 y 1930. Los planos fueron elaborados por el propio Díaz Vélez e incluían Tiene 77 habitaciones, 14 baños y 2 cocinas, galerías, patios, taller de carpintería, terraza, mirador y balcones. La construcción se realizó por constructores y profesionales traídos desde la Ciudad de Buenos Aires y dirigidos personalmente por el arquitecto. El castillo no tiene un estilo definido ya que Diaz Velez se construía y modificaba con innovaciones que traía de los frecuentes viajes a Europa, donde conseguía variados materiales. Entre ellos, estufas labradas y mármoles de carrara.

La construcción era una de las más lujosas mansiones rurales y en 1930 estaba terminada. El día de la inauguración ocurrió una tragedia: todos los invitados esperaban en el castillo la llegada del dueño, que venía de Buenos Aires. Aguardaron varias horas hasta que, lo que llegó fue la noticia que nadie quería escuchar, el dueño había fallecido.

Los invitados tomaron el tren y abandonaron la residencia. Las mesas quedaron preparadas esperando una celebración que nunca ocurrió.

“La mujer de Díaz Vélez, junto a sus dos hijas, ordenaron cerrar el castillo dejando hasta la mesa servida, quedó todo intacto por 30 años y cuando abrieron las ventanas, los manteles que habían quedado puestos, y se habían degradado con el tiempo, volaban como nieve adentro del castillo”, le dijo Daniel Burg quien mantiene una relación especial con la propiedad, ya que fue su padre, Eduardo, que se hizo cargo del castillo en 1958 ya que formaba parte del Ministerio de Asuntos Agrarios de la provincia de Buenos Aires, a LA NACIÓN.

La única hija y heredera de Diaz Velez, nunca volvió al lugar que estuvo cerrado durante 30 años hasta 1960.

Ese año la propiedad -unas 7.000 hectáreas- fue expropiada por la provincia, y los antiguos arrendatarios se convirtieron en propietarios de las tierras que alquilaban. El Ministerio de Asuntos Agrarios creó la colonia Langueyú, dentro de la cual quedó gran parte de la estancia San Francisco y su casco, el castillo de Egaña. Más tarde, la estancia se subdividió y adjudicó en lotes a los colonos. En tanto el mobiliario, equipos de trabajo y demás enseres del edificio fueron subastados.

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En 1965 el gobernador Anselmo Marini transfirió la propiedad al Consejo General de la Minoridad con la idea de hacer un hogar granja que terminó convertido en un reformatorio. A mediados de los ’70 un joven internado, que ya había cumplido la mayoría de edad, se ensañó con el encargado y lo mató de varios tiros. Unos meses después, el reformatorio cerró.

En 2010 hubo quisieron demolerlo, pero un grupo de personas, entre ellos Daniel Burg, se opuso. Para cuidar el patrimonio se realizan recorridos con los turistas que se acercan.

El castillo está abierto a visitas los domingos y feriados, pagando un bono contribución. Se puede disfrutar de un espacio para pasear en bicicleta, jugar al vóley y fútbol, recorrer senderos y aprovechar los fogones o comer en la parrilla de campo que administra la comisión para los gastos que origina el predio.

Al recorrer los interiores del castillo, hay que estar atentos ya que muchos afirman que, además de algunos pájaros que se adueñaron de la construcción, aún quedan vagando algunos fantasmas del pasado.

Para más información, los interesados pueden consultar escribiendo en Facebook.

 

Villa Lago Epecuén

 

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La laguna de Epecuén posee aguas termales con un nivel de salinidad, similar al del Mar Muerto. Estas características produjeron un gran interés turístico y medicinal hacia la zona. El 23 de enero de 1921 Arturo Vatteone inauguró el primer balneario sobre la laguna, a 7 km de Carhué. El lugar fue denominado «Mar de Epecuén» y comenzaron a lotearse las tierras para conformar un pueblo.

Con las estaciones Villa Epecuén del Ferrocarril Oeste (hoy Sarmiento) y Carhué de los Ferrocarriles Midland y del Sud en las cercanías, el pueblo no dejó de expandirse desde entonces, desarrollando la infraestructura urbana e inaugurando hoteles, residencias de lujo e industrias explotadoras de sal y productos derivados.

Entre trabajadores y propietarios, se generó una población estable, y hacia 1930 la ciudad ya contaba con todas las instituciones de un poblado permanente. Para la década del ’70 recibía 25 mil turistas en el verano y contaba con 6 mil plazas hoteleras declaradas y 250 establecimientos comerciales. Ya alcanzaba los 1.200 habitantes permanentes.

En 1985 una gran inundación afectó a la provincia. Cuatro millones y medio de hectáreas quedaron anegadas por un desborde del Río Salado. El 10 de noviembre de 1985, el terraplén que contenía la laguna cedió y el pueblo se inundó y debió ser evacuado. Epecuén se fue cubriendo de agua lenta y paulatinamente y sus casi 1.500 residentes estables perdieron todo. Dos años después llegó a su pico máximo de inundación; las ruinas quedaron bajo el agua durante dos décadas

A mediados de 1993 Villa Epecuén estaba a 7 metros bajo el agua. Durante esos años se realizaron obras para impedir el ingreso de caudales externos a la laguna, por lo que la cota comenzó a descender lentamente. El nivel del agua ha retrocedido casi en su totalidad.

Quedan a la vista el trazado de las calles, el dique de contención y las ruinas de las casas, hoteles y edificios emblemáticos. Los árboles muertos, los edificios en ruinas y los vehículos oxidados le dan un aspecto tan fantasmagórico como atractivo especialmente para fotógrafos y algunos turistas.

En 2014, Daniel «Danny» MacAskill, un ciclista de trial escocés realizó un atractivo video con su bicicleta por las ruinas de Epecuén. Además de mostrar el pueblo a través de sus impactantes recorridos, habló con Pablo Novac, el único habitante del pueblo.