La relación entre los niños y el juego es una de las más beneficiosas de la infancia. Fomentar que jueguen y jugar con ellos los ayudará en su presente, pero también en su futuro. Les da confianza, capacidad de resolver, socialización y muchas otras ventajas.
Un niño dice “dale que” y el mundo se abre. Pero aún mucho antes de esa etapa, aun antes de las palabras, el juego infantil tiene una importancia fundamental en el desarrollo y la salud de los más chicos.
Desde los juegos más sencillos y básicos hasta los juegos reglados, la actividad de jugar enriquece el cerebro, el cuerpo y la vida de los niños como pocas otras actividades.
Beneficios de todo tipo
Un estudio realizado por la American Academy of Pediatrics titulado, «El poder del juego: su función pediátrica para mejorar el desarrollo de los niños pequeños» expone la necesidad y los beneficios del juego.
Para empezar, sobre estos beneficios, el estudio afirma que están bien documentados y que incluyen mejoras en las funciones ejecutivas, el lenguaje, las habilidades matemáticas tempranas, el desarrollo social y físico, las relaciones entre pares y el sentido de la responsabilidad de las propias acciones.
Además, asegura el estudio, la otra cara de la moneda es igualmente potente ya que la falta de juego puede conducir a la prevalencia de desórdenes como el déficit de atención o la hiperactividad.
El estudio también asevera que los niños que juegan en la infancia mejoran sus capacidades para planificar, organizar, llevarse bien con los demás y regular sus emociones.
Coincidencias entre los especialistas
Por supuesto, el estudio de la AAP no es el único que ha remarcado la importancia del juego.
Diferentes autores y especialistas lo han estudiado. Por ejemplo, Montessori (1967) lo afirma como uno de los principios de la educación: “se aprende jugando”. Una década después, será Piaget (1976) quien asegure que el juego es un verdadero revelador del grado de evolución mental especialmente en la niñez.
En la Convención Internacional de los Derechos del Niño realizada por la ONU, el juego fue incluido en el artículo 31: “1. Los Estados Parte reconocen el derecho del niño al descanso y el esparcimiento, al juego y a las actividades recreativas propias de su edad y a participar libremente en la vida cultural y en las artes”.
Estudio UNICEF
UNICEF junto a la Lego Foundation también realizaron un informe: “Aprendizaje a través del juego. Reforzar el aprendizaje a través del juego en los programas de educación en la primera infancia.”
El trabajo, orientado al aprendizaje, destaca la importancia del juego como herramienta fundamental: “Un elemento clave que hay que considerar es el del aprendizaje a través del juego, o aprendizaje lúdico, que resulta fundamental de cara a una pedagogía y educación de calidad en la primera infancia”.
El trabajo contiene “algunas definiciones de lo que se entiende por juego en la primera infancia, seguidas de los puntos clave que explican por qué el aprendizaje a través del juego contribuye a crear personas que no dejan de aprender durante toda su vida y potencia el desarrollo general de los niños y niñas”.
Los adultos también ganan
Compartir el juego con los niños es también un beneficio para los adultos que lo experimentan, es como una brisa de infancia en la vida que le da aire a nuestra vida cotidiana: “Jugar con niños suma valor no solo para los pequeños, sino también para los adultos que reviven o vuelven a despertar la alegría de su propia infancia consiguiendo un efecto de rejuvenecimiento”, dice el estudio.
A largo plazo, los padres que juegan con sus hijos construyen lazos más fuertes que facilitan las relaciones en el futuro.
¿Jugamos menos?
La mayor ocupación de los padres, los horarios más estructurados, los espacios seguros cada vez más limitados y el avance de la tecnología entre otros factores se reflejan en las estadísticas: los niños cada vez tienen menos tiempos para jugar.
Un juego para cada momento
Para recuperar los espacios de juego es bueno saber cuál es el más adecuado en cada momento de la vida y el desarrollo de los chicos.
Jean Piaget dividió la infancia en tres etapas evolutivas de acuerdo a la forma de juego que domina en cada una:
Desde el nacimiento hasta los 2 años, el estadio sensoriomotor:
En este período predominan los juegos de ejercicio o funcionales: repetir acciones es una fuente de placer inmediato. Pueden usarse objetos, o simplemente el propio cuerpo. Los primeros balbuceos de los bebés son sonidos repetitivos que les resultan graciosos y, por lo tanto, le gusta repetirlos.
Imitar sonidos y sonrisas del bebé es una buena manera de generar estímulos en esta etapa. Una buena idea puede ser poner al bebé en distintas posiciones y lugares para que pueda mirar el mundo desde distintas perspectivas.
De 2 a 6 años, el estadio preoperacional:
En esta etapa el juego es simbólico. Los niños comienzan a simular acciones, objetos y personajes que no están presentes en el momento del juego. Por eso también se llama juego de ficción. Es el más típico y característico de la infancia.
Todos los elementos o juguetes didácticos que puedan incorporar en esta etapa los ayudará a crear este tipo de situaciones.
De los 6 a los 12, se desarrolla el estadio de las operaciones concretas:
Se trata de la última etapa de la infancia y en ella se impone el juego reglado. Si bien las reglas ya estaban presentes en los juegos simbólicos, ahora son más firmes y ajenas a los niños: las normas se transforman en reglas que se deben seguir.
Juego y tecnología
Limitar el tiempo de pantallas es una tarea tan difícil como importante. Es fundamental encontrar un nivel saludable en su uso.
Los medios adecuados para cada edad pueden tener beneficios en especial si se convierten en momentos compartidos.
Como siempre, el abuso puede ser perjudicial ya que limita las interacciones sociales y los juegos en tiempo real y todos sus aportes.
Algunas conclusiones
El juego en los niños es fundamental para el desarrollo emocional, saludable y de aprendizaje de los niños y por eso es importante que los padres le otorguen la debida atención.
Diferentes estudios muestran que sus beneficios no solo se dan en la niñez, sino que se prolongan a lo largo de toda la vida de las personas.
El juego es, además, una oportunidad de encuentro tanto entre pares como entre los niños y los adultos.
Ofrecer a nuestros hijos la oportunidad de jugar es una de las mejores maneras de ayudarlo a crecer y a convertirse en un adulto curioso, creativo, sano y feliz, y de proporcionarle las habilidades que puede necesitar para su vida.