Cannabis medicinal: controversias y oportunidades

cannabis medicinalEl cannabis medicinal deriva de la planta Cannabis sativa, se usa para tratar determinadas afecciones y genera tantas controversias como expectativas.


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El estatus legal del consumo de cannabis como sustancia adictiva, ha sido y es objeto de debate y controversia desde hace décadas en el mundo. Muchos países tienen leyes referidas al cultivo, posesión, venta y consumo de cannabis. ​

En Argentina el cannabis está regulado por el Código Penal, que prohíbe su posesión, cultivo y suministro, excepto para fines médicos autorizados. Las estadísticas oficiales estiman que el cannabis es consumido por el 7,8% de la población argentina.

El cannabis medicinal se legalizó en 2017. En agosto de 2023, se lanzó formalmente la agencia reguladora responsable de otorgar licencias para la producción y el comercio de derivados del cannabis.

Las regulaciones evolucionaron con el tiempo y, a partir de enero de 2024, los pacientes autorizados pueden poseer y cultivar cannabis, además, existe un sistema de licencias para el suministro de cannabis medicinal.

Un foro sobre cannabis medicinal

El 10 de diciembre la Fundación FEMEBA realizará un foro sobre Cannabis Medicinal. Hablamos con el Dr. Francisco López, médico investigador de la Fundación FEMEBA, quien nos adelantó los temas que se tratarán. “Se debatirá sobre los avances más recientes en el uso terapéutico del cannabis. Se abordarán temas como la evidencia clínica sobre los efectos del THC, CBD y otros cannabinoides en el tratamiento de condiciones como el dolor crónico, epilepsia refractaria, esclerosis múltiple, artritis y enfermedades inflamatorias, síntomas asociados al cáncer, asma y enfermedades respiratorias y   trastornos del sueño. También conoceremos aspectos como la regulación y el control de calidad, que buscan establecer criterios seguros y eficaces para su producción y uso en sistemas de salud. El encuentro busca promover el desarrollo de terapias basadas en evidencia de manera responsable y con respaldo científico, apuntando a mejorar la calidad de vida de pacientes con este tipo de dolencias”, explicó el Dr. López.

Posiciones encontradas

Si bien existen diversos estudios que demuestran el potencial del cannabis medicinal en determinado tipo de aplicaciones, el tema no deja de generar controversia en muchos lugares del mundo.

El Dr. López describe el escenario y nos explica ambas posiciones.

“Existen argumentos a favor del cannabis medicinal que se basan en distintos aspectos.

Por un lado, está la evidencia terapéutica en desarrollo. Hay estudios que muestran que el cannabis puede ser eficaz en el tratamiento de condiciones como el dolor crónico, la espasticidad asociada a la esclerosis múltiple, las náuseas inducidas por la quimioterapia y ciertos tipos de epilepsia refractaria.  Los defensores señalan que sus componentes principales, THC y CBD, tienen propiedades analgésicas, antiinflamatorias y anticonvulsivas.

Además, suman la regulación y acceso controlado del cannabis medicinal que se da en muchos países (incluyendo Argentina bajo la Ley 27.669) y que ha permitido, la producción estandarizada y segura, el acceso legal para quienes lo necesitan y promoción de investigaciones clínicas y epidemiológicas sobre su uso en diferentes patologías.

Otro elemento que destacan quienes están a favor es el perfil de seguridad favorable, pues, aunque no está exento de efectos adversos, el perfil de seguridad del cannabis, especialmente de los productos ricos en CBD, es considerado aceptable cuando se usa bajo supervisión médica, con menos riesgos que los opiáceos en el manejo del dolor.

Otro argumento es la mejora de la calidad de vida en pacientes que no responden bien a tratamientos convencionales. Algo que se vuelve particularmente relevante en enfermedades terminales o crónicas.

Un aspecto más es que, en países como Estados Unidos, el cannabis medicinal se propone como una alternativa menos adictiva y con menor riesgo de sobredosis en comparación con los opioides, que han causado una crisis de salud pública.

Respeto a los derechos de los pacientes, los defensores argumentan que son ellos quienes deberían tener el derecho de elegir tratamientos que mejoren su calidad de vida, incluso si la evidencia científica aún está en desarrollo.

Las regulaciones van ayudando a normalizar su uso en un contexto clínico, eliminando el estigma asociado a su uso recreativo.

Quienes argumentan en contra, también tienen muchos aspectos en cuenta.

Argumentan falta de evidencia sólida aduciendo que muchos de los estudios disponibles tienen limitaciones, como tamaños de muestra pequeños o falta de ensayos controlados a largo plazo metodológicas (la mayoría son estudios observacionales). Esto dificulta establecer conclusiones definitivas sobre su eficacia y seguridad.

También ponen en duda la eficacia; aunque el cannabis ha mostrado ser prometedor en algunas indicaciones, en otros casos su eficacia no supera a la de tratamientos estándar disponibles. Por ejemplo, para el manejo del dolor neuropático, algunos metanálisis indican que los beneficios pueden ser marginales y que el efecto placebo puede desempeñar un papel importante

Otro argumento que esgrimen quienes no están a favor del uso del cannabis medicinal es que el consumo de THC puede afectar funciones cognitivas como la memoria, la atención y la capacidad de toma de decisiones. Esto es particularmente preocupante en adolescentes y adultos jóvenes cuyo cerebro aún está en desarrollo. Existe evidencia que sugiere que el uso prolongado de cannabis, incluso con fines médicos, podría aumentar el riesgo de enfermedades psiquiátricas como la esquizofrenia en personas predispuestas genéticamente​

Otro aspecto que destacan está relacionado con la dependencia. Aunque el riesgo de dependencia del cannabis es menor en comparación con los opiáceos, no es inexistente. Entre el 9% y el 17% de los usuarios desarrollan un trastorno por uso de cannabis, lo que puede generar consecuencias clínicas y sociales negativas​

Algunos también argumentan que la legalización del cannabis medicinal podría conducir a la percepción de que el cannabis es completamente seguro, lo que podría fomentar su uso recreativo, especialmente entre adolescentes y jóvenes adultos. La confusión entre el uso médico y recreativo dificulta la implementación de políticas claras y el control de su comercialización

Finalmente aseguran que puede generar expectativas irreales entre los pacientes, especialmente aquellos en condiciones graves, llevándolos a abandonar tratamientos convencionales más efectivos”.

Un uso regulado

El Dr. Francisco López señala qué aspectos deberían tenerse en cuenta para contar con un uso regulado del cannabis medicinal que ofrezca el marco que permita obtener sus beneficios y minimizar los riesgos.

Respecto del marco legal y normativo:

Es necesario respetar y mejorar el marco normativo existente; contar con licencias estrictas para productores y distribuidores para garantizar que solo entidades autorizadas cultiven, procesen y distribuyan cannabis, cumpliendo con estándares de calidad y seguridad y también implementar un sistema de seguimiento desde la producción hasta el paciente para evitar la desviación hacia usos recreativos o ilegales para tener una trazabilidad de los productos.

En cuanto a la producción y control de calidad:

Es conveniente adoptar estándares de calidad farmacéutica, incluyendo niveles específicos de cannabinoides (THC y CBD), ausencia de contaminantes, y métodos de cultivo controlados; a esto debe sumarse la supervisión regulatoria de las autoridades sanitarias que deben auditar regularmente a los productores; además, es importante dar un impulso a la investigación con estudios para mejorar la calidad del producto y optimizar dosis, formulaciones y métodos de administración.

En lo que se refiere a la prescripción y uso clínico:

Es fundamental la capacitación de médicos para asegurar que estén puedan evaluar la idoneidad del cannabis medicinal para sus pacientes y para monitorear su efectividad y posibles efectos adversos; es importante promocionar la dosificación persoúltimo,da que garantice dosis adaptadas a las necesidades de cada paciente, considerando la condición médica y la respuesta al tratamiento; por último hay que poner límites de prescripción que restrinjan las cantidades que pueden prescribirse para prevenir el uso indebido.

Otro aspecto a tener en cuenta es el acceso controlado:

Aquí se debe prestar atención a los puntos de dispensación y venta autorizados en farmacias o dispensarios certificados que cumplan con estándares de seguridad y almacenamiento; también hay que crear un registro de pacientes para monitorear el acceso al cannabis medicinal, garantizando que solo las personas con recetas válidas puedan obtenerlo.

Un trabajo importante debe realizarse en educación y concientización:

La creación de campañas informativas para pacientes, profesionales de la salud y público sobre los usos legítimos del cannabis medicinal, sus beneficios y riesgos potenciales; en este punto, la prevención de abusos es muy importante para sensibilizar sobre los riesgos del uso recreativo o desviado del cannabis.

Finalmente, la supervisión y evaluación son también piezas de un uso seguro:

Monitorizar el impacto implementando sistemas permitirá recopilar datos sobre el impacto del cannabis medicinal, incluyendo beneficios terapéuticos y problemas relacionados con su uso; junto con esto, una revisión periódica de la regulación para ajustar las normas según nuevas evidencias científicas o tendencias de uso.

 

Con las regulaciones y la información adecuada, el cannabis medicinal puede ser una buena alternativa que permita realizar una acción terapéutica segura y eficiente.