La polenta puede ser un plato sencillo o uno gourmet, pero seguro es anti frío, anticrisis y pro sabor. TRes recetas con toda la polenta para decirle hola al frío.
Tenés polenta dice la expresión cuyo significado metafórico es tenés fuerza. Y es que la polenta es un alimento que tiene importantes beneficios.
Es fácil de digerir, no tiene colesterol ni gluten, produce saciedad y aporta vitaminas y minerales.
Entre ellas están la vitamina A que contribuye al buen funcionamiento de los pulmones, riñones y corazón.
Vitaminas del grupo B, fundamentales para obtener energía.
Y minerales como hierro, zinc, magnesio o potasio.
Es fuente de fibra y antioxidantes.
Y sus carbohidratos de asimilación lenta la convierten en un alimento con un índice glucémico bajo.
Acompañada con verduras o carnes, es un plato muy completo, económico, ideal para el frío y, ahora, de moda.
La preparación básica
La polenta puede prepararse siguiendo las instrucciones del paquete, pero muchos tienen su secreto de familia para hacerlo: con más leche, con manteca, con condimentos, con caldo.
Una buena alternativa es:
Disolver la cantidad de porciones que se van a preparar en menos agua fría que la que indica el paquete.
Ir agregando caldo (o agua caliente con sal si preferimos un sabor más neutro) hasta que quede pesada y empiece a burbujear.
Una vez cocida, y muy espesa, el secreto es apagar el fuego y agregar leche hasta que obtener la densidad deseada. Pero hay otro truquito acá: hay que poner un poco de líquido extra porque al servirla se espesa bastante o sea hay que sacarla mucho las liquida de lo deseado.
Los toppings o la imaginación al poder
Más allá de la salsa, los quesos, la bolognesa o el estofado, las opciones para poner sobre la polenta son infinitas. Acá van tres:
Zuchini, cebolla y champignones
Esta receta (que también sirve para comer con pastas o, incluso para relleno de tartas) es simple y bastante saludable.
Lo que lleva
Cebolla morada y/o común
Ajo
Zuchinis
Champignones
Queso blanco, salsa blanca o crema
Lo que hay que hacer
Cortar las cebollas en pluma y rehogarlas con el ajo
Agregar los zuchinis cortados en una muy fina juliana
Agregar los champignones cortados en láminas (si son muy grandes dividir las láminas en tres o cuatro partes)
Cocinar hasta que todo esté tierno, pero no pasado
Agregar queso blanco (queda más liviano) o crema o un poco de salsa blanca (puede hacerse en la misma sartén agregando harina y leche)
Poner encima de la polenta y servir con queso rallado por encima.
Berenjenas, tomate y albahaca
Lo que lleva
Berenjena
Cebolla
Ajo
Lata de tomate o tomate fresco
Albahaca
Queso cremoso
Lo que hay que hacer
Saltar la cebolla y el ajo, agregar la berenjena cortada en bastoncitos. Cuando la berenjena está apenas blanda, sumar la lata de tomate o el tomate fresco cortado en cubos.
Agregar cubos de queso cremoso a la polenta.
Servir la salsa de berenjenas por encima y agregarle un poco de albahaca fresca por encima.
Osobuco, vino y cocción larga
Lo que lleva:
Osobuco (una rueda por porción)
Cebolla
Puerro
Verdeo
Vino para levantar el fondo
Caldo de carne
Laurel
Estragón
Lo que hay que hacer:
Salpimentar el osobuco y pasarlo por un poco de harina (o almidón de maíz si queremos que no tenga gluten)
Y sellarlo con aceite en una cacerola o sartén profunda, retirar
Rehogar cebolla, ajo y puerro en la misma sartén hasta transparentar
Volver a poner el osobuco
Poner un chorro generoso de vino y evaporar
Poner una hoja de laurel y un poco de estragón
Poner caldo, tapar y dejar cocinar, al menos una hora y media a fuego bajo
Servir sobre la polenta y poner perejil picado fresco por encima
Disfrutar estos platos acompañados por una buena charla y larga sobremesa. Bon appétit!