El proceso de adopción en Argentina es mucho más simple de lo que se cree. Con la nueva legislación se busca que los niños, niñas y adolescentes puedan tener una familia en los plazos más cortos posibles.
No le buscamos un hijo a una familia. Le buscamos una familia a un niño. Ese es el espíritu de la adopción en nuestro país.
Y esta inversión en lo que a priori uno podía pensar respecto de esta manera de formar una familia es lo que corre a los adultos del centro para dejar ese lugar a los niños.
Así lo explica Fabiana Isa Psicóloga – Prof. Adjunta Cátedra Acogimiento y Adopción Facultad Psicología UBA: “Para mí este es un punto clave. En general, hay una mirada adultocéntrica de la adopción, pero es al revés. Le estamos buscando una familia un niño y no un hijo a un adulto. La figura de la adopción es una figura que el Estado pensó para darle respuesta a ese niño o niña que perdió la posibilidad de ser criado por su familia de origen. Ese es su derecho primario, pero como en esa familia los padres violentaron sus derechos, porque no lo supieron cuidar intervino el Estado y después de un tiempo de ver si ese niño podía ser restituido, al no lograrlo, aparece la figura de la adoptabilidad”.
Un cambio en la mirada
“La Argentina tenía una normativa muy poco actualizada en materia de infancia. En 2015 promovió una Ley de Protección Integral que derogó una ley antigua que teníamos del Patronato y era de 1913- explica la Licenciada Isa. Esta nueva Ley de Protección Integral fija plazos y también una perspectiva de derechos diferente, donde el niño ya no es un objeto a ser protegido, sino que pasa a ser un sujeto de derechos y el protagonista de esta historia. Esto hace que el Estado empiece a contemplar que estos niños no pueden crecer dentro de las instituciones. Por eso fija plazos para definir su situación de institucionalización.
Estos plazos son para que los jueces y las áreas de infancia evalúen a conciencia, si ese niño puede ser restituido o no a su familia”.
Un niño podrá ser adoptado cuando estas evaluaciones determinen que ya no puede volver con su familia de origen. Las razones para determinar que un niño está en situación de adoptabilidad, son diversas, muchas veces dolorosas y forman parte de la historia de estos niños que merecen tener una familia capaz de darles cuidados y amor.
“Hay familias que violentan los derechos de un niño, pero a veces esto sucede por cuestiones de ignorancia, de negligencia o de falta de conocimiento, y no por falta de amor, -continúa Fabiana Isa- y esas familias tienen más posibilidades de que sus hijos le sean restituidos porque han revertido sus conductas o se han dejado acompañar.
Pero hay otras situaciones mucho más graves como el abuso, la perversión, el disfrutar con el sufrimiento de los niños, donde la posibilidad de una restitución familiar es imposible. Ahí se empieza a pensar en la familia ampliada, pero a veces está tan atravesada por estas prácticas que la familia extensa es connivente.”
Todo eso debe evaluarse y estudiarse en los plazos que marca la ley, y dentro de ellos, en los tiempos más cortos posibles.
La familia justa para cada caso
Hay dos caminos para comenzar el proceso de adopción en Argentina. Una es inscribirse en el Registro correspondiente a su domicilio
En CABA será en el Registro Único de Aspirantes a Guarda con fines Adoptivos (RUAGA) correspondiente a su domicilio.
Y en la Provincia de Buenos Aires en el Juzgado de Familia correspondiente a su domicilio
También existen las convocatorias públicas que dan cuenta de historias singulares de niñas, niños y adolescentes que esperan y no han encontrado postulantes en el Registro Nacional.
A las Convocatorias pueden postularse familias inscriptas como no inscriptas en los Registros de Adopción.
El desafío de encontrar la mejor familia para cada niño
En este momento en nuestro país hay 3.000 chicos en condición de adoptabilidad que esperan una familia y unos 2.400 postulantes Inscriptos a nivel nacional.
La paradoja es que el 90% de estos Inscriptos se postulan para un niño sano, de 0 a 2 años o de 0 a 5 años, sano.
Es decir que niños mayores de 6 años o grupos de hermanos o niños con situación de salud no encuentran postulantes.
Después de realizar la inscripción en el RUAGA, de presentar documentación y ser evaluados por un equipo técnico, los postulantes ingresan al Registro a nivel nacional.
La inscripción es gratuita, personal y no requiere intermediarios ni abogados.“Cuando los niños van aumentando en edad o en cantidad porque son grupos de hermanos y a eso le sumamos la variable de tema de salud, ahí las posibilidades decrecen -explica la licenciada Isa. Por eso, muchas situaciones no tienen tantas posibilidades con la gente que está en el registro. Entonces se abre la convocatoria pública que, para mí, es una figura que resuelve esta situación.
Muchas veces la gente responde a la convocatoria y no se anota porque no cree en el sistema, pero cuando lee acerca una historia, se engancha. Obviamente también pasa un proceso de evaluación.”
Adopción en Argentina en primera persona: trillizos de 4, 6 y 7 años
Este fue el camino que emprendieron Laura y Marcelo hace unos años. “Estamos juntos desde 2007, casados desde 2019, y el tema de la maternidad lo empezamos a pensar un poquito tarde, relata Laura. Yo quería terminar una carrera que se me hizo muy larga porque trabajaba muchas horas por día. Tuvimos cuatro embarazos detenidos en el primer trimestre.
Yo nunca tuve esa necesidad de cursar un embarazo, ese deseo de tener el hijo biológico. Para mí la adopción siempre estuvo rondando. Yo lo que quería era ahijar. Marce tenía un poco de temor a adoptar y que el niño no se acostumbrara a nosotros.
Fueron pasando esos embarazos y uno tiene que hacer su duelo, procesar todo lo que le pasó física y emocionalmente. Después de un tiempo, ya habíamos estado hablando del tema de la adopción y en pandemia nos enteramos de que los cursos del RUAGA se hacían virtuales y nos anotamos. Habíamos visto algunos vídeos de Canal Encuentro y otros que andan en YouTube”.
Los talleres del RUAGA están destinados a postulantes, pero los puede hacer cualquier persona. Son previos a la inscripción y son obligatorios para la inscripción en CABA.
Laura y Marcelo hicieron esos talleres en CABA, pero ya tenían pensado mudarse a provincia. Pandemia de por medio, los tiempos se seguían estirando.
“Después del último embarazo, -nos sigue contando Laura- pasó un tiempo en el que no quería saber nada, ni con adopción, ni con lo biológico, porque tenía que hacer el duelo y eso es muy importante para lo que quieras encarar después.
Entonces una tarde estaba en casa y me acordé de que un compañero de trabajo tenía una amiga abogada que era secretaría en un juzgado de familia y él me había pasado el contacto para preguntarle sobre la inscripción. Habían pasado más de dos años, nunca la había contactado y había perdido los datos. Cuando se los volví a pedir me dijo “Llámala porque dice que tiene un caso de tres hermanitos que está por salir a convocatoria pública”.
Y mi amigo me dijo “ella te lo va a contar bien”. En ese primer momento me agarró una emoción porque pensé “¿y qué pasa si estos son nuestros hijos?”
La amiga de mi compañero de trabajo nos explicó todo sobre la inscripción, pero parecía que quería contarnos lo de la convocatoria para estos hermanitos de cuatro, seis y siete años, dos varones y una nena, cuenta Laura que nos explica que son los únicos datos que le podían dar.
Fue como ¡wow, tres!, Nosotros habíamos pensado en una disponibilidad adoptiva de dos como mucho. Sabíamos que no queríamos bebés porque ya teníamos más de 40 y no nos veíamos a ahijando un bebé, creíamos que podíamos ahijar bien a un niño de seis, siete, ocho años, ¿no?
En el momento cuando nos lo planteó, me re emocioné. Y después pensé, “¡estoy loca, tres de golpe!”
A la vez pensé “tal vez estamos destinados a estos niños, porque después de un montón de tiempo sin haber hablado con mi compañero, sin haberle escrito a esta chica, ahora se me ocurre una tarde de octubre, y justo en el juzgado están próximos a emitir una convocatoria pública de estos tres niños, esto es el destino”.
Pero después me empecé a maquinar, a preocupar. Marce al revés, primero le costó, pero después estaba más tranquilo que yo.
La chica del juzgado nos dijo “piénsenlo, háblenlo con amigos y familia. Esto no es una decisión sencilla, es algo que te cambia la vida.”
Pasada la primera semana, Marcelo estaba recontra decidido, y yo súper indecisa y muy asustada. A las dos semanas, Marce me dijo “bueno, decidite y escribimos” y dijimos que sí, que nos queríamos postular.
Ahí nos empezaron a hacer algunas entrevistas muy cortitas. En el medio pensamos que teníamos que mudarnos y justo se alquilaba un dúplex frente a la casa de mis viejos. En enero nos mudamos; y por un tiempo se suspendió todo por la feria y en febrero se reactivó. Se publicó oficialmente la convocatoria y las entrevistas fueron más seguidas.
Nos decían que había dos o tres matrimonios más que se postulaban y fuimos pasando de instancia. Yo decía que era como que pasábamos a los cuartos de final… y un lunes después de una entrevista presencial en el juzgado, nos dijeron que el jueves nos iba a entrevistar la jueza.
Con todo el nerviosismo, la noche anterior no dormimos. Los chicos estaban en un hogar, en el interior de la Provincia de Buenos Aires y cuando fuimos al juzgado nos recibió la jueza junto con el equipo técnico y la secretaria de la jueza que es esta amiga de mi compañero de trabajo y nos dijo “bueno, tuvimos muy buenas evaluaciones de ustedes”. Y en un momento nos dijo que nos habían elegido para que fuéramos los papás de estos tres niños.
Ahí se nos bajaron las medias. En 20 años que lo conozco a Marcelo, fue la primera vez en mi vida que lo vi tan emocionado. Nos abrazamos, nos lloramos todo. Y en un momento yo pregunté cuándo los podíamos conocer y ella me contestó “vos sos la mamá, vos elegís cuándo los vas a ver”. Me quedé como el dibujito animado que se le cae la boca.
Ese primer encuentro fue el 31 de marzo de 2022, empezamos la vinculación yendo todos los fines de semana a estar con ellos. Al principio el mayor estaba más distante, ponía más espacio, la nena enseguida empezó a charlar un montón…
Después de dos o tres fines de semana, nos autorizaron a hacer pernoctes allá, así que alquilamos un lugar para poder estar los cinco y fueron tres fines de semana y después vino el momento de conocer su casa, conocer a los abuelos; tenían muchas ganas de conocerlos, ya los habían visto por videollamada… En mayo conocieron su casa y en julio, el primero de julio, los chicos hicieron el egreso del hogar, de la escuela y nos vinimos todos para casa. Tardamos un poquito más, porque no conseguíamos vacante para para el más chiquito en el jardín y obviamente no te dan la guarda hasta que no están todas las vacantes.
No todo son rosas
Igual que en la película Familia al instante, los primeros tiempos son difíciles y está bien que lo sean. Para eso la ley estipula seis meses de guarda.
“La ley dice que, a los 6 meses y un día, uno puede iniciar lo que va a ser el juicio de adopción. Pero muchas veces en esos 6 meses se arma la explosión. Hay que entender que esa crisis es una puesta a prueba del vínculo y yo lo pienso como algo necesario para conformar la familia, explica la licenciada Isa. Porque si después de la crisis se sortea la tormenta, a los chicos les confirma que estos padres no se rompen, que pueden sostenerlos, y a los padres los habilita, se plantan mucho más como adultos parentales frente a los chicos. En esta tormenta es importante tener un equipo entrenado que acompañe y que pueda leer esto en términos de algo esperable.
No es que el niño se transforma, sino que está mostrando su dolor y está probando al adulto, quiere saber si ese adulto va a ser como el que lo golpeaba o el que lo dejó o va a resistir. El adulto que logra atravesar ese proceso es el que termina convirtiéndose en el padre y esa familia se consolida”.
Esto que explica la licenciada Isa, es lo que vivieron Laura y Marcelo con sus tres niños.
“Ya llevamos más de un año, los primeros meses fueron muy difíciles. Primero porque es mucho de golpe, es ir de 0 a 3 en un microsegundo, tener que aprender a ser papás y ganarse la confianza como adulto, hay que demostrarles que sos una persona confiable y bueno surgieron las crisis que después, gracias a al grupo de adoptenNG, al acompañamiento del equipo técnico que nos dio soporte y nos recomendó un grupo de psicólogos especialistas en adopción con el que seguimos hasta hoy y la contención que tuvimos del grupo de padres que conocimos por Twitter, que nos aporta la experiencia para sobrellevar lo que nos va pasando, porque hay momentos en donde las crisis de los chicos son muy fuertes y tenés que aprender primero que nada que ellos necesitan hacer esa crisis, porque es parte del duelo que están haciendo: del hogar, de que su familia biológica no va a volver aunque la quieran o no. Esas crisis son necesarias.
Después hay que ver un montón de temas de salud, de la escuela, de terapias… Este año ya estamos mucho más organizados. Por suerte tenemos la fortuna de que los dos hacemos teletrabajo y entonces eso nos permite estar siempre cerca. En definitiva, no es fácil, pero vale la pena, totalmente.»
Formar una familia es crear vínculos nuevos y fortalecerlos cada día es un trabajo que se hace con amor, comprensión y decisión. Hay muchos niños deseando tener una familia, algo tan simple, maravilloso y mágico como eso.