En un mundo que se mueve y cambia de manera cada vez más veloz, la creatividad es una herramienta valiosa que nos permite adaptarnos al entorno y dar respuestas novedosas.
“Juntas dos cosas que no se habían juntado antes. Y el mundo cambia. La gente quizá no lo advierta en el momento, pero no importa. El mundo ha cambiado, no obstante”. Así comienza Niveles de vida, uno de los tantos libros del escritor inglés Julian Barnes.
La historia que está a punto de contar es una historia de amor, pero la frase bien podría ser una definición de creatividad.
“Desde las ciencias cognitivas, la creatividad se trata de recombinar información existente y utilizarla de una manera novedosa. Suele tener dos momentos: la etapa divergente, donde pensamos de manera asociativa abriendo diferentes posibilidades, pero sin activar el juicio más lógico; y un momento convergente de selección, donde sí utilizamos nuestro razonamiento lógico”, afirma Sofía Geyer, experta en creatividad de INECO Organizaciones.
La importancia de ser creativos
Es bastante habitual que las personas relacionen la creatividad con la capacidad de generar productos artísticos o visuales, sin embargo, no debe reducirse a estos puntos. La creatividad también se relaciona directa y estrechamente con la motivación, un factor clave en el triunfo de proyectos de cualquier tipo o campo.
En un mundo en el que los cambios no solo son constantes, sino que, además, se mueven a una velocidad cada vez más alta, la capacidad de hacer frente a las distintas situaciones que se presentan requiere respuestas flexibles. Y aquí es donde las capacidades de pensamiento y acción concreta que se relacionan con la creatividad cobran una importancia creciente.
“La creatividad es más una acción que una cualidad única que tiene una persona. Hay contextos que demandan una resolución rápida de problemas, o de mucho pensamiento divergente, y ahí las personas con mayor facilidad en esta etapa, están beneficiadas. En el mundo laboral de hoy en día, que demanda cambios cada vez más rápidos, y resolución rápida de problemas, la creatividad es un beneficio”, asegura Geyer.
Pero ¿qué sucede en situaciones que requieren otro ritmo y otra estructura de pensamiento? ¿Puede la creatividad volverse un perjuicio, algo negativo?
“Desde mi punto de vista, sí, -afirma Geyer- porque depende de la demanda del entorno y del momento. Por ejemplo, si se necesita un momento más convergente, llevando a cabo las ideas e implementándolas, por ejemplo: cuando en el trabajo se necesita dedicarse de inmediato a la implementación de un proyecto, y no seguir pensando y creando nuevas posibilidades y alternativas. Ahí la creatividad se vuelve un obstáculo, algo negativo. Por eso es importante entrenarla, pero también aprender a gestionarla”.
Nacer o crecer creativos
“La creatividad es simplemente conectar cosas. Cuando le preguntas a las personas creativas cómo hicieron algo, se sienten un poco culpables, porque en realidad no lo hicieron, simplemente vieron algo. Algo que después de algún tiempo, les pareció obvio», decía Steve Jobs.
La actividad creadora es una acción misteriosa que muchos han tratado de conocer. Tal como afirma Sofía Geyer puede ser considerada un tipo de inteligencia o no, dependiendo de la definición que tomemos. Si bien, “la creatividad no es una función cognitiva única, ni un momento único, ya que el proceso creativo cuenta con diferentes etapas. En cada una de estas etapas, se utilizan diversos procesos que se engloban dentro de la descripción más clásica de la inteligencia. Mientras que, en otras etapas, no tanto. A nivel personal, me gusta la teoría que propone el psicólogo investigador Scott Barry Kaufman en su libro Ungifted: intelligence redefined, donde propone que tanto la creatividad como otras habilidades no cognitivas tales como la resiliencia o la regulación emocional, entre otras, deberían entrar en nuestro concepto de inteligencia”.
La creatividad, entonces, es un fenómeno complejo y diverso. Es cierto que puede ser potenciado de diferentes maneras, pero existen factores favorecedores e inhibidores de la creatividad. Hay más probabilidades de que una persona sea creativa si se dan ciertas condiciones.
Así lo explica la experta en creatividad Sofía Geyer “existen factores de las personas que muestran mayor correlación con la creatividad, por ejemplo, una dimensión de la personalidad. Se encontró que aquellas personas que tienen mayor puntaje en la dimensión de apertura a las experiencias, que les gusta más lo novedoso y que cuentan con una gran imaginación son más creativas. Sin embargo, la creatividad es un proceso mental, con diferentes etapas donde procesamos información, por ende, todos pueden aprender a ser creativos”.
Criando niños creativos
Teniendo en cuenta los aspectos positivos de la creatividad y su relación con cualidades como la inquietud, el no-conformismo, la independencia en la acción, la confianza o la seguridad que nace de lo que los niños saben o aprenden a hacer a través de sus capacidades y de sus talentos, entendemos la importancia de fomentarla desde la niñez.
Es importante preparar a los niños para ser diferentes, originales, insólitos e independientes; potenciar su capacidad de ser innovadores y creativos en todos los ámbitos de la vida. Porque la creatividad sirve para reforzar la autoestima, la autonomía y la seguridad.
En una nota desarrollada por el CONICET, la investigadora Gabriella Krumm explica que “es fundamental favorecer el desarrollo creativo y hacerlo desde los primeros años de la educación, ya que mediante el pensamiento creativo se consolida el pensamiento lateral y el divergente”.
“Si queremos formar personas con una productividad más original, debemos fomentar acciones que contribuyan a desarrollar recursos que hagan posible el desarrollo de la creatividad desde la niñez”, remarca Krumm.
Hay muchos aspectos a tener en cuenta cuando queremos fomentar la creatividad en los chicos. Así lo señala Sofía Geyer:
“Por un lado, considero que se debería evitar lo que Ronald Begheto llama ‘la mortificación creativa’. Es decir, aquellos momentos de supresión creativa que aparecen como consecuencia de diferentes situaciones en las que las ideas diferentes a la norma reciben una evaluación negativa y provocan un sentimiento de vergüenza. Este tipo de juicios provoca que los niños tiendan a arriesgar menos y a alejarse de la originalidad al pensar y contar ideas por temor al qué dirán.
Asimismo, considero que debemos dejar espacios ‘vacíos’, donde los niños puedan aburrirse, donde no tengan que seguir actividades estructuradas o con reglas y consignas externas. Podemos dejar que jueguen solos con sus juguetes, creando ellos sus propios juegos, trabajando en la ideación y la improvisación.
Debemos, además, fomentar los juegos de pensamiento divergente, proponiéndoles diferentes tipos de situaciones donde se requieran respuestas que los impulsen a pensar y jugar creando múltiples posibilidades como por ejemplo preguntarles ‘¿cuáles son todas las ideas que se te ocurren para llegar de una pared a la otra sin tocar el piso?’”.
Los beneficios de desarrollar la creatividad son muchos: mejora la autoestima, desarrolla la capacidad de comunicación, mejora las relaciones sociales aumenta la capacidad de adaptación ante los cambios, incrementa la habilidad para afrontar desafíos, contribuye al desarrollo de la imaginación, etc. Los padres, madres, docentes y el contexto escolar son actores principales en la tarea de estimular la creatividad porque como afirmaba el físico alemán y una de las mentes más brillante de la historia de la humanidad, Albert Einstein: «La creatividad es contagiosa. Pásala».