Chascomús: ciudad, campo, laguna y democracia

Chascomús

A 120 kilómetros de la Ciudad de Buenos Aires, Chascomús es un paraíso para disfrutar la vida al aire libre y conocer parte de nuestras historia pasada y reciente.

Fotos: gentileza Municipalidad de Chascomús


En 1581 Juan de Garay encabezó una expedición desde Buenos Aires hacia el sur para ganar más tierras y buscar la mítica ciudad de oro. En el camino se encontró con una zona de lagunas de agua salada cerca del río Samborombón que hoy llamamos lagunas encadenadas. La más grande de esas lagunas es la de Chascomús.

Poco después se autorizan las cacerías de ganado cimarrón llamadas vaquerías y se conceden las primeras protoestancias.

Con el correr de los años, la fundación del virreinato del Río de la Plata y la lucha del territorio con los indígenas, comenzó la creación de los fortines. El 30 de mayo de 1779 el Capitán de Blandengues de Buenos Aires don Pedro Nicolás Escribano fundó el Fortín de San Juan Bautista que luego diera origen a la ciudad. Eligió patrona a la Virgen María en su advocación de Nuestra Señora de la Merced, construyendo la primera capilla.

Hacia 1870 se afincaron 12 familias gallegas para afianzar el incipiente poblado que ya tenía su pulpería atendida por Fermín Rodríguez.
La autoridad máxima era la militar, administrativa y religiosamente dependía del partido y curato de la Magdalena, en tanto que militarmente de Luján.
Merced al poblamiento en gran medida debido a inmigrantes europeos, en 1873 Chascomús adquirió la categoría de ciudad.

La laguna y mucho más

chascomúsEl Dr. Marcelo Giacobone nació en Chascomús en 1959, es presidente del Círculo Médico de esa ciudad y nos cuenta en primera persona cómo es vivir en ella. A diferencia de otras ciudades con cantidad de habitantes similares, la belleza de la laguna y su camino de circunvalación que permite apreciarla desde distintos lugares, la hacen una ciudad con características únicas donde el visitante se sorprende con sus atardeceres que regalan un paisaje muy reconfortante. Su ritmo de vida es tranquilo y con poca contaminación sonora en su centro comercial. Su costanera lacustre está a poca distancia del centro urbano para disfrutarla con sus parques y paseos con total libertad.
Vivir en Chascomús permite gozar de la vida al aire libre plenamente y es una ciudad que naturalmente ofrece muchas variantes para aprovecharla en familia”.

La ciudad tiene muchos puntos de interés. Y ya desde antes de entrar nos ofrece sus atractivos. Es que en la ruta 2, a la altura de esta ciudad, nos encontramos con el parador Atalaya y sus míticas medialunas.

El histórico parador abrió en 1942, cuando los autos eran más lentos y tenían menos autonomía. El viaje a la costa se hacía largo y las familias paraban varias veces a cargar nafta, estirar las piernas, distenderse y comer algo rico. Una familia chascomusense capitalizó esa manera de viajar y abrió el local de Atalaya en el kilómetro 113, mano Buenos Aires-Mar del Plata. Desde entonces, parar a comer sus exquisitas medialunas de camino a las playas bonaerenses se convirtió en una parada obligada, casi un ritual argentino. Hoy, Atalaya cuenta con otro local en la mano contraria, para el regreso y dos franquicias en Zárate y Gral. Guido.

Hay varios sitios y actividades para recorrer y disfrutar. El Dr. Giacobone nos hace de guía local y recomienda: “los campings instalados en el camino de circunvalación. El centro de entretenimientos al aire libre de Puerto Aventura con toboganes acuáticos. Y la feria de Artesanos en la costanera céntrica entre otras variantes también atractivas.

La Laguna, por su parte, es un lugar ideal para las competencias atléticas que se organizan frecuentemente los fines de semana. Y los servicios gastronómicos ofrecidos han crecido y son muy buenos. El restaurant Trocadero y los cafés La Cuadra y Mulé sobre la costanera céntrica, son buenas opciones para disfrutar la vista y el momento”.

Además de los paseos alrededor de la laguna, la más grande de “las Encadenadas ofrece muchas actividades. Para los fanáticos de la pesca, sobre la avenida Costanera están el Club de Pesca La Plata y el Club Pesca y Náutica que organizan salidas en bote, de modo que las posibilidades de obtener un gran “matungo” -como se llama al pejerrey cuando es grande- aumentan notablemente.

Pero no sólo los pescadores disfrutan del agua. También se puede realizar una enorme variedad de actividades náuticas como esquí, natación, windsurf y otros deportes de vela, entre los que se destaca el kitesurf.

Otros puntos de interés son:

La Capilla de los Negros, recibió ese nombre porque durante un largo período su principal feligresía estaba constituida por descendientes de africanos.

Construida en 1862, allí se mezclaron rituales africanos con rioplatenses y fue utilizada como centro de aislamiento en las epidemias de 1868 y 1871. La Unesco incluyó esta capilla como uno de los sitios de memoria del programa “La ruta del Esclavo” en nuestro país.

El edificio de la municipalidad es atractivo arquitectónicamente. Fue edificado sobre los cimientos del antiguo cabildo colonial que había sido construido sobre el primitivo fortín fundacional.

 

«La casa de Casco» es una amplia vivienda de gran antigüedad que fue cuartel de las fuerzas rosistas y por eso muchas veces se le llama «Casa de Rosas».

La iglesia Nuestra Señora de la Merced, de estilo postcolonial, fue construida en el emplazamiento actual, calle Lavalle entre Sarmiento y Mitre (el lugar más alto de Chascomús), en 1849, y refaccionada posteriormente. En 1980 el Papa Juan Pablo II creó la Diócesis de Chascomús y su Iglesia fue elevada a la categoría de catedral.

El Museo Pampeano y El Parque “Los Libres del Sur”:  a pocos metros de la laguna histórica, en medio del Parque “Los Libres del Sur”, se levanta la casona del Museo Pampeano. El edificio es sencillo y blanco y exhibe el patrimonio histórico de Chascomús.

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El parque nació y creció junto al museo. Posee tunas, magnolias, palo borracho, eucaliptos y el característico ombú. Entre la vegetación se destacan el busto de José Hernández, un valioso mojón de la estancia “Rincón de López”, fechado en 1778, y primitivos cañones de hierro fundido. En un extremo, una de las últimas carretas que recorrió las calles de Chascomús, y la estatua “El Cantor”, obra de Luis Perlotti.

Fuerte San Juan Bautista: es una réplica del fuerte de 1779 y fue creada por un grupo de amigos en el bicentenario de la ciudad (1979). Ofrece un espacio recreativo histórico y cultural.

El Museo del Tren está en la vieja Estación Chascomús, y allí se realizan actividades culturales.

La ciudad cuenta, además, con muchas opciones de alojamiento: campings, hoteles, cabañas y alternativas de alojamientos rurales que la convierten en el sitio ideal para una escapada de pareja, en familia o con amigos.

 La cuna del presidente

Todos lo saben, el ex presidente de la nación Don Raúl Alfonsín nació en Chascomús y allí dio sus primeros pasos en la política. Alfonsín, quien para muchos es el Padre de la Democracia vivió en una de las casas que rodea la plaza principal de la ciudad. Está en la esquina de las calles Mitre y Crámer, justo frente al Concejo Deliberante, donde el Dr. Raúl Alfonsín comenzó su carrera política. El lugar se hizo conocido por ser la casa de uno de los hombres más importantes de la política argentina. El arquitecto Ricardo Calderón se encargó de refaccionarla tal cual está hoy con su estilo colonial tal como la famosa Plaza de la Independencia.

La ciudad recuerda a su habitante más ilustre “con el máximo respeto por sus convicciones democráticas (tesoro para la época), vida austera, honestidad y dedicación a su vocación en el arte de la política, nos relata el Dr. Giacobone.

Y nos cuenta que “las anécdotas que frecuentemente se recuerdan son de sus principios en la política. Entre ellas cuando viajaba parado en los colectivos de Capital a Chascomús con el mismo traje ya gastado por su uso frecuente, su amabilidad y simpatía para la charla informal con quien estuviera al lado y los saludos a los familiares al despedirse. En mi adolescencia -recuerda el Dr. Giacobone- viajaba al Liceo Militar en San Martin y compartí el pasillo de los colectivos de la época más de una vez con él porque no había asientos disponibles y era la única manera de llegar a nuestras casas los fines de semana”.