Hablamos con Tomás Balmaceda sobre filosofía y el acto de pensar en un mundo que nos requiere más atentos que nunca.
En 2005 la Conferencia General de la UNESCO instauró el Día Mundial de la Filosofía. Destacó la importancia de esta disciplina, especialmente para los jóvenes, subrayando que «la filosofía es una disciplina que fomenta el pensamiento crítico e independiente y es capaz de trabajar en pro de una mejor comprensión del mundo y de promover la tolerancia y la paz».
Desde entonces el tercer jueves de noviembre se celebra el día de la filosofía.
La UNESCO subraya el valor duradero de la filosofía para el desarrollo del pensamiento humano, para cada cultura y para cada persona.
Y subraya que la celebración de este día es de todos aquellos que, en todas partes, se preocupan por el pensamiento.
Pero lo más importante es que nos sirve de impulso para charlar con Tomás Balmaceda y pensar sobre esta disciplina que se dedica a pensar.
Filósofo siglo XXI
Tomás Balmaceda es filósofo, no sólo porque tiene un título de la UBA que así lo acredita. Tomás es filósofo porque piensa el mundo desde prácticamente todos los ángulos desde los que puede ser pensado.
Publicó libros de los temas más variados, desde la Antártida hasta los Cuentos de la selva con emojis. Escribió sobre musas del rock nacional, sobre generaciones invisibles, sobre décadas amadas y odiadas y sobre filosofía, claro.
“Mis libros son exploraciones de aquellas temáticas que me interpelan”, asegura en su sitio web.
Tomás es una máquina (muy humana) de hacer cosas: es docente, es muy activo en Instagram y X (ex Twitter) donde se lo encuentra con el nombre de @capitanintriga, participó en programas de televisión, hizo y hace podcasts, colecciona esferas de nieve y todo tipo de muñequitos, todas las mañanas nos da los buenos días con un calendario rojo y blanco, da charlas, organiza cursos y jornadas… Hoy logramos que pare unos minutos y siga pensando con nosotros para contarnos algo sobre la filosofía.
Empecemos por el ABC, ¿Qué es ser filósofo?
¡Uf! Hay casi tantas respuestas como personas a las que les preguntes. La filosofía tiene la rara virtud de ser una disciplina que se pregunta por todo… ¡incluso por la misma definición de filosofía!
A mí en particular me gusta pensarla como una disciplina que se ocupa de pensar y reflexionar acerca de los conceptos que utilizamos tanto en nuestra vida cotidiana como en espacios específicos, como los laboratorios o la discusión política, por ejemplo.
El filósofo inglés Simon Blackburn asegura que la filosofía puede partir de los usos cotidianos de las palabras para encontrar allí material muy rico para realizar la tarea de describir los usos ordinarios de ciertos términos y evaluar qué ocurriría si hubiera cambios en nuestras habituales formas de vida. Me parece muy acertado.
Creo que quienes hacemos filosofía de manera profesional podemos ser pensados como profesionales de los conceptos, tratando de entender la estructura del pensamiento, identificando cómo funcionan sus engranajes y cómo se relacionan entre sí.
Louise Gluck dice que miramos el mundo una vez sola, en la infancia y lo demás es recuerdo ¿cuánto de verdad hay en eso para la filosofía y la mirada infantil?
Creo que la actitud filosófica requiere un nivel de cuestionamiento, ingenuidad y sorpresa que sólo encontramos en la infancia. No se me ocurre mejor consejo para quien quiera adentrarse en este mundo que empezar a ver las cosas con ojos de niño, sin dar nada por sentado, preguntándose incluso por aquello que las demás personas dan por sentado o lo que nos parece obvio.
Para Platón el asombro era la disposición que nos preparaba para el conocimiento en un doble sentido, tanto porque antecede al deseo de conocimiento y como posibilitador. Para él asombro pone en movimiento las tres partes que integran el alma y gracias a este movimiento se llega al descubrimiento de la verdad. En la infancia vivimos asombrándonos de cosas del mundo, ¡qué mejor estímulo para pensarlas!
¿Y se puede enseñar a pensar?
¡Claro que sí! Si bien nuestra vida cotidiana está regida por más factores que solamente lo racional, una de las características que tenemos como especie es que podemos tener nuestras propias ideas, compartirlas con los demás, contrastarlas y eventualmente tratar de convencer o aceptar cambiar de punto de vista. Creo que la filosofía nos puede dotar de herramientas para poder ser más ordenados a la hora de seguir un razonamiento, evitar caer en trampas y elegir formas válidas o útiles.
El filósofo austríaco Ludwig Wittgenstein escribió una vez que los resultados de la filosofía son el descubrimiento de sinsentidos y de los “chichones” que el entendimiento se hace al chocar con los límites del lenguaje. Y creo que eso ilumina cómo es que muchas veces para pensar mejor debemos poder aprender ciertos trucos o, al menos, estar conscientes de ciertos deslices que podemos cometer.
¿Por qué es importante seguir pensando el mundo? O en términos más resultadistas ¿qué le aporta la filosofía al mundo de hoy?
Mi opinión puede ser parcial por muchos motivos, pero realmente creo por el momento que estamos viviendo, hoy la filosofía es más necesaria que nunca.
Vivimos tiempos atribulados, en donde muchas de nuestras certezas (vinculadas con qué significa ser humano, qué es exactamente nuestra identidad, cuál es el sentido de nuestra existencia, de qué manera nos relacionamos con los demás, cuál es el rol del trabajo…) están en crisis. La filosofía florece en la incertidumbre, porque nos permite encontrar su belleza y su sentido.
Creo que en un mundo en el que la automatización y digitalización avanza, volver al pensamiento es un puerto más que interesante.
De tus libros ¿cuáles incluirías en tu top five? O sea, alguien que no te conoce ¿por dónde te gustaría que empiece?
Mis libros son un poco la compilación de mis obsesiones e intereses, muchas veces desordenados y caóticos pero que por fortuna siempre encuentran a personas curiosas. Creo que quienes quieran tener un inicio a la filosofía pueden hacerlo por “#Piénsalo. 10 casos para la filosofía”, en donde traté de exponer diez discusiones clásicas de una manera amena y accesible sin perder rigurosidad. Después pueden seguir con “Filosofía on demand”, un recorrido por nuevos temas esta vez guiados por series de TV como “Friends” o “Los simuladores”. En ningún caso es necesario tener conocimientos previos, sólo mantener la cabeza abierta.
Luego, más allá de la filosofía, quienes quieran viajar a la región más extraña del planeta pueden hacerlo sin salir de sus casas con “Antártida: Historias desconocidas e increíbles del continente blanco.”, que coescribí con Agustina Larrea, y finalmente meterse con el mundo digital y la intergeneracionalidad con “Cultura de la Influencia. La fuerza suave que está moldeando una nueva sociedad” y “Generación Invisible: ni jóvenes ni viejos, cómo y dónde perdimos el poder”
¿Se puede ser filósofo amateur?
Claro que sí. Cualquier persona que quiera cuestionarse a sí misma y a la realidad ya está haciendo filosofía. Uno puede elegir el camino formal de estudiar la carrera universitaria, que tiene sus propias reglas y que es lo necesario para entrar a lo que solemos llamar la academia, pero ser un filósofo amateur sólo requiere una actitud atenta y abierta al mundo.
¿Qué le recomendarías a alguien que quiere leer filosofía, pero no tiene un enorme background?
Estamos en un momento de muchos estímulos y poca atención. No es el escenario ideal para la filosofía, que requiere calma y una actitud atenta. Siempre me parecieron buenas puertas de entrada “Banquete”, de Platón, y “Meditaciones metafísicas” de Descartes. Son textos que tienen cientos de años, por lo que no viene mal acompañarnos con comentaristas que nos den contexto. Eso puede ser la misma introducción de los libros, que suelen traer estudios o ensayos como prólogos, pero también podcasts o canales de YouTube.
Hay muchas ramas de la filosofía ¿cuál es la tuya? ¿Cómo llegaste a lo que hacés hoy?
Yo soy un filósofo analítico. Desde hace un par de años me dedico a la filosofía de la tecnología, en particular la filosofía de la Inteligencia Artificial, y siempre me moví en el mundo de la filosofía de la mente, en la que sigo pensando, dando clases y escribiendo. Fundé con Karina Pedace GIFT (Grupo de Inteligencia Artificial, Filosofía y Tecnología) y trabajo en el Instituto de Investigaciones Filosóficas de la Sociedad Argentina de Análisis Filosófico.
Durante mi carrera universitaria me costó mucho encontrar mi lugar en el vasto terreno de la filosofía, que tiene muchas tradiciones y campos. Finalmente encontré en la filosofía analítica el espacio donde me sentía más cómodo y en la filosofía de la mente los temas que me interesaban. Yo quería saber cómo eran las estructuras detrás del pensamiento, de la cognición. Con el tiempo ese interés fue cambiando levemente hacia si era posible que las máquinas pensaran… ¡y en eso estoy!
Sos activo en redes ¿qué te permiten pensar?
Desde chico me fascina la tecnología. Soy el típico niño de los 80 que rogó por años una Commodore 64 hasta que Papá Noel se le trajo una usada en Navidad. Ese verano nunca salí al patio, pasaba horas usándola y tratando de entender el lenguaje BASIC. Recuerdo perfectamente cuando en 1996 entré por primera vez a Internet, en una computadora que tenía mi madrina, y desde entonces pasé por foros de BBS, sitios en Geocities, blogs, Tumblr, Twitter, Instagram, TikTok… siempre me gustó la comunicación y siempre me gustó aprender y entusiasmar a otros. Creo que hay muchas esquinas oscuras en Internet, pero sigo creyendo en su poder de crear comunidades y conectar a las personas.