El Día del Médico se celebra el 3 de diciembre en honor a Carlos Juan Finlay, un médico cubano que descubrió que el mosquito Aedes aegypti es el transmisor de la fiebre amarilla.
La medicina es una carrera y una profesión que requiere mucho sacrificio y dedicación en la cual la vocación juega un papel importante. A lo largo de los años, en la revista Somos Médicos, le preguntamos a nuestros médicos cómo había nacido la vocación.
Esta es la segunda parte de las diferentes respuestas que nos fueron dando.
Dr. Jorge Oscar González, familia de médicos
Lanús, Terapia intensiva
Yo soy médico hace ya 27 o 28 años. Mi abuelo vino de Arabia para estudiar medicina, mi mamá estudió medicina, mi hermano mayor es médico; y en ese contexto yo fui médico un poco por el medio y otro poco por elección propia. Mi mamá quería que yo fuera abogado. Y creo que me hubiera ido mejor, dice el doctor y termina la frase entre risas.
María de las Mercedes Nano, de los libros a la universidad
Exaltación de la Cruz, infectología
Mi padre había estudiado medicina hasta quinto año. Era militante político y no lo dejaron continuar. Después fue enólogo. Él tenía muchos libros de medicina en casa y siempre me gustó el tema. Papá era casi médico, estaba bastante formado para dar consejos, era el chamán de la cuadra. Así que por las tardes me sentaba a leer libros de anatomía, ya me gustaba. Un poco por ese lado y también porque me gusta ayudar al otro, la medicina la vivo como poder ayudar a la gente que sufre. Yo soy jefa de la unidad de medicina interna de la UBA en el hospital de San Fernando y siempre le digo a los estudiantes, uno se tiene que poner en el lugar del otro y del dolor que tiene el otro para poder atenderlo y tener empatía.
Dr. Pisani, el primer universitario
Del Carril, médico rural
En mi familia no había ningún universitario. Mi padre era martillero público, pero no había llegado a terminar la escuela primaria, creo, y mi madre no había alcanzado a terminar la secundaria. Y bueno, me preguntaban qué quería hacer cuando fuera grande y todo me decían “pero qué va a ser médico este”. Y yo me inscribí. Mi madre quería que me anotara en la escuela de comercio porque pensaba que tenía más posibilidades de trabajo. Y de prepo, me anoté en medicina. Y la carrera me dio muchas satisfacciones.
Dra. Adriana Borelli, siempre por el sí
Bahía Blanca, oftalmología
Sí, siempre desde chiquitita supe que quería ser médica. Es más, te cuento una anécdota. Yo me casé muy joven y mi papá me decía que medicina es muy compleja para una mujer con un hijo, y me sugería otra carrera. Yo ya estaba estudiando y seguí Medicina. Yo lo que me propongo siempre trato de realizarlo, soy perseverante, me dicen que no y voy por el sí.
Lo mismo me pasó con un profesor que me dijo que una mujer con un hijo no se recibe de médica. Era el docente de semiología, la primera clínica que tenemos. Yo había tenido a María, mi hija por cesárea en Bahía Blanca y le pedí a una amiga a que me anotara en La Plata, pero la inscripción a esa materia era personal y cuando fui me dijo “perdiste el año porque no te podés anotar”. Entré más tarde con horarios de cursada más complejos, pero lo logré, y ese profesor me siguió hasta el final de la carrera porque era Medicina Interna I y después tenés Medicina Interna II, III y IV. Siempre recuerdo que él pensaba que no iba a poder y lo logré.
Dr. Sandro Cava, vocación y admiración
San Andrés de Giles, medicina familiar
En toda mi familia, tanto paterna como materna no hay antecedentes médicos. Desde chiquito, siempre sentí una cierta vocación hacia el servicio, hacia Medicina o Veterinaria, siempre estaba pensando que de grande iba a hacer algo así.
Y la pasión me la despertó en cierta forma, el médico de mi pueblo. Me generaba mucha admiración. Él falleció, pero compartí muchos años de profesión con él. Héctor Buzzoni, el gordo Buzzoni, era un médico clínico y a mí me gustaba mucho cómo la gente lo admiraba y cómo era él. Buzzoni era muy campechano, muy macanudo, un médico bien de pueblo, que resolvía todo. Yo lo miraba y lo idolatraba. Siempre le digo a sus hijos que también son médicos y se lo dije a él, que creo que un poco soy médico por la fascinación que me despertaba.
Dr. Jorge Restovich, una ambulancia de juguete
La Plata, terapia intensiva y nefrología
Desde muy chico. Uno de los primeros regalos que tuve a los tres o cuatro años fue una ambulancia. Fue un juguete que nunca pude dejar. Algo se despertó en ese momento y nunca lo pude abandonar. A medida que fue pasando el tiempo, fui leyendo y encariñándome cada vez más con esta profesión. Sabía que no podía ser otra cosa más que médico, nunca se me cruzó por la cabeza ser otra cosa que no fuera esto.
Dr. Héctor Miguel Manzi, una decisión temprana
Tigre, cirugía general
Yo no sé si influyó alguna cosa digamos atávica. Mi madre murió cuando yo tenía nueve años de un embarazo ectópico. Ella tenía 29 nada más. No la diagnosticaron a tiempo; en esos pueblos y en esa época no había nada, era muy precario todo. A lo mejor, eso influyó. Lo cierto es que en cuarto año de secundaria ya tomé la decisión.
Dr. Abel Olivero, vocación infantil
Magadalena, medicina familiar
Bueno, no hay nadie en mi familia de origen relacionado con la medicina, ni siquiera algún universitario. Pero yo me acuerdo que ya a los cinco o seis años decía que iba a ser médico, no me preguntes por qué, pero de chiquito ya decía que iba a ser médico… y bueno, después estudié y me recibí.
Dr. Roberto Dávila, primos y colegas
Dolores, cardiología
Mi vocación por la Medicina nació cuando yo tenía unos 14 o 15 años.
En mi familia, mi primo, José María, también es médico, tiene 85 años y sigue ejerciendo la medicina laboral.
Dr. Liberto Castilha, de la habilidad a la vocación
No tuve una vocación de chico. Cuando terminé el secundario, como era muy hábil con las ciencias exactas, hice el ingreso a ingeniería. Cursé un mes y me di cuenta de que no me imaginaba toda la vida rodeado de números, y me fui a estudiar medicina. Fue un cambio grande, pero encontré el camino; lo humanista fue lo que prevaleció en mi elección.