Hipócrates, el padre de la medicina y un juramento que llega hasta hoy

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Vivió hace más de dos mil años, sin embargo las huellas de Hipócrates de Cos, el padre de la medicina, llegan hasta hoy, 


Sí, hubo curaciones mucho antes de que los griegos llegaran a la historia del mundo.

Plantas medicinales, tierras y arcillas curativas y posiblemente hasta trepanaciones fueron algunas de las herramientas que nuestros antepasados lejanos seguramente usaron para curarse y proteger su salud.

Según Homero, en griego, los médicos eran llamados iatrós “un hombre que vale por muchos” tal como los describe en el canto XI de la Ilíada,

Se trataba en ese entonces de un oficio acreditado y se sabe que existían médicos itinerantes circulando por la Grecia arcaica.

Sin embargo, el lugar del padre de la medicina le pertenece a Hipócrates, un médico griego del siglo V antes de Cristo.

Hoy, la etimología de la palabra médico está asociada al vocablo latino medicus, que a su vez procede del verbo medeor, cuidar.

Pero como las palabras tienen significados con amplias zonas de influencia, que se entretejen para armar un sistema, de medeor también se derivan palabras como meditari, meditar o remedium, remedio.

Entre todas ellas se construye el significado de hoy con la raíz indoeuropea med- que origina la palabra griega médomai, medir, pensar, cuidar.

Los tres significados convergen en el vocablo “médico” y nos permiten entender el sentido verdadero de la medicina: un médico es alguien que “medita”, “cuida” y “remedia”.

El mérito del padre
Imagen de Hipócrates generada con IA

Aunque no fue el primero, Hipócrates es considerado el padre de la medicina.

Su figura marca la etapa de la medicina griega llamada técnica o científica. Hipócrates, vivió entre los años 440 y 360 a.C y fundó una escuela profesional en Cos, su isla natal.

Allí vieron la luz sus primeros tratados hipocráticos que luego fueron parte del Corpus hipocrático, pionero en la teoría y práctica de la curación.

Hipócrates afirmaba que el cuerpo debía tratarse como un todo y no como una serie de partes.

Aseguraba que el proceso de curación natural podía obtenerse por medio del reposo, una dieta adecuada, aire fresco y limpieza corporal.

Fue el primer médico en sostener que los pensamientos, ideas y sensaciones provenían del cerebro y no del corazón.

Si bien la medicina hipocrática ahora se considera pasiva, uno de los grandes méritos del médico de Cos fue establecerla como una disciplina separada de otros campos, como la teúrgia y la filosofía, con los cuales se la había asociado tradicionalmente y convirtiendo su ejercicio en una auténtica profesión.

La obra del padre

Todo el saber hipocrático está reunido en cincuenta y tres tratados que componen el Corpus hippocraticum. Probablemente, esta colección fue compilada en Alejandría en el siglo I.

Los tratados contienen temas variados. Incluyen cuestiones éticas como el Juramento y también temas dietéticos, epidemiológicos, clínicos, terapéuticos y quirúrgicos.

Si bien, como sucede con muchos escritos antiguos, la autoría de todos los tratados a manos Hipócrates puede dejar dudas, los estudiosos coinciden en que todos los tratados reunidos contienen o continúan las enseñanzas del maestro.

Jurar, comprometerse

El juramento hipocrático es tal vez una de las tradiciones más duraderas de la historia de la medicina. Fue escrito como un lineamiento de ética médica y aunque las palabras exactas cambiaron, el contenido general es el mismo.

El corazón es un juramento de respeto para quienes impartieron su conocimiento sobre la medicina y para los pacientes, así como la promesa de tratarlos con el mejor conocimiento médico.

El Juramento tiene dos partes. La primera especifica los deberes del estudiante hacia su maestro y sus obligaciones al transmitir el conocimiento médico. La segunda resume la ética médica.

Esta segunda parte no es consistente con los principios y prácticas del propio Hipócrates. Por eso se supone que él no fue el único que lo redactó.

El Juramento original dice:

Juro por Apolo médico, por Esculapio, por Higea y Pancea, por todos los dioses y todas las diosas, tomándolos como testigos, que cumpliré, según mis fuerzas y mi capacidad, el juramento y el compromiso siguiente:

Respetaré a mi maestro de medicina tanto como a los autores de mis días, compartiré con él mis bienes y, si es preciso, atenderé a sus necesidades; consideraré a sus hijos como hermanos y, si desean aprender la medicina, se las enseñaré gratis y sin compromiso.

Comunicaré los preceptos, las lecciones orales y el resto de la enseñanza a mis hijos, a los de mi maestro, a los discípulos ligados por un compromiso y un juramento según la ley médica, pero a nadie más.

Dirigiré el régimen de los enfermos en provecho de ellos, según mis fuerzas y mi juicio, y me abstendré de todo mal y de toda injusticia.

No entregaré veneno a nadie, si me lo piden, ni tomaré la iniciativa de tal sugestión, tampoco entregaré a ninguna mujer un pesario abortivo.

Pasaré mi vida y ejercitaré mi arte en la inocencia y la pureza.

No operaré del mal de piedra.

En cualquier casa que entre, iré para la utilidad de los enfermos, guardándome de toda mala acción voluntaria y de corrupción, y sobre todo de la seducción de mujeres y de muchachos, libre o esclavos.

De todo aquello que vea u oiga en la sociedad durante el ejercicio de mi profesión, e incluso fuera de ella, callaré lo que no necesita ser nunca divulgado, considerando la discreción como un deber en semejante caso.

Si cumplo este juramento sin infringirlo, seré honrado siempre por los hombres; si lo violo y soy perjuro, que mi suerte sea la contraria.

Jurar hoy

En la actualidad, el juramento hipocrático se sigue usando, aunque con versiones más modernas.

Muchos se detuvieron a pensar por qué un escrito antiguo influyó tan profundamente en la medicina a través de la historia. La antropóloga Margaret Mead escribió:

“Por primera vez en nuestras tradiciones hay una completa separación entre matar y curar. Durante todo el periodo primitivo el médico y el hechicero tendían a ser la misma persona.

El que tenía el poder de matar tenía el poder de curar, incluyendo especialmente el deshacer sus propias actividades mortales…

Con los griegos la distinción se hizo clara. Una profesión, los seguidores de Esculapio, iban a dedicarse completamente a la vida bajo cualquier circunstancia, independientemente del rango, edad o intelecto.”

“En sus orígenes la medicina era una experiencia que se transmitía de persona a persona. De padre a hijo. Eran conocimientos heredados. Una especie de sacerdocio profesionalizado. En ese contexto surge el juramento”, explicó a LA NACION Roberto Cambariere, presidente del Comité de Bioética de la universidad de la Fundación Favaloro.

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Así podría verse una escena de la medicina en la época de Hipócrates, de acuerdo a la IA

Cambariere además afirmó que el juramento no tiene validez jurídica y que cada universidad adapta el estilo del juramento y, en algunos casos, se utilizan otros como el código de Maimónides o el de Hammurabi.

G.E.R. Lloyd, historiador especializado en la ciencia y la medicina antigua, también afirma sobre la medicina hipocrática: «en el mundo occidental el nombre de Hipócrates siempre ha significado un ideal.»

El juramento de ayer y el de hoy son una manera de asegurar lo que el propio Hipócrates afirmara hace mucho tiempo y no pierde vigencia: “Donde hay amor por la medicina, hay amor por la humanidad”