Son los motores que nos llevan a la acción, lo que nos motiva a trabajar y volver a intentar siempre. La clave está en aprender a recorrer el camino que nos lleva a concretar proyectos con alegría.
Llevar una vida más saludable, leer más, pasar más tiempo en familia, disfrutar salidas con amigos, ser más productivo… la lista puede ser infinita y la hacemos cada fin de año: nos proponemos cosas, nos planteamos metas. Hacia marzo, algunos han desaparecido, otros toman fuerza. Se cumplan o no, generar estas metas es algo importante en la vida de todas las personas.
Tener metas y convertirlas en proyectos es una manera de creer en el futuro, de confiar en que algo bueno está por venir y que aquí estaremos para vivirlo.
“Tener proyectos en la vida es esencial. Es el motor para ir hacia adelante. Justamente proyectar viene del latín, proiectus, que significa arrojar o lanzar hacia adelante, esto nos da una idea de futuro. Si nos quedamos estancados, varados en un mismo lugar o nos aferramos al pasado, esto nos trae una enorme insatisfacción y también nos da mucha incertidumbre sobre el futuro. Si tenemos un proyecto miramos hacia adelante, planeamos un futuro, nos planteamos metas y objetivos, y esto incide muchísimo en la motivación y en la autoestima, a la vez que permite la ejecución de determinadas tareas”, afirma la Lic. en Psicología Mariana Luce.
Pero, los proyectos no nacen de la nada; detrás de ellos están aquellas idealizaciones de lo que queremos realizar: los deseos y los sueños.
“Un sueño es el primer estadio de lo que podría transformarse en un proyecto. Sueño y proyecto nacen de un deseo, que es el anhelo de satisfacer una necesidad, una voluntad o una intención”, dice Luciano Porzio, fundador de la Escuela de Coaching y Agente de Cambio.
La falta de deseo está en la vida de las personas, mucho más presente de lo que pensamos: “muchísimas veces aparece la falta de deseo en distintos cuadros psicopatológicos. El motivo de consulta puede ser una depresión, pero cuando indagamos, encontramos esa falta de deseo y como resultado aparece una falta de proyectos que lleva a la presencia de diferentes cuadros”, destaca la Lic. Luce.
Del deseo al proyecto
Los deseos, según su definición, son movimientos afectivos hacia algo que se apetece.
Frotar la lámpara de Aladino, cerrar los ojos y pensar fuerte al soplar la velita de cumpleaños, disputar una pestaña entre los dos pulgares para que el vencedor se lleve la promesa de que los deseos van a cumplirse, mirar ilusionados una estrella fugaz: todos hemos vivido alguna de estas escenas en las que el deseo nos llena de ilusión hacia un futuro mejor o simplemente diferente.
En la literatura, en el cine y en muchas leyendas e historias milenarias los deseos tienen un papel central para el desarrollo de la acción. Son un motor que pone en funcionamiento la trama. Sucede en Quisiera ser grande, en Charlie y la fábrica de chocolates, en Aladino y en tantas otras historias.
Y así como el deseo es el motor de estas narrativas, también lo es de nuestras vidas. “El que tiene un porqué para vivir, puede soportar casi cualquier cómo” escribió el neurólogo, psiquiatra y filósofo austríaco Viktor Frankl, en El hombre en busca de sentido, publicado en 1946, después de sobrevivir tres años en campos de concentración nazis, incluidos Auschwitz y Dachau.
El deseo es lo que nos pone en acción para que tengamos un proyecto, lo que los diferencia es que el deseo es pura potencia, mientras que el proyecto es aquel para el que se trabaja. Si nos falta el deseo, es difícil que encontremos un proyecto.
“La dificultad en encontrar un proyecto está asociada a la falta de deseo. En psicoanálisis, el tema del deseo es muy importante- explica la Lic. Luce. Desde el momento que somos humanos nos falta algo, es decir, la falta es inherente al ser humano y gracias a que nos falta algo podemos desear. Porque me falta algo deseo amar, deseo un nuevo trabajo, deseo una familia, deseo viajar. Entonces gracias al deseo me pongo en marcha hacia adelante y aparecen los nuevos proyectos”.
Del deseo al sueño, y de allí a la posibilidad de concretarlo a través de un proyecto. Esto es así desde las acciones más cotidianas, hasta los proyectos más importantes. Y si bien nos gusta pensar en la magia para cumplir esos deseos, siempre en el medio es necesario ponerse en acción.
“Para concretar o alcanzar un determinado sueño es necesario bajar a tierra un plan y luego desarrollar un proyecto; esos son los pasos a seguir para alcanzar el sueño.
Ser disciplinado, resiliente y metódico, tolerar la frustración y respetar los tiempos orgánicos del proyecto. Si el proyecto tiene alma y se respetan estos tiempos, la probabilidad de concretarlo se incrementa. En una cultura en donde prima lo inmediato, la frustración es el factor principal de destrucción de sueño”, agrega Porzio.
Todos lo vimos: en un potrero de Rosario, Messi soñaba con ponerse la camiseta argentina; siguió soñándolo en Barcelona, hasta que por fin ese sueño se convirtió en el proyecto de ser campeón con la camiseta de su país.
Además de la alegría del campeonato, esta selección nos mostró paso a paso ese camino del deseo, el sueño y el proyecto. Con trabajo, levantándose de las derrotas, pero siempre con la motivación como meta, en diciembre de 2022, el capitán argentino levantó la Copa del Mundo.
La vida es un proyecto, o muchos
Ser feliz, ser pleno, vivir en paz, triunfar, alcanzar el éxito. Muchas veces los grandes planes pensados de manera abstracta nos conducen a la insatisfacción porque por un lado son proyectos demasiado ambiguos y, por otro, nos privan de disfrutar el camino hacia ellos.
Así lo expone la Lic. Luce: “Hay una jerarquía siempre en relación a los proyectos. Es importante tener un proyecto mayor que nos sirva de guía para saber hacia dónde queremos ir, pero para que eso sea realizable necesitamos que se desprendan proyectos menores que nos permitan organizar nuestra rutina y tener mayor control y previsibilidad de lo que hacemos. El gran proyecto de vida es aquel que nos da un claro sentido a nuestra existencia y nos va a dar un sentido de coherencia”.
Esto se ve claramente en las organizaciones como empresas o instituciones donde el gran objetivo se va desarrollando con el cumplimiento de otros más pequeños. “Los objetivos intermedios permiten descentralizar las tareas y dar cierta autonomía en las tomas de decisiones sabiendo que todos son responsables de llegar a la realización del proyecto mayor” explica Luce.
Como en las etapas de un viaje, vamos recorriendo puntos intermedios y en cada uno de ellos disfrutamos el camino y nos acercamos cada vez más al punto propuesto. Por supuesto, puede haber demoras y cambios de rumbo, pero siempre en movimiento.
En esto coincide Porzio: “Establecerte un propósito elevado y ambicioso, confiando en tu capacidad, haciéndote merecedor, creyendo y creando ese proyecto en tu mente como si ya fuese real es la clave para vivir una vida con entusiasmo y pasión. Tener ese norte te sirve para cuando las cosas no salgan como esperás o te aparezcan piedras en el camino, sepas que tu objetivo final es ese. Al establecer un proyecto de largo plazo pueden surgir pequeños proyectos que conducen a alcanzar el objetivo final. Ni siquiera hay que crearlos, aparecen como parte del camino… por eso para mí es importante trabajar en uno mismo, des-cubrirse, conocerse, establecer nuevas creencias que te lleven a confiar en vos, a animarte a soñar, a creer, a comprometerte con aquello que te convoca, a animarte a ser un faro para este mundo lleno de necesidad de gente luminosa, a vivir con pasión y alegría. A disfrutar tu vida”.
Trabajar, lograr
“Me parece importante que todos los proyectos que tengamos sean realizables porque si no caemos en una insatisfacción permanente y hay gente que siempre se las arregla para estar insatisfecho en la vida, entonces es muy importante hacer un trabajo de reflexión y de introspección para apuntar a metas genuinas definiendo bien esos objetivos realizables con proyectos claros y que nos dé un panorama de futuro alentador, objetivos realistas, pero a la vez objetivos exigentes que nos desafían” afirma la Lic. Luce.
Los proyectos ambiciosos pero realizables prometen satisfacción y requieren trabajo.
Así lo expresa Viktor Frankl: “El hombre no necesita realmente vivir sin tensiones, sino esforzarse y luchar por una meta o una misión que le merezca la pena.”
Es, una vez más, el ejemplo que nos dejó la Scalonetta: con metas claras y concretas, con esfuerzo, tenacidad y sin rendirse, el objetivo llega.
Lo importante parece ser que, entre nuestros ojos cerrados al pedir un deseo y su concreción a través de convertirlo en un proyecto, disfrutemos el camino.