Vitamina D: la vitamina que viene del sol y sus efectos

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Hoy mucha gente habla de la vitamina D, con mayor o menor conocimiento y asidero científico, se ha vuelto un tema que llegó a la comunidad. Muchos saben que es importante, pero no todos saben para qué o en qué medida.


La vitamina D es un compuesto esencial para la absorción del calcio de la dieta y su posterior depósito en los huesos. Su carencia durante la niñez produce el raquitismo, caracterizado por dolor y deformidad de los huesos, que resulta en baja estatura, mientras que en el adulto que ya ha alcanzado su desarrollo normal ocasiona el cuadro de osteomalacia que, además de ser doloroso, favorece las fracturas por reducción de la resistencia del hueso.

A diferencia de las otras vitaminas, que sólo seobtienen a partir de la dieta, la vitamina D también puede ser sintetizada en el organismo por acción del sol sobre la piel. Se considera que la mayor parte del requerimiento se obtiene a partir de la síntesis cutánea y que el aporte de la dieta es complementario.Se calcula que 5 a 15 minutos diarios de sol en la cara y los brazos durante los meses de primavera, verano y otoño alcanzan para mantener todo el año los depósitos de la vitamina en niveles adecuados.

Entre los alimentos más ricos se cuenta el clásico aceite de hígado de bacalao, algunos pescados azules como el atún y la caballa, el hígado de pollo y de ternera, la yema del huevo y los derivados de la leche, que en muchos casos vienen enriquecidos con vitamina D adicional.

La vitamina D puede almacenarse en el hígado formando una reserva que cubre las necesidades del cuerpo durante la época de menor irradiación solar.

Sin embargo, las personas que por su edad, sus problemas de salud o sus hábitos de actividad y vestimenta no se exponen habitualmente al sol pueden sufrir las consecuencias del déficit de vitamina D. Lo mismo ocurre cuando se vive en latitudes altas, como en los países nórdicos, Canadá o el sur de nuestra Patagonia, donde la irradiación solar es muy baja durante una gran parte del año. Las personas con piel oscura producen menos vitamina porque filtran una gran parte de los rayos ultravioletas recibidos.

Más suplemento no siempre es más beneficio
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Hasta aquí el conocimiento tradicional sobre la vitamina D, que justifica la conducta de administrar suplementos farmacológicos a los lactantes, a los ancianos con poca exposición al sol, a quienes sufren enfermedades con malabsorción intestinal, además de aquellos que ya tienen diagnóstico de raquitismo u osteomalacia.

Pero en los últimos quince años la vitamina D ha sido el foco de un renovado interés por sus posibles efectos en otros problemas de salud y la percepción de que la carencia puede ser mucho más generalizada de lo que se pensaba. Esto derivó en la práctica de medir el nivel de vitamina D en personas sin señales de déficit, seguida por la indicación de tratamiento cuando resulta por debajo de cierto nivel considerado como el mínimo saludable.

Este enfoque pone en escena diversas polémicas como: a quién medir la vitamina en sangre, por debajo de qué valor indicar un suplemento y qué efectos sobre la salud pueden esperarse como resultado. En los últimos dos años se ha conocido el resultado de numerosas investigaciones, que empiezan a delinear la respuesta a estos interrogantes.

En busca del valor de referencia

Resulta curioso que, para el caso de la vitamina D, no exista un acuerdo unánime sobre cuál es el rango de valores normales y a partir de qué límite debe considerarse insuficiente. La medición clínica que mejor refleja la suma de vitamina producida en la piel y la obtenida por la dieta , es el nivel del derivado 25-OH de vitamina D. Como ocurre con cualquier otro nutriente, existen diferencias en el nivel de 25-OH D necesario para evitar problemas de salud entre las personas.

Se ha establecido que existe amplio riesgo de deficiencia si los valores son inferiores a 12 ng/ml y que prácticamente todas las personas tendrán suficiente vitamina por encima de 20 ng/ml. Entre estos dos valores, algunas personas tendrán suficiente vitamina y otras no.

Estos datos se han interpretado de manera diferente según los expertos: algunos recomiendan que todas las personas superen los 20 ng/ml de 25-OH D, mientras que otros señalan que sólo una minoría necesita superar ese valor para tener huesos sanos. Según la primera interpretación, hay una alta proporción de la población con déficit de vitamina, que debería recibir suplementos; de acuerdo a la segunda, el suplemento es necesario para quienes tengan menos de 12 ng/ml y se debe evaluar en cada caso para los valores entre 12 y 20 ng/ml.

Pero la palabra final sobre la importancia de detectar y tratar la falta de vitamina D dependerá de cuáles son los beneficios de indicar suplementos de esta vitamina sobre la salud del hueso y sobre otras enfermedades como las cardiovasculares y el cáncer.

La vitamina D, la salud del hueso y la reducción de fracturas
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Inicialmente se estudió el efecto de los suplementos de vitamina D y calcio en pacientes ancianas internadas en asilos, con escasa exposición solar;entre ellas se encontraron claros beneficios para la salud del hueso. Pero al ampliar las investigaciones a la población general de adultos mayores, donde el riesgo de fracturas es menor, la demostración de utilidad es más problemática.

Una revisión de 81 estudios realizados hasta 2018 que incluyeron más de 53.000 adultos mayores no logró demostrar que la vitamina D redujera el número de caídas, de fracturas totales ni de fracturas de cadera, ni tampoco un aumento significativo de la densidad mineral del hueso.

Esto puso sobre la mesa muchas dudas sobre la utilidad del suplemento vitamínico. La recomendación de la Fuerza de Tareas de Cuidados Preventivos estadounidense actualizada a 2018 concluyó que no hay suficiente información para declararse a favor o en contra del suplemento de vitamina D y calcio para prevenir fracturas, tanto en mujeres pre o postmenopáusicas como en varones.

Hay que destacar que estas conclusiones no incluyen a las personas que ya han tenido fracturas por osteoporosis, ni a aquellas con alto riesgo de caídas o con diagnóstico comprobado de déficit de vitamina D, en las que se debe asegurar la provisión recomendada de calcio y vitamina D.

Entre la causalidad y colateralidad

Mucho se ha hablado de la relación entre deficiencia de vitamina D, enfermedades cardíacas y cáncer. Estudios realizados en diferentes países del mundo encuentran una asociación entre el menor nivel de vitamina D en sangre y una mayor mortalidad general, incluyendo muertes por enfermedades cardíacas y por cáncer. Pero no resulta sencillo distinguir si la falta de vitamina contribuye realmente al resultado o si sólo es un fenómeno concomitante, pero sin valor causal.

Por ejemplo, la obesidad y la falta de actividad física al aire libre se asocian a un menor nivel de vitamina D en sangre y también a un mayor riesgo de infarto de miocardio y de accidente cerebrovascular. La pregunta que cabe hacerse es ¿es la falta de vitamina D la responsable de las consecuencias cardiovasculares? Si esto fuera así, un suplemento farmacológico debería corregir el problema.

Esta fue la pregunta que se planteó una investigación con más de 25.000 personas, que comparó el efecto de un suplemento diario de vitamina D con el de un placebo. Luego de 5 años de seguimiento no hubo diferencia en la mortalidad total, por cáncer o por enfermedad cardiovascular. Otro estudio, realizado en Nueva Zelanda, utilizó una dosis alta mensual de vitamina D durante más de tres años, pero tampoco encontró una disminución de los casos de cáncer o de enfermedad cardiovascular en comparación con placebo.

En un resumen de julio de 2019 con todas las investigaciones realizadas en este campo en más de 75.000 personas no se detectó una reducción de la mortalidad general o de causa cardiovascular pero sí un descenso de alrededor del 16% en las muertes por cáncer, aunque con un margen de incertidumbre importante sobre este valor.

El punto justo: que no falte, pero tampoco sobre
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La mayor parte de las vitaminas son compuestos pequeños y muy solubles en agua, lo que permite una rápida eliminación renal de cualquier dosis excesiva. Pero las vitaminas A, D, E y K se disuelven rápidamente en los lípidos del tejido graso y del hígado, en donde se acumulan. Esto permite tener cierta reserva en el organismo para compensar las temporadas de menor aporte, pero también nos expone al daño que resulta de una ingesta elevada.

La Agencia Española de Medicamentos y Productos Sanitarios ha alertado recientemente sobre casos graves de sobredosificación de vitamina D tanto en niños como en adultos, los que se previenen respetando los límites de dosis recomendados para las diferentes situaciones.

El principal efecto del exceso de vitamina D es la hipercalcemia, un nivel elevado de calcio en la sangre que puede afectar el funcionamiento cardíaco, renal y neurológico.

Una recomendación para cada necesidad
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La verdad, como en muchos otros casos, es que es difícil generalizar: para la mayoría de las personas de todas las edades seguir las indicaciones de una exposición saludable a la luz solar y una dieta rica en calcio y vitamina D, componentes que se encuentran en especial en los productos lácteos, será suficiente.

En cambio, es conveniente indicar el suplemento de vitamina D en los lactantes y en adultos mayores institucionalizados que no tengan apropiada exposición al sol. También debe asegurarse el aporte de calcio y vitamina D en las personas con osteoporosis, antecedente de caídas o fracturas, trastornos digestivos que reducen el aprovechamiento de los nutrientes de la dieta, o que reciben medicamentos – como algunos anticonvulsivantes- que interfieren con su absorción normal. La dosis será indicada por el médico de acuerdo con cada situación, teniendo en cuenta la importancia de no sobrepasarse.

En la población general, por su parte, no hay pruebas suficientes para aconsejar la búsqueda sistemática de valores bajos de vitamina D, ya que los beneficios de administrar suplementos en este contexto todavía no están comprobados.