Pablo Neruda: 120 aniversario, un seudónimo, tres casas y un Nobel

Pablo Neruda
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Pablo Neruda es uno de los más grandes poetas latinoamericanos. Este año se celebran 120 años de su nacimiento.  


Ricardo Eliezer Neftalí Reyes Basoalto nació un 12 de julio de 1904, hace 120 años.

Era hijo de José del Carmen Reyes Morales, un empleado ferroviario, y de Rosa Neftalí Basoalto Opazo, una maestra de escuela que murió de tuberculosis cuando el niño tenía apenas dos meses. El padre volvió a casarse con Trinidad Candia Marverde y a quien el niño bautizó como su «Mamadre”

Pasaron los años y el padre lo mandó a la Universidad para que se forjara un futuro. El, ahora joven, se matriculó en el Instituto Pedagógico. El padre se enteró de que, en vez de frecuentar la Universidad, dedicaba mucho tiempo a la vida bohemia y dejó de mandarle dinero para sus gastos.

En 1920, conoció a Gabriela Mistral quien lo influenció con lecturas de los grandes de la literatura rusa.

En 1921, con el fin de evitarle preocupaciones a su padre por tener un hijo poeta, decidió adoptar el seudónimo de Pablo Neruda.

La elección fue un homenaje a Jan Neruda, cuentista, novelista, político, dramaturgo y poeta, quien nació y murió en Praga en 1834-1891. Aquel Neruda pertenecía a la Escuela de mayo y fue una de las principales figuras del realismo checo del siglo XIX.

Este Neruda sentía que compartía con aquel una gran pasión por la literatura y los viajes.

A partir de ese entonces comenzó a utilizar ese nombre, y en 1946 lo legalizó.

De la autofinanciación al Nóbel

En 1923, un jovencísimo Neruda de 19 años, autofinanció la publicación de «Crepusculario», su primera obra. La obra llamó la atención del público y la crítica.

Así lo relataba en Confieso que he vivido, las memorias del poeta:

«En 1923 se publicó ese mi primer libro Crepusculario. Para pagar la impresión tuve dificultades y victorias cada día. Mis escasos muebles se vendieron. A la casa de empeños se fue rápidamente el reloj que solemnemente me había regalado mi padre, reloj al que él le había hecho pintar dos banderitas cruzadas. Al reloj siguió mi traje negro de poeta. El impresor era inexorable y, al final, lista totalmente la edición y pegadas las tapas, me dijo con aire siniestro. «No. No se llevará ni un solo ejemplar sin antes pagármelo todo.» El crítico Alone pagó generosamente los últimos pesos, que fueron tragados por las fauces de mi impresor; y salí a la calle con mis libros al hombro, con los zapatos rotos y loco de alegría.»

Aunque Crepusculario tuvo una buena recepción, no le alcanzaba para autosustentarse, por eso, en 1927, gracias a buenas amistades consiguió un puesto como Cónsul de Chile en Rangoon, Birmania.

Neruda ni siquiera sabía dónde quedaba la ciudad de Rangoon, pero eligió ese destino porque le gustó cómo sonaba la palabra. Allí vivió hasta 1929.

A lo largo de los años, tuvo otros puestos políticos. Y en junio de 1965, Neruda se convirtió en el primer escritor latino en obtener el título de Doctor Honoris Causa de Filosofía y Letras de la prestigiosa Universidad de Oxford.

Seis años después, en 1971, recibió el premio Nóbel.

Tres casas

Los tres hogares del poeta chileno son hoy museos, abiertos a todo aquél que quiera sumergirse más a fondo en su vida y legado. Casi tanto como su obra, sus residencias muestran parte de alma.

La Sebastiana

Pablo Neruda
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Se encuentra en la ciudad de Valparaíso, debe su nombre a su constructor, el español Sebastián Collado.

“Siento el cansancio de Santiago. Quiero hallar en Valparaíso una casita para vivir y escribir tranquilo. Tiene que poseer algunas condiciones. No puede estar ni muy arriba ni muy abajo. Debe ser solitaria, pero no en exceso. Vecinos, ojala invisibles. No deben verse ni escucharse. Original, pero no incómoda. Muy alada, pero firme. Ni muy grande ni muy chica. Lejos de todo pero cerca de la movilización. Independiente, pero con comercio cerca. Además tiene que ser muy barata ¿Crees que podré encontrar una casa así en Valparaíso?”

Eso les preguntó en 1959, a sus amigas Sara Vial y Marie Martner. La casa apareció, era obra de Sebastián Collado y era disparatada. Todo el tercer piso era una pajarera. Don Sebastián murió en 1949 y la casa estuvo abandonada durante muchos años.

La compró a medias con la escultora Marie Martner y su marido, el doctor Francisco Velasco que se quedaron con el subterráneo, el patio y los dos primeros pisos, mientras Neruda tomaba posesión de los pisos tercero y cuarto y de la torre. Tenía una vista privilegiada sobre la bahía.

En tres años el poeta terminó de construir y decorar la casa. Puso fotos antiguas del puerto y un gran retrato de Walt Whitman. Uno de los obreros le preguntó si era su padre. “Sí, en la poesía” – contestó Neruda.

Para la inauguración, en 1961, Neruda escribió el poema “La Sebastiana”, que después incluiría en el libro Plenos poderes.

La Chascona

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Queda a los pies del Cerro San Cristóbal, en el corazón del Barrio Bellavista. Está dedicada a su eterno amor, Matilde Urrutia, y su nombre deriva de su cabello desordenado y pelirrojo.

Neruda empezó a construirla en 1953. A esta casa le dedica su poema “La Chascona”, del libro La barcarola.

Se mudó en febrero de 1955, después de separarse de Delia del Carril. Neruda construía sus casas de manera singular, no comenzaba por el diseño de planos funcionales, espaciales y estructurales: “en una ocasión tenía una ventana, un cuadro y un sillón que le gustaban mucho, y quería formar un rincón que los incluyera”, cuenta el arquitecto Carlos Martner. El poeta condicionaba el espacio al objeto, el todo a la parte.

La Isla Negra

Neruda
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Situada en El Quisco, allí están las tumbas de Neruda y Matilde. Fue su lugar de inspiración cerca del océano.

En 1937 al volver de Europa a Chile, el poeta buscaba un lugar para dedicarse a su Canto General, un gran libro sobre la historia y la naturaleza americana.

“La costa salvaje de Isla Negra, con el tumultuoso movimiento oceánico, me permitía entregarme con pasión a la empresa de mi nuevo canto”- anotó en sus memorias.

La casa Isla Negra está inserta en el paisaje costero. Allí el mar, las fuertes olas, la playa y las piedras, le hacían revivir enorme impresión de la infancia cuando vio el océano por primera vez, en Puerto Saavedra. Más tarde el mar sería uno de los escenarios míticos de su poesía.

En la casa de Isla Negra, Neruda escribió parte importante de su obra, reunió allí la mayoría de sus libros.

El poeta

Es innegable: los libros y poemas de Pablo Neruda son referencia en la poética universal.

El poeta chileno publicó 40 títulos en vida y numerosas publicaciones post-mortem. En total son aproximadamente 169 obras: poemas, cuentos, discursos y antologías, entre otros géneros.

Sin duda “Veinte poemas de amor y una canción desesperada” fue el libro que lo llevó a la fama.

Pero no se pueden dejar de tener en cuenta obras como “Residencia en la tierra” (1925-1935), “Tercera residencia” (1925-1945), “Canto general” (1938-1949), “Odas elementales” (1952-1954), “Una casa en la arena” (1956-1966), “Estravagario” (1957-1958), “La barcarola” (1964-1967), “Las manos del día” (1967-1968), Aún (1969), “La espada encendida” (1969-70), “Geografía infructuosa” (1969-1972), “La rosa separada” (1971-1972).

“Confieso que he vivido” son las memorias de Neruda, publicadas por su viuda Matilde Urrutia junto al escritor venezolano Miguel Otero Silva un año después de su muerte.

“Neruda nos devolvía a lo nuestro, nos arrancaba de la vaga teoría de las amadas y las musas europeas para echarnos en los brazos a una mujer inmediata y tangible, para enseñarnos que un amor de poeta latinoamericano podía darse y escribirse «hic et nunc», con las simples palabras del día, con los olores de nuestras calles, con la simplicidad del que descubre la belleza sin el asentimiento de los grandes heliotropos y la divina proporción», describía Julio Cortázar.

También el importante crítico literario Harold Bloom situó al escritor entre los veintiséis autores centrales de la historia de la literatura. “Ningún poeta del hemisferio occidental de nuestro siglo admite comparación con él”, escribió.

En 1971, su discurso al recibir el premio Nobel de Literatura el propio autor explicaba: “La poesía es una acción pasajera o solemne en que entran por parejas medidas la soledad y la solidaridad, el sentimiento y la acción, la intimidad de uno mismo, la intimidad del hombre y la secreta revelación de la naturaleza”.

Luego insistió en la importancia de la naturaleza y en la sencillez como motor de la poesía. “El mejor poeta es el hombre que nos entrega el pan de cada día: el panadero más próximo, que no se cree dios (…) Si el poeta llega a alcanzar esa sencilla conciencia, podrá también esa sencilla conciencia convertirse en parte de una colosal artesanía, de una construcción simple o complicada, que es la construcción de la sociedad, la transformación de las condiciones que rodean al hombre», aseguró.