Día del médico, ¿por qué se celebra el 3 de diciembre?

día del médico
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El día del médico fue instaurado en honor al Dr, Carlos Finlay Barré, médico cubano que descubrió el origen de la fiebre amarilla.


Carlos Finlay Barré, nació el 3 de diciembre de 1833 cuando todavía, en esa fecha, no se celebraba el día del médico, que actualmente le hace honor a él.

Finlay fue el médico que descubrió que un mosquito transmitía la fiebre amarilla y fue ignorado por sus pares.

De apellido escocés, nació en Cuba porque el destino lo quiso así: su padre, Edward, un médico que quiso sumarse al ejército de Simón Bolívar, viajó en un barco que naufragó, se casó en Trinidad y Tobago y se mudó a la actual localidad de Camagüey.

En 1855, su hijo se graduó en el Jefferson Medical College, en Estados Unidos donde estudió con el profesor John Mitchell, defensor de la innovadora teoría que sostenía que los gérmenes eran transmisores de enfermedades. Las enseñanzas de Mitchell le quedaron grabadas toda su vida: le remarcaba la importancia de la observación y la investigación.

Para este médico cubano, el reconocimiento llegó 38 años después de su muerte cuando se determinó que en su fecha de nacimiento se celebrara el día del Médico.

Había pasado toda su vida investigando qué era lo que causaba la fiebre amarilla y cuando descubrió que el culpable era un mosquito, nadie le creyó.

El anuncio
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En febrero de 1881 fue a Washington D. C. como representante del gobierno colonial ante la 5.ª sesión de la Conferencia Sanitaria Internacional y presentó por primera vez su teoría de la transmisión de la fiebre amarilla por un agente intermediario, el mosquito. Su hipótesis fue recibida con frialdad y casi total escepticismo.

Solo fue divulgada por una modesta revista médica de Nueva Orleans a través del doctor Rudolph Matas, recién graduado en Medicina, quien había participado en la comisión mixta hispano-norteamericana en calidad de intérprete.

De regreso a Cuba, en junio de 1881, Carlos J. Finlay realizó experimentos con voluntarios y no solo comprobó su hipótesis, sino que descubrió también que el individuo picado una vez por un mosquito infectado quedaba inmunizado contra futuros ataques de la enfermedad. De ahí nació el suero contra la fiebre amarilla.

El 14 de agosto de 1881 participó de una disertación en la asamblea ordinaria de la Real Academia de Ciencias Médicas, Físicas y Naturales de La Habana donde expuso su teoría: “El mosquito hipotéticamente considerado como agente de transmisión de la Fiebre Amarilla”.

Hasta entonces, las investigaciones con poco sustento afirmaban que la enfermedad se transmitía por el aire y por contacto directo.

Finlay aseguró que la hembra del Aedes Aegypti era la culpable de la propagación de un flagelo que desvelaba a la comunidad científica mundial.

Como respuesta obtuvo sonrisas, murmullos y un ruidoso silencio seguido del sonido de los médicos abandonando la sala.

Finlay tenía antecedentes: a su regreso de un viaje de estudios a Europa, había afirmado que el cólera se transmitía por la Zanja Real -el primer acueducto que suministró agua potable a la capital cubana- que pasaba por el barrio del Cerro donde vivía. Le prohibieron publicar el estudio que no se conocería hasta 1873, cuando la epidemia ya había pasado.

Otros estudios

La propagación del cólera y la viruela fueron su obsesión, pero, además, investigó la cirugía del cáncer, los efectos nocivos del gas del alumbrado, la lepra y el tétanos en los niños recién nacidos.

La guerra y el reconocimiento
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Durante el conflicto entre Estados Unidos y España por Cuba, en 1898, los norteamericanos estuvieron más preocupados por los soldados que morían por día por la fiebre amarilla que por las bajas en los campos de batalla. Leonard Wood, el gobernador militar de la isla, que además era médico, pidió al gobierno de Estados Unidos que enviase una comisión para estudiar por qué sus soldados se morían como moscas a raíz de la fiebre amarilla, también conocido como “el vómito negro”.

Dos médicos que integraban esa comisión y que investigaban el paludismo, recomendaron prestarles atención a las investigaciones del cubano. Uno de ellos, Jesse Lazear, estaba tan convencido de que Finlay estaba en lo cierto que murió para darle la razón.

Él y otros voluntarios se dejaron picar por mosquitos obtenidos de huevos provistos por Finlay, y que habían ingerido sangre de enfermos de fiebre amarilla dos semanas antes.

Lazear, el médico James Carroll y el soldado William Dean se enfermaron voluntariamente. Lezear llevó un diario en una pequeña libreta, donde describió los síntomas día por día. Trece días después, el 25 de septiembre de 1900, murió. Aun así Finlay no logró convencer al mundo científico.

Un año después, William Gorgas, un médico militar norteamericano, aplicó los consejos de Finlay, y realizó una campaña llamada “Guerra a muerte al mosquito”, con la cual comenzó la erradicación de la enfermedad.

Cuando Cuba declaró su independencia, Finlay fue nombrado Jefe Superior de Sanidad. En 1905, en tres meses eliminó una epidemia de fiebre amarilla, y ganó sus legítimos laureles.

Desde 1905, Finlay fue propuesto para el Premio Nobel, sin suerte. Falleció en La Habana el 20 de agosto de 1915, a los 82 años.

Día del médico

En 1953, el infectólogo argentino Remo Bergoglio, elevó una solicitud a la Organización Panamericana de la Salud (OPS) para homenajear al doctor Finlay y su extraordinaria labor.

El petitorio se aprobó OPS ese mismo año, proclamando el 3 de diciembre como el Día del Médico.