Las relaciones entre el cambio climático y las enfermedades infecciosas son muchas. El aumento de los casos y la emergencia de este tipo de enfermedades son algunas de sus consecuencias.
Más lluvias, o más sequía, más calor o más frío, un cambio en la circulación de los océanos, un aumento en el nivel del mar y el retroceso de los glaciares son algunos de los efectos del cambio climático, pero no son todos porque, como en un efecto dominó, estos fenómenos tienen consecuencias que van desde desplazamientos de personas hasta problemas de salud entre otros.
Según un reciente estudio realizado por la Universidad de Hawaii, más del 58 por ciento de las enfermedades humanas causadas por patógenos, como el dengue, la hepatitis, la neumonía, la malaria y el zika se han visto agravadas por el cambio climático. El estudio estuvo a cargo de Camilo Mora, profesor del Departamento de Geografía y Medio Ambiente, y fue publicado en Nature Climate Change.
“La estimación en base a los datos del mundo real es que 218 enfermedades infecciosas de las 375 enumeradas en la Red Global de Enfermedades Infecciosas y Epidemiología (GIDEON, por sus siglas en inglés), se han agravado. Esto es objeto de preocupación y ocupación con el fin de mitigar los efectos del cambio climático antropogénico en la salud humana.
El estudio es transversal, integrado y transdisciplinario bajo el concepto de una sola salud: humana, veterinaria y ambiental”, afirmó la Dra. Silvia González Ayala, especialista en infectología. No se trata solo del agravamiento, además “hay un aumento de la frecuencia de algunas enfermedades relacionado con el cambio climático, dengue es un ejemplo”, continúa la especialista.
Los investigadores buscaron casos probados de enfermedades infecciosas afectadas por eventos del cambio climático y calcularon su impacto en torno a tres factores que antes no se relacionaban: el tipo de agente, por ejemplo, si fue una bacteria o un virus; el modo en el que se contrajo la enfermedad, a través de vectores, los alimentos o el agua; y cualquier evento de cambio climático que podría haber influido, como lluvias, sequías o calentamiento.
El cambio climático influye en más de 1.000 vías de transmisión y los riesgos climáticos aumentan a nivel mundial, por eso es necesario que el mundo reduzca las emisiones de gases de efecto invernadero para reducir los peligros.
También es importante conocer a fondo las vías y la magnitud con que el cambio climático podría afectar a las enfermedades causadas por patógenos para poder prevenir las crisis sanitarias mundiales. Hay que tener en cuenta que el cambio climático va a redistribuir y exacerbar las enfermedades existentes. Enfermedades que se presentaban en unas latitudes ocurrirán en otras y las que ya estaban presentes se van a hacer más bruscas e intensas.
Según la Organización Panamericana de la Salud (OPS), el Cambio Climático es la mayor amenaza para la salud mundial del siglo XXI. La salud es y será afectada por los cambios de clima a través de impactos directos como olas de calor, sequías, tormentas fuertes y aumento del nivel del mar e impactos indirectos como enfermedades de las vías respiratorias y las transmitidas por vectores, inseguridad alimentaria y del agua, desnutrición y desplazamientos forzados.
Causas, efectos e interacciones, un combo peligroso
La influencia del clima sobre las enfermedades infecciosas y su transmisión se produce por diferentes causas y factores que interactúan. La Dra. González Ayala lo explica con claridad:
“El aumento de la temperatura, los incendios forestales y las lluvias genera un incremento de algunas enfermedades infecciosas en el hombre por tres mecanismos:
El primero debido a que incide en la modificación de algunas características de los agentes causales, como la sobrevivencia, el crecimiento (aceleración del ciclo) y la virulencia. Esto se expresa en el incremento de casos de enfermedades causadas por especies de Vibrio en los países bálticos, por ejemplo.
El segundo es que también inciden en el desarrollo, aumento y expansión territorial de las poblaciones de los insectos transmisores de distintas enfermedades como mosquitos, jejenes y garrapatas o de los reservorios como roedores, otros mamíferos y aves. En Europa, se observa en casos como el retorno del paludismo de transmisión autóctona en Grecia y las recientes extensiones de las áreas con riesgo de transmisión de la encefalitis por mordedura de garrapata. Mientras que, en nuestro país, la alerta emitida por el Servicio Nacional de Sanidad y Calidad Agroalimentaria (SENASA) ante la posibilidad de introducción de la gripe aviar con la llegada de las aves migratorias; el aumento en la frecuencia de la presentación de casos de leishmaniasis cutánea y de Fiebre hemorrágica argentina también son expresión de los fenómenos citados.
El tercero y último mecanismo se relaciona con el aumento de la transmisión por las modificaciones en los ecosistemas debido a los fenómenos naturales, pero también antropogénicos como la tala, el monocultivo y el uso de plaguicidas, entre otros, que aumentan la posibilidad del contacto del hombre con los vectores y reservorios de diferentes microorganismos. Así, durante las olas de calor, aumenta la exposición al agua dulce con fines recreativos lo que resulta en una mayor frecuencia de enfermedades diarreicas, conjuntivitis y meningoencefalitis por amebas.
Las inundaciones son determinantes de las infecciones transmitidas por agua como las enfermedades gastrointestinales producidas por distintos enteropatógenos como E. coli, especies de Salmonella, especies de Shigella, norovirus, rotavirus, especies de Cryptosporidium, Giardia lamblia, Vibrio cholerae y Hepatitis A. En nuestro medio, el incremento de casos/brotes o epidemias focalizadas de leptospirosis y diarrea son exponentes de este fenómeno.
Por otro lado, las alteraciones en los ecosistemas también tienen como consecuencia la concentración de las personas afectadas, en la mayoría de las situaciones con condiciones habitacionales inadecuadas como hacinamiento e inseguridad alimentaria, lo que aumenta la posibilidad de transmisión de patógenos respiratorios como influenza, SARS-CoV-2, otros virus respiratorios, sarampión, Corynebacterium diphteriae, etc.; enfermedades gastrointestinales, infecciones de piel como escabiosis y ectoparasitosis (pediculosis).
Otro aspecto a considerar es el salto de especies de un agente causal relacionado con la migración de especies como murciélagos, roedores, monos y aves en busca de alimento y de un nuevo hábitat después de incendios, inundaciones/sequías, tala, aumento de la temperatura incrementando la proximidad con el hombre y por lo tanto el riesgo de transmisión de patógenos”.
Nuestro lugar en el mundo
Nuestro país no es la excepción y también sufre las consecuencias del cambio climático. “En Argentina, la enfermedad cuyo número de casos aumenta y ha disminuido el intervalo interepidémico es dengue. Desde su reemergencia en la provincia de Salta en 1997-1998, se han producido tres epidemias nacionales: 2009-2010, 2015-2016 y 2019-2020 con 26.293, 41.247 y 58.889 casos confirmados y 5, 11 y 26 muertes respectivamente.
Actualmente afecta a 18 provincias. Los números muestran un muy acentuado aumento porcentual entre una epidemia y la siguiente. En las dos primeras epidemias el serotipo predominante fue DEN-1 (>90%); pero, en la última DEN-1 produjo el 75% de los casos, DEN-4, 26% y DEN-2, 2%”, nos informa la Dra. González Ayala.
“Las epidemias se produjeron como consecuencia del aumento de la temperatura y las lluvias, el incremento de la población de mosquitos, la ausencia de agua de red en distintas localidades, la urbanización desordenada, las escasas y no sostenidas actividades de prevención en territorio como el descacharrado, la cobertura de los reservorios domiciliarios de agua, el uso de repelentes y vestimenta adecuada.
Recientemente. ya se registraron los primeros casos confirmados en la temporada que va desde agosto de 2022 a julio de 2023 y la situación en algunos estados del sur de Brasil nos impone una situación de alerta. Otras enfermedades cuyo número podría aumentar son: encefalitis de San Luis, rickettiosis, hantavirosis, enterovirosis, enfermedades transmitidas por agua, leptospirosis y reintroducción de Zika y Chikungunya” agrega.
Y mañana qué
El futuro no parece alentador. “Hasta ahora, numerosos cambios se han establecido progresivamente, lo que indica que, de no modificarse los factores determinantes, permanecerán. Sin duda, algunas enfermedades infecciosas podrían ser más graves y frecuentes.
La Organización Mundial de la Salud (OMS) denomina enfermedades nuevas o emergentes a las identificadas a partir del año 1975. La infección/enfermedad por el virus de la inmunodeficiencia humana y la producida por SARS-CoV-2 son ejemplos que resultaron del salto de especie y causan las pandemias que están en curso.
También en el listado de la OMS del año 2018 hay una enfermedad X que será una nueva emergente, así como ya tuvimos la COVID-19. El objetivo de esta inclusión es la preparación para la respuesta adecuada ante una epidemia/pandemia”, afirma la Dra. González Ayala.
Más allá de trabajar en reducir la producción de gases de efecto invernadero para intentar detener el cambio climático, mientras tanto es importante tomar medidas en el área de salud para hacer frente a una situación que se intuía pero que, con estas investigaciones, es una certeza: que el aumento de las enfermedades infecciosas tiene una relación directa con los fenómenos climáticos.
“Es fundamental que la salud sea una política de Estado prioritaria lo cual significa planificación y asignación de recursos en investigación y desarrollo, capacitación del personal del equipo de salud, promoción, protección y asistencia.
El sistema de salud que debe brindar atención de las personas en Argentina está ausente se caracteriza por la ineficiencia, la inequidad y los costos elevados. Por lo tanto, debe ser construido racional y consensuadamente con los diferentes actores entre los que se encuentran los distintos niveles del subsector público -municipal, provincial, nacional-, obras sociales y mutuales, fuerzas de seguridad y prepagas y con estrategias definidas con adecuados niveles de complejidad, como el trabajo en red, por ejemplo. El enfoque debe ser transversal, integral e integrado, una sola salud”, reflexiona la Dra. González Ayala.
Los modelos climáticos proporcionan resultados a escala regional que posibilitan realizar proyecciones para ayudar a las autoridades de salud de los distintos países. Conocer la distribución de las lluvias y las estimaciones de temperatura permite prever dónde podrían darse las condiciones para la emergencia de determinadas enfermedades y estar preparados para hacerles frente de la mejor manera posible. Sin embargo, el verdadero desafío a enfrentar y modificar es con las causas que lo originan, el cuidado del medio ambiente que es la única manera de detener el cambio climático y sus devastadoras consecuencias en la salud humana.