El chocolate: de la naturaleza a la felicidad

el chocolate
Imagen de Freepik

El chocolate nació en América y les abrió a los europeos un nuevo mundo de placeres. Pasó por las trincheras, la literatura y el cine y siempre estuvo entre los sabores más indiscutidos del mundo.


Un regalo de los Dioses, ese se supone que es el origen del chocolate y si la leyenda no es cierta, bien merecería serlo.

Cuenta la historia que el dios Quetzalcoatl regaló, el árbol de cacao a los hombres en México. Y que, años después, recibiría el nombre científico que conserva hasta hoy: Theobroma Cacao, que significa en griego “alimento de los dioses”.

Y el regalo de los dioses fue bien recibido y usado: el cacao no solo fue un alimento de gran importancia en la sociedad azteca, sino que también fue utilizado como moneda de cambio.

Se tomaba líquido, mezclado con especias. Se trataba de una bebida muy energética, oscura, espesa y espumosa a la que llamaban «tchocolatl», un nombre muy similar al actual chocolate.

Las primeras estimaciones calculaban que la relación del hombre con el chocolate databa del 1500 a. C y que había llegado de la mano de la tribu Olmeca para luego llegar a los Mayas y Aztecas quienes perfeccionarían su uso y dejarían un importante legado sobre este fruto.

Sin embargo, un reciente estudio publicado en 2016 podría probar que el cacao fue usado 500 años antes, casi por casualidad: los indígenas de América Central habrían aprovechado los residuos de la semilla que quedaban después de producir cerveza con las pulpas de sus vainas.

El chocolate llega a Europa

Con el descubrimiento de América, llegó para los europeos, el descubrimiento del cacao que entró a Europa a través de España y se fue expandiendo primero hacia Portugal e Italia y luego a Francia, Inglaterra y los Países Bajos en el siglo XVII.

«La bebida divina, que aumenta la resistencia y combate la fatiga. Una taza de esta preciosa bebida permite al hombre caminar durante un día entero sin comer», así lo describía Hernán Cortés en 1519.

Pero el cacao aún seguía consumiéndose como bebida. Hubo varios intentos para obtener un chocolate sólido, pero este objetivo recién se logró en el siglo XIX.

Los bombones, en cambio, habrían sido los más adelantados. Cuenta la historia que en el siglo XVIII el pastelero de Luis XIV preparó frutas cubiertas con chocolate. El rey, entusiasmado, exclamó: c,est bon bon! (es bueno, bueno) y de esa expresión de júbilo nació el nombre de lo que hoy conocemos como bombones. Aquellos, que muchos años después, Forrest Gump incluía en su bella frase: ‘la vida es como una caja de bombones, nunca sabes lo que te va a tocar’.

Entre aquella bebida acompañada por otros ingredientes hasta lo que conocemos hoy como chocolate, cambiaron muchas cosas. En 1819 François-Louis Cailler fundó la primera fábrica de chocolate en Suiza y en 1824 abrieron las fábricas de Cadbury y Suchard.

Debió pasar casi una década desde esa primera fábrica para que, en 1828, el químico holandés, Johannes van Houten, patentara una prensa hidráulica con la intención de elaborar una consistencia distinta que permitiera consumir chocolate de una forma diferente a la bebida. A través de la presión, el holandés logró separar los sólidos del chocolate de su grasa y luego de algunos procesos químicos, convertirlo en polvo.

Ese polvo podía combinarse con leche o con manteca y azúcar: la forma más cercana al chocolate que todos disfrutamos hoy.

En 1845 Lindt abrió su fábrica. Dos años después la marca inglesa J. S. Fry & Sons produjo la primera tableta de chocolate de la historia. Llegaría luego el chocolate con leche de la mano del chocolatero suizo Daniel Peter y en 1879, el mismo año en el que nació la fábrica de Nestlé, a Rodolphe Lindt se le ocurrió volver a agregar la manteca de cacao procesada a la mezcla, consiguiendo así que el chocolate ofreciera una textura sólida, cremosa y crujiente pero que se deshacía en la boca.

Un verdadero héroe

Durante la Segunda Guerra, el chocolate tuvo un momento de gloria: el gobierno de Estados Unidos decidió incorporar barras de chocolate como ración de combate, y le  encargó a Milton S. Hershey la creación de barras de chocolate especiales: Chocolate de las Fuerzas Armadas de Estados Unidos. La primera ración de barra de chocolate de emergencia encargada por las Fuerzas Armadas de los Estados Unidos se llamaba Ration D Bar y debía cumplir con varios requisitos: pesar 4 onzas (un poco más de 100 grs); tener un alto valor energético; ser capaz de soportar altas temperaturas y tener un sabor que fuera «un poco mejor que el de las papas hervidas».

El jefe de químicos de la fábrica de Hershey, Sam Hinkle, tuvo que desarrollar un método de producción enteramente nuevo para obtener un bloque duro de chocolate color café oscuro que requería algo de esfuerzo para partirse.

El paquete de tres barras de chocolate de cuatro onzas le aportaba al soldado de combate las 1.800 calorías de sustento mínimo recomendado al día. Además del sabor poco atractivo de la Ration D, se incluyó un supresor del apetito, para evitar que los soldados las comiesen todas de una sola vez.

En 1943, la División de Suministros de las Fuerzas Armadas volvió a convocar a Hershey y le pidió que produjera un chocolate con un sabor algo mejorado, pero que todavía aguantase el calor extremo. Tras un corto periodo de experimentación, Hershey company completó su nuevo producto, el Hershey’s Tropical Bar, más parecido a las barras de chocolate normales, tanto en forma como en sabor. A muchos soldados todavía les parecía un poco tosco y no tan sabroso, pero aseguraban que era perfecto como comida rápida en el campo de batalla, o como material para el trueque.

Se estima que entre 1940 y 1945 se produjeron más de 3.000 millones de barras de estos dos tipos, y que se distribuyeron a los soldados en todo el mundo.

Por sus servicios en la guerra, la compañía recibió cinco condecoraciones del ejército por la calidad y cantidad de su producción.​

Otro gran incentivo para cuidar el planeta

Imagen de Freepik

Más allá de su historia, el chocolate, sin dudas, conquistó el paladar de la mayor parte de la humanidad. Tanto que llevó al gran poeta Fernando Pessoa a asegurar que “No hay metafísica en la tierra como los chocolates”.

Pero ¿podríamos quedarnos sin este bien tan preciado para todos?

La sobre explotación de recursos, sumada a la crisis climática podría reducir la capacidad de producir alimentos para el mundo, tal como advirtió la ONU en su informe de 2019.

Si no comenzamos a tomar medidas de cuidado, el creciente dióxido de carbono en la atmósfera y las temperaturas en aumento reducirán el rendimiento y calidad de las cosechas y los alimentos. En este contexto, la planta de cacao, podría no sobrevivir al aumento de temperaturas, la desertificación y la sobreexplotación actual y el cacao podría convertirse en un alimento de lujo hacia el año 2030.

Nos gusta tanto el chocolate

Imagen de Freepik

El consumo de chocolate a nivel mundial avanza a pasos agigantados, tanto así que para el 2025 se espera que el mercado mundial crezca un 4,78% anual hasta alcanzar los 182.090 millones de dólares para 2025.

Con 3 kg por año, per cápita nuestro país tiene el consumo más alto de la región junto con Uruguay. Aunque a nivel mundial Suiza se lleva el premio con 11 Kg per cápita al año.

Y como es un gusto mundial, el chocolate tiene su día internacional. Desde 1995, cada 13 de septiembre se celebra el Día Internacional del Chocolate. La celebración nació en Francia y la fecha fue elegida en honor al aniversario de nacimiento de Roald Dahl, el escritor británico conocido por ser el autor de “Charlie y la Fábrica de Chocolate”.

El libro tiene, además, dos versiones cinematográficas, la primera del director Mel Stuart con Gene Wilder en el papel de Willy Wonka. Y la segunda de Tim Burton, en 2005.

La fecha del 13 de septiembre tiene un plus: también es la fecha de nacimiento de Milton Snavely Hershey, Fundador de The Hershey Chocolate Company.