La amistad: el vínculo que crece con nosotros y nos acompaña toda la vida

la amistad
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Bella y necesaria, así calificaba Aristóteles a la amistad. Esta relación interpersonal que cultivamos desde chicos le aporta mucho y en muchos sentidos a nuestras vidas.


Como la sal en las comidas, la amistad intensifica los sabores. Compartimos celebraciones, alegrías y también tristezas y momentos difíciles. Mucho o todo se trata de compartir y, sobre todo, de elegir con quién hacerlo.

“Los amigos pueden elegirse por cercanía, por compartir algún espacio o actividad como el colegio, el club, la universidad, el trabajo, la práctica de un deporte, etc. Pero faltará un paso más para que un par pueda considerarse amigo.

Amigo será entonces, aquel con quien se pueda abandonar temporalmente la máscara social y mostrarse de entrecasa; o con quien se pueda establecer una situación de intimidad y compartir un mismo estado afectivo.

La intimidad también se asocia al poder estar a solas en presencia de otro –sin que esto cause incomodidad- y a la vez estar emocionalmente disponible para éste. La amistad requiere tiempo, afecto, historias compartidas, acuerdos -y también desacuerdos- y la libertad de volverse a elegir”, afirma María Fernanda Rivas, Licenciada en Psicología, psicoanalista, especialista en parejas y familias. Coordinadora del Departamento de Pareja y Familia de la Asociación Psicoanalítica Argentina y autora de los libros “La familia y la ley. Conflictos y transformaciones” y “Familias a solas”.

Bella y necesaria

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Según el Servicio Nacional de Salud del Reino Unido la amistad es indispensable para el bienestar mental, sobre todo porque esta relación ayuda a combatir el estrés, la ansiedad y la soledad.

Allá por el siglo V a.C en su Ética a Nicómaco, Aristóteles ya destacaba el valor de este vínculo humano afirmando que “nadie elegiría vivir sin amigos”, aunque en su lugar pudiera tener todas las demás cosas buenas.

Es el vínculo que nos permite desarrollar un sentido de pertenencia y de conexión social, manteniendo nuestra identidad.

“La verdadera amistad es una experiencia de transformación mutua entre personas que forjan su pensamiento y sus emociones a partir de su relación. Somos a la vez cada uno solo y cada uno en permanente relación con aquellos que consideramos amigos, que nos enriquecen y nos devuelven una multiplicidad de versiones de nosotros mismos”, destaca la Lic. Rivas.

Los amigos son parte de nuestra vida de la historia que vivimos y de la que nos contamos. “Un amigo suele ser testigo de diferentes aconteceres de nuestra vida: el crecimiento, los logros, los dolores, las alegrías. Por eso, a veces participa en la construcción de nuestra memoria, es quien posee recuerdos que quizás hemos olvidado o deformado. Puede acercarnos nuestras distintas versiones de otras épocas para que podamos reconocernos”, agrega.

La amistad en la pareja

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La amistad y la pareja son relaciones que se encuentran en muchos momentos. Se puede ser amigos y terminar como parejas o ser pareja y amigos al mismo tiempo.

Danu Stinson, profesora de Psicología en la Universidad de Victoria, en la Columbia Británica, Canadá, es autora junco con Jessica J. Cameron y Lisa B. Hoplock de un estudio donde intenta demostrar el origen de las parejas estables.

La investigación fue publicada en la revista Social Psychological and Personality Science y tomó como base un análisis de siete ensayos de laboratorio realizados entre 2002 y 2020, y en los que participaron 1900 personas de Canadá y Estados Unidos.

El análisis concluyó que el 66% de las parejas comenzó como una amistad. Casi la mitad de los consultados dijo que comenzar como amigos era su método preferido, aunque la gran mayoría no lo hizo con segundas intenciones.

De los casados, dos tercios declararon que fueron amigos antes de pasar por el registro civil.

“El vínculo de pareja también tiene un componente de amistad y es muy bueno que así sea. Está dado por el compañerismo, la empatía, la confianza y la incondicionalidad al momento de afrontar momentos difíciles. Aunque hay cosas que se elige no compartir con la pareja y sí con amigos y esto no tiene por qué ser motivo de ofensa ni de conflicto. Los aspectos no compartibles forman parte de la privacidad de cada uno y no necesariamente contienen mentiras o engaños, amplió la Lic. Rivas.

De cero a 99

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No hay edad para el amor, dice la frase. Y mucho menos para la amistad, debemos agregar. Las amistades son importantes en todas y cada una de las etapas de la vida, desde la infancia hasta la vejez.

Tal como lo explica la Licenciada Rivas, la amistad es un vínculo de gran importancia en nuestro desarrollo personal durante toda la vida: “Se sabe que la familia no es el único motor del armado de la personalidad. La socialización cada vez más temprana muestra que la influencia familiar coexiste con la de instituciones como la escuela o el club, en las cuales el grupo de pares cobra cada vez más protagonismo.

La familia hoy se muestra más permeable al medio ambiente, por lo tanto, existen múltiples vínculos en la vida de un niño o adolescente que pueden aportarle su especificidad y novedad. Es decir que los pares se encuentran presentes en la vida de una persona casi desde sus inicios. Son además, quienes permiten experimentar en el campo extrafamiliar y desasirse –gradualmente- de la familia (proceso que en psicología se denomina “salida exogámica”).

Muchas veces el grupo de amigos acompaña la transformación de hijo/a en esposo/a y padre/madre de una persona y el armado de la propia familia.

Y esto implica que el grupo se va ampliando y cada vez hay más personajes y sentimientos en juego. Suelen generarse parentescos simbólicos respecto de los hijos de los amigos (padrino, madrina, tíos del corazón, etc.). Por estos motivos los amigos son muy importantes en todas las edades.

Se pueden construir lazos de paridad sin referencia a un padre, jefe o institución. Los amigos pueden también complementar o suplementar funciones fallidas de los propios padres o hermanos, constituyéndose en una “familia” más sólida que la de sangre para algunas personas. Es importante no confundir un grupo de hijos con un vínculo fraterno: se considera que éste último se ha constituido cuando los hermanos, además de tales, se han elegido como amigos”.

 Cuidar el vínculo

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Todo mi patrimonio son mis amigos, escribió la poeta Emily Dickinson.

La amistad es un vínculo muy apreciado y con muy alta valoración desde siempre. Es una relación dinámica que implica un ida y vuelta constante, y un cuidado especial.

Los amigos son personas dispuestas a escucharnos y apoyarnos emocionalmente cada vez que lo necesitemos. Claro que para eso es necesario cultivar la relación y hacerles saber a nuestros amigos que nos preocupamos por ellos y que nos importan. Se trata siempre de fortalecer ese vínculo que elegimos.

Así lo detalla la Lic. Rivas: “se dice con frecuencia que los amigos son hermanos elegidos. Pongo énfasis en el elegir, porque también los hermanos deben elegirse como tales más allá de que formen parte de un grupo de hijos.

Ambas clases de vínculos requieren de afinidad y trabajo permanente. La amistad es una forma de lazo fraterno, en el cual nos afianzamos al formar parte de grupos, donde podemos consolidar nuestra identidad y hacer surgir la energía de perspectivas novedosas y creativas”.

Son muchas las cosas que podemos hacer para cuidar este lazo tan importante: ser amable, saber escuchar, ser confiable, estar dispuesto, ser honesto y auténtico. En el fondo, siempre se trata de compartir.